Qué raro es todo! por Álvaro Guibert

Kurtág en la frontera

12 febrero, 2015 18:04

György Kurtág, el gran músico húngaro, es el nuevo Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA. Significa que se lleva un montón de euros (cuatro cientos mil, setenta millones de los de antes) y un reconocimiento que va mucho más allá del corrillo musical, porque el compositor que lo gana se sitúa en pie de igualdad con la crema del mundo científico. Estos premios llevan ya seis años en danza y aún me estoy frotando los ojos: ¡los compositores, puestos al nivel de los físicos, los químicos, los biólogos y los sabios de la ciencia informática! Hay otros premios muy importantes, como los Príncipe de Asturias, a los que optan científicos y artistas, pero también deportistas, comunicadores, personas dedicadas a la acción social...

Lo singular de los premios BBVA, o al menos lo que más me choca a mí, es que no premian el mérito en general, sino el mérito en la persecución del conocimiento (hermana melliza, por no decir gemela, de la “pursuit of happiness”). Se premia a conocedores, personas que han dedicado la vida a tratar de entenderla, gente empeñada en la idea de que el universo puede llegar a conocerse sin necesidad de mitos, gente que rechaza el principio de autoridad y pone en duda sistemáticamente todo lo sabido hasta la fecha, gente convencida de que lo que aún no sabemos acabaremos sabiéndolo, porque nada nos está vedado por principio. Tienen el premio Fundación BBVA los padres de internet y los punta de lanza de la física de partículas, de la ciencia de los materiales, de la nueva medicina, de la ciencia del clima y de la ecología, la mitad de ellos premios nobel, de ahora o de los próximos años. Lagrimones me caen al ver en esa orla de héroes las caras de Kurtág, Steve Reich, Pierre Boulez, Salvatore Sciarrino, Helmut Lachenmann y Cristóbal Halffter, los compositores premiados hasta ahora.

¿Componer es conocer? ¿Sabemos más del universo al oír o al componer una sinfonía? Yo creo que sí. Y las otras artes también son formas de conocimiento. Pienso en el discurso de entrada del compositor Tomás Marco en la Real Academia de Bellas Artes. Han pasado más de veinte años, pero lo recuerdo con nitidez y no necesito levantarme a mirar para citar el título: «La creación musical como imagen del mundo entre el pensamiento lógico y el pensamiento mágico». Eso es. La música es otras cosas, pero también pensamiento lógico y nos ofrece una visión del mundo.

La otra gracia de estos premios es la frontera. “Fronteras del conocimiento” es casi una redundancia: para conocer lo nuevo hay que ponerse en el borde de lo ya conocido. De pocas personas se puede decir como de György Kurtág que viven en la frontera. Entre lo moderno y lo posmoderno, entre la militancia y la distancia, entre la autenticidad y la ironía cínica, entre la Europa de todas las vanguardias y retaguardias y la Hungría de la incesante fertilidad, entre la composición propiamente dicha y la enseñanza de la interpretación de la música de cámara, de la que es uno de los máximos gurús.

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