¡Qué apropiado!, música y filo, música afilada, canto y corto. Juan Carlos Asensio me envía esta preciosidad. La partitura, más propiamente la particella, grabada en el instrumento de partir. Partition, dicen en Francia. Música de cortar, o de pinchar (atención a la punta). Cantar a cuchillo, canto peligroso y homicida. Adelante mis valientes, con las espadas en los dientes. Música de matar y morir. No ha habido nunca guerras sin cuchillos y sin música. Nada como la música para llevar a los jóvenes al matadero. Tambores, cornetas y gaitas entre nosotros. Cuernos, chirimías y címbalos en otros ejércitos. Flauta dulce —parece raro, pero, ojo a nuestro pífano— en los samuráis japoneses. Y, a falta de instrumentos músicos, cantos guerreros. Alahu ákbar, A las barricadas, Allons enfants, I wish I was in Dixie..., en fin. La música nos arrebata, como el carro de fuego de Ezequiel, y uno no se arroja a la muerte, ni propia ni del prójimo, si no es en estado de arrebato.

[caption id="attachment_483" width="560"] Cuchillo-partitura italiano, siglo XVI, del Victoria & Albert Museum[/caption]

Pero, todo eso es desvarío. El cuchillo en cuestión, el que ha encontrado la musicóloga Flora Dennis en el Victoria & Albert de Londres, no es de matar, sino de comer. ¡Más bonito aún! Cuchillo de trinchar y servir, de ahí la anchura inusual de la hoja. O si no, o también, cuchillo de cortar y sostener el trozo, de ahí el pico. En todo caso, música apetitosa, música mantel. À table! ¡La tablatura está en la mesa! Para antes de comer y para después, aperitivo y postre. Un lado del cuchillo bendice la mesa. Que Aquél que es trino y uno bendiga lo que estamos a punto de... El otro lado canta la acción de gracias, a estómago saciado: Pro tuis Deus beneficiis, gratias agimus tibi. Ambos llevan la indicación “Tenor”. En el V&A solo hay este ejemplar, pero Flora Dennis pensó que habría otras voces en otros cuchillos de esta misma extraordinaria cubertería, buscó por esos mundos y encontró otras piezas en museos y colecciones de Estados Unidos, Bélgica, Holanda y Alemania. Completó y transcribió la partitura, desparticionó la partición, podemos decir, y la dio a cantar a un conjunto de voces del Royal College of Music de Londres. Óigase aquí la bendición y aquí la acción de gracias. Cantar en la mesa, tipo Asturias patria querida, pero en plan refinado y renacentista, a cuatro voces de conducción culta. Antes de bendecir esta mesa, hay que dar un la. Y repartir bien los cubiertos. Te cambio mi tenor por tu soprano: vuelan los cuchillos, pero de otra manera.