[caption id="attachment_852" width="560"] Los integrantes del Cuarteto Casals[/caption]
El Cuarteto Casals celebra estos días su 20 aniversario. Como soplando las velas de la tarta, acaba de estrenar con la ONE y Afkam el "Concerto Grosso" para cuarteto y orquesta de Francisco Coll, hará dentro de unos días en Cuenca las Siete palabras de Cristo en la cruz, el cuarteto gaditano de Haydn, una de sus especialidades, y dos semanas después, inauguran una residencia en Patrimonio Nacional tocando el célebre cuarteto de stradivarius palatinos. En realidad, su cumpleaños lo celebramos todos, porque aquel 30 de marzo de 1997, cuando la violinista madrileña Vera Martínez Mehner, los hermanos barceloneses Abel y Arnau Tomàs y el viola donostiarra Andoni Mercero se subieron al escenario en Toledo con el nombre de Casals, podemos decir -exagerando un poco, pero no demasiado- que España abandonó definitivamente un estado de postración musical que arrastraba desde hacía siglos. En esas fechas teníamos ya una fantástica red de auditorios y operaban más de veinte orquestas profesionales estables, con sus ciclos de abono y sus miles de abonados, frente a las tres o cuatro que contábamos cuando abrí yo el ojo y el oído a la música. Pero la cámara seguía esperando. El género "di camera", como decía el viejo Tomás Bretón, parecía inaccesible a los oídos españoles.
Hoy disfrutamos de un país lleno de buena música de cámara gracias al talento y el tesón de unas cuantas personas: Hay más, desde luego, pero cito ahora a los cuatro Casals (que en realidad son cinco, porque al poco de nacer se incorporó el viola Johathan Brown), a los cuatro Quiroga (que también son cinco, porque también sustituyeron al viola), a Antonio Moral (que cinco años antes, con su Liceo de Cámara, había empezado a crear un público casi de la nada) y, aunque me está mal el decirlo, a Paloma O'Shea, que todavía otro par de años antes se había empeñado en traer a Madrid, a enseñar en su Escuela Reina Sofía, a los primeras figuras de la música de cámara: Farulli del Cuarteto Italiano, Levin del Lasalle, Schmidt del Hagen, Pichler del Alber Berg, Müller del Artemis, Pressler del Trío Beaux Arts.
Manuel Machado había titulado Música di camera un poema que, como el sonido de los buenos cuartetos, es capaz de explotar ahora en mil colores y plegarse un segundo después en uno solo: "Pintaré la preciosa / gota de sangre, roja como guinda, / en el pétalo rosa del dedo de Luscinda, / al coger una rosa". En cuatro versos no sé cuántos rojos distintos... ¡y también uno solo! Es el pliegue y despliegue de timbres que oíamos asombrados a los fantásticos cuartetos que venían al Liceo de Cámara: el Alban Berg, el Tokio, el Borodin, el Arditti, el Lindsay... y es lo que le venimos oyendo al Casals desde hace ya veinte años.