Cualquier excusa es buena para sumergirse en los mares inagotables de un libro como Os Lusíadas, pero unas son mejores que otras. Y pocas tan buenas como la publicación del magno estudio de la profesora Luiza Nóbrega titulado No reino da agua o rei do vinho: Submersão Dionisíaca e Transfiguração Trágico-Lírica d’Os Lusíadas (Universidade Federal do Rio Grande do Norte). La base de este libro es la tesis de Nobrega (autora, más recientemente, de un luminoso ensayo sobre la poesía de Lêdo Ivo), que ya fuera publicada en una primera versión en Lisboa hace cinco años con el título O Canto Molhado.
El libro de Luiza Nóbrega sobre el gran poema camoniano parte de una doble valentía: en la nota explicativa advierte, primero, “al lector que espera de libros académicos la habitual objetividad científica” que debe aceptar “la peculiaridad de mi libro, cuya objetividad obligó necesariamente a la inclusión explícita del sujeto” para afirmar, después, que “este es un libro para el futuro. Con esto quiero decir que su verdadera recepción tendrá lugar sólo cuando el escenario de la crítica de Camões y de Os Lusíadas se haya modificado, y sean otros los protagonistas de la escena crítica”. Palabras que no dejan de recordarnos otras similares de otro gran estudioso de Camões: Jorge de Sena.
Si normalmente un buen estudio literario nos hace acercarnos a la obra que trata con nuevos ojos, este de Luiza Nóbrega nos hace volver a Os Lusíadas no una vez, sino veces infinitas con infinitos ojos: no hay tema que no trate, pista que no siga, duda que no afronte. Casi podría decirse que Luiza Nóbrega ha encontrado el ojo que Camões perdió en Ceuta cuando luchaba a favor de D. João III. En las casi seiscientas páginas de su estudio, Nóbrega busca el “Camões diferente” que también buscara Jorge de Sena no sólo, naturalmente, en su texto fundamental, sino en una lúcida relectura de sus cartas y del resto de sus textos, dialogando continuamente con la tradición crítica camoniana, a menudo para disentir con elegante inteligencia. En medio de toda la erudición, Nóbrega no tiene problema en incluir unos párrafos para recriminar a Vítor Manuel de Aguiar e Silva, quien, como ella afirma, “se autodenomina pontífice de los estudios camonianos” su actitud ante sus estudios. No se achica la autora ante ninguno de los problemas textuales del texto de Camões, menos iba a hacerlo ante sus eruditos... Si bien uno tiene en gran estima y admiración a Aguiar (fui alumno suyo de Teoría Literaria en la Universidade do Minho) en este caso, como verá quien se acerque a estas páginas, la razón cae del lado de Nóbrega. Aceptar y disfrutar los aciertos ajenos es el primer paso para perseverar en los propios...
Nóbrega recorre el libro arriba y abajo en busca de recurrencias y, como todo buen libro, deja abiertas más puertas de las que cierra. Su informe sobre la visión de la India en Os Lusíadas bien podría seguirse leyendo el texto a la luz del orientalismo de Said y también de sus críticos: Ibn Warraq o Daniel Martin Varisco entre los más finos. La pista de la Eneida como texto inspirador se sugiere pero no se sigue hasta el final. No son (y no deben verse como tal) reparos: tan sólo muestras de los caminos que este libro abre. Lo mejor de todo es que gracias a él volvemos al texto original cargados de ojos con los que volver a mirar lo que ya creíamos saber de memoria: “Por mares nunca antes navegados”...