Me parece una buena costumbre esta de, al llegar el fin de año, repasar lo que los últimos meses han dado de sí, ver qué libros nos acompañarán ya siempre, recopilar los que nos quedan por leer, recomendar alguno de todos ellos, llegado el caso. Aquí van algunos títulos de poesía publicados este año. Sólo de poesía, sí: no esperen que esta lista incluya ningún diccionario. Vaya por delante, también, que, por supuesto, uno no ha leído todos los libros de poesía publicados este año. Así que esta lista ha de tomarse como un vermú con un lector.

Cinco libros de poesía publicados en España este año:

Lo que más me ha gustado es ver cómo los poetas nacidos en los ochenta dan ya libros que son mucho más que promesas. Tanto (Visor) de Elena Medel, como Mis padres: Romeo y Julieta (Pre-Textos) de Pablo Fidalgo son libros que durarán. Muy distintos: comedida y poco pródiga Medel, desbordado y prolífico Fidalgo, ambos autores beben en raíces muy distintas para explicarse la vida y explicarnos, a menudo, que la única respuesta a cada pregunta nuestra suele ser otra pregunta. Otros libros del año que me gustaría destacar son Los cantos de cada cual (Arrebato) de María Eloy-García, político en el buen sentido de la palabra, como lo es, de otra manera, La segunda lengua (Visor), de Yolanda Castaño. Vicente Gallego hace ya libros que es uno de esos autores a los que uno lee como un evangelio de la duración, como un manual de intensidad: el capítulo de este año, Cuaderno de brotes (Pre-Textos) es uno de los capítulos más memorables de ese evangelio panteísta.

Además, José Luis Piquero recopiló Cincuenta poemas (La isla de Siltolá), una buena muestra de la diferencia entre lo amoral y lo inmoral, o de cómo la única moral que sirve es la que uno va fabricándose día a día. Como no es un libro nuevo, quede aquí como coda. Fuera de concurso también (porque ha salido en una colección que tiene algo que ver con uno), Y ¡pum! Un tiro al pajarito (Arrebato) de Sandra Santana es una de las propuestas más interesantes, irónicas y sorprendentes del año. Hay libros que no he llegado a leer, que leeré pronto y que sospecho que si los hubiera leído a tiempo estarían en esta lista. Quedan para la próxima.

Cinco libros de poesía traducidos al español este año:

Cualquier libro nuevo de Anne Carson es de por sí un acontecimiento. Vaso Roto publicó este año Decreación, traducido por Jeannette L. Clariond. A Decreación no le falta ni la música para ser una ópera. Todos los géneros confluyen en un libro que es un manual de posibilidades de la poesía hodierna. Nuevos caminos hay también en Alfabeto (Sexto Piso) de Inger Christensen, publicado por primera vez en España ahora en la traducción del gran Francisco J. Uriz. Alfabeto es un clásico de la poesía europea y tenerlo por fin en castellano es una alegría. Otros dos libros enormes que nos llegaron este año, más recientes: Mi patria A4, de Ana Blandiana (Pre-Textos) y Desde el balcón del cuerpo (Vaso Roto), de Antonella Anedda. Y el quinto que mencionaré no lo he leído aún en esta traducción, pero es otra cumbre de la poesía europea del siglo XX: Romiosyne (Pre-Textos) de Yannis Ritsos.

De vez en cuando algún amigo me pregunta qué he descubierto de poesía norteamericana. Aquí van tres recomendaciones. Seasonal Works with Letters on Fire (Wesleyan) es del año pasado pero llevo más de un año dándole vueltas. Su autora es Brenda Hillman y con él termina una serie dedicada a los cuatro elementos que comenzó con Cascadia y siguió con Pieces of Air in the Epic y Practical Water. Hillman no sólo rompe las reglas formales para crear otras nuevas, sino que además lo hace con una mentalidad abierta y crítica a la vez que convierte su voz en una de las más potentes de la poesía norteamericana actual. Otra recomendación, una maravillosa miniatura: What is not Missing is Light (Rescue Press), de Bridgette Bates, una reflexión sobre cómo la autobiografía se entrecruza con la historia en las sucesivas visitas a las salas de escultura de diversos museos (esas que a menudo uno se salta). La edición, además, es chulísima. Y, para acabar: Tree Line (Western Michigan University), de Judy Halebsky, quien sigue las huellas de Bashoo y Li Bai para buscar los parecidos en nuestras vidas en las diferencias de los lenguajes que empleamos. En las próximas semanas iré poniendo poemas aquí de estos libros.

No ha sido mala cosecha. Este lector ha aprendido muchísimo de estos libros. Si alguno se les ha escapado, merece la pena darles otra oportunidad. Yo voy a aprovechar lo que me queda de año para perseguir los que se me han escapado a mí. Ah, y que tengan un feliz 2015. Que ya toca.