María Eloy-García y los mayoristas del cielo
La algo dispersa (en cuanto a su publicación) poesía de María Eloy-García (Málaga, 1972) es una de las alternativas más sólidas y hondas a los discursos más repetidos de la poesía española hodierna. A quienes gustan de la metáfora del agua fresca les conviene saber que la poesía de María Eloy-García sienta como el agua helada: refresca y escalofría. Conocíamos dos libros suyos: Metafísica del trapo (Torremozas, 2001) y Cuánto dura cuánto (El Gaviero, 2007, reeditado en 2010) además de algunos cuadernos dispersos y ahora edita Los cantos de cada cual en Arrebato.
De primeras, llama la atención que haya elegido citas de En busca del tiempo perdido y el Libro del desasosiego para encabezar cada parte del libro; de segundas, uno cae en la cuenta de la habilidad de la poeta para rescatar esos libros de las lecturas oficiales y más repetidas de Proust y Pessoa, de su capacidad para releer la tradición a su manera.
Gusta María Eloy-García de historizar el cuerpo, la biografía. Ya lo hacía en libros anteriores: ahora nos dice que “todos nacemos atapuerca”, que “con cinco nos hacemos los neolíticos” y que “he iniciado otra revolución de octubre”: “me sublevo me canso me lastimo / soy la guardia roja de decirme / que ya derrocho sangre por la idea / y al final empiezo la etapa / de matarme para darme la salida”. El caso es que nada de eso es adorno: hay mucha política en Los cantos de cada cual. “solo si son naturales a los desastres le ponen alarma / y nadie silba contra el miedo / nos venimos a la cueva/ y seguimos dando a las teclas de deshacer / lo reconozco no pensar pero / ante un mundo bulímico compulsivo / siempre queda la anoréxica idea de uno atónito / lo reconozco” asume en un poema que tiene algo de alerta contra el aborregamiento. Otro poema se titula “contra europa” , otro “la franquicia de la ira”, otro “la naturaleza tiene copyright”... La enfermedad y la relación con la ciencia y la tecnología son otros de los asuntos que rozan estos poemas que se enfrentan a cuanto nos rodea como a un todo del que formamos parte sin poder separarnos, partes de la misma malla. Copio como ejemplo de este libro que tiene algo de manual de revolución interior el poema “los mayoristas del cielo”, que a mí me ha recordado a los envenenadores de la noche, estraperlistas de la piedra, oráculos de la mentira, de Cráter, el también inolvidable último libro de Olga Novo:
os canto a vosotros mayoristas del cieloque reponéis la estrella
que encendéis el temblor en todas las cosas
solo para que lo quieto prevalezca
a vosotros escaparatistas de la memoria
mirad sucede que canto sin sentido
a las cosas pequeñas de la tierra
la cerveza se sabe mundo centellea
la ironía es tan natural
como la salamandra
os canto a la chapuza de inventar sobre contrarios
qué triste casa de goteras
pero por uno de los agujeros que hizo el agua
entró un rayo de sol
inventar es sencillo un hombre puede hacerlo
mayoristas cuando sois aire todo es soplo
entonces el vendaval es azul y la casa devastada es de un verde claro
qué bien se está frente a vuestra casa olímpica patrocinada
mayoristas tercos en la tierra
no penséis más árboles ni cosas que resistan
lo pequeño no se os da tan bien
mientras creáis los grandes rayos yo pienso
en la tristeza de los tiestos rotos en el suelo
creáis timidez y yo miro la tenue grieta que derribará el edificio
decís alma y yo anoto las veces que he pensado
en lo humano de un camión de reparto
os ocultáis solo para que os rindamos culto
os mostráis para que los animales sepamos
inventar el miedo y protegernos de estar vivos
mayoristas si queréis de verdad ser útiles
de par en par os pregunto
¿tenéis alguna droga de diseño para mi envejecido y sofisticado dolor?