Los poemas de Hillman se enfrentan no a la elegía por lo perdido, ni siquiera al miedo a lo que queda por perder. Sus versos son capas geológicas que muestran el estado del planeta a día de hoy, sin obviar la ecología ni la política; es más, poniéndolas en primer plano. La poesía de Hillman habla de lo que supone ser persona, mujer, y pensar, en un mundo en el que nosotros mismos hacemos estallar cargas explosivas a diario. La forma acompaña a su intención, y no duda en recurrir a pequeñas viñetas fotográficas que son a la vez versos y puntos de fuga.
La poesía de Brenda Hillman es, pues, su diario de activista, entendiendo por activista pertenecer a la resistencia, negarse a colaborar en la destrucción del planeta y los ideales de una humanidad más justa. Parte de ese diario de activista es el poema que traduzco a continuación, parte de su último libro.
AL COMIENZO DE LAS OCUPACIONES
Un estilo nunca puede completar lo desconocido.
Gritas ante otros en otoño:
una naturaleza que debes repetir para vivir.
Los amigos te reconfortan mientras pasan.
Tercos acantilados caen al mar
del mismo modo que las lágrimas gotean de la singularidad
intrincada de tu corazón. Un suelo ácido se desliza
allí donde los boquerones desovan. Un enigma tierno
brilla en los cipreses que trepan;
sus raíces recuerdan el dolor joven.
Cuando la gente monta sus tiendas en las calles
sus gritos hacen arreciar los terremotos.
Las ratas y los cuervos cruzan la zona de fuego
para sumarse a las asambleas, Danaus plexippus
entre el prestamista y el ser prestado.
Turnos más y menos violentos
en la rueda de la noche. Cuando los generadores
se apagan, velas pequeñas se encienden.
Tú gritas como el herido parte y regresa.
Muchos años han sido incapaces de mostrar
lo que el indeseado deseaba
deshacer. Te han dicho que mantengas la calma,
que seas razonable y esperes,
atraveasada como estás por la esfera pública
pero tu cuerpo ha sido muy
pero que muy razonable hasta ahora,
tu cuerpo es el archivo del mundo.