Rima interna por Martín López-Vega

Antipoesía disidente

2 noviembre, 2015 01:00

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Sara Herrera Peralta[/caption] Poesía es todo aquello que no parece poesía. La poesía es antipoética por naturaleza. No hay poesía sin algo de sorpresa, y lo que ya parece de antemano poético no espera a un poeta que le dé la vuelta, sino al cantante o al poetastro de turno que lo vista en rimas más o menos pomposas. Por eso, lo mejor que se puede decir de la antología de Alberto García-Teresa Disidentes. Antología de poetas críticos españoles (1990-2014) (La Oveja Roja) es que es una anti-antología. De hecho –y ese es el único pero que se le puede poner- está a punto de dejar de ser antología y caer en el centón, pues incluye a unos setenta y cinco poetas representados por unos pocos poemas. Además, la selección es amplia en el tiempo (desde veteranos como Jesús Lizano, Francisco J. Uriz, Ángel Guinda, Julia Otxoa, Fernando Beltrán o Juan Carlos Mestre hasta los más jóvenes como Mercedes Cebrián, Miriam Reyes, Sergio C. Fanjul o Sara Herrera Peralta). En su breve prólogo, García-Teresa dibuja tres coordenadas que “han modulado una forma distinta de formular una poesía crítica en castellano en el Estado Español”: la caída de la URSS, la consolidación del turbocapitalismo y la evidencia del desastre ecológico. Tal vez resulte un poco esquemático así explicado, pero sí es cierto que todos los poetas seleccionados tienen una mirada crítica hacia la realidad. Una poesía, pues, que se quiere incómoda, crítica e inteligente, sin por ello dejar de emocionar: todo lo contrario, los autores recogidos en esta antología saben precisamente que sólo se puede emocionar mediante lo incómodo, lo crítico y lo inteligente. Naturalmente, hay más autores de los que aquí reúne García-Teresa que cumplen con esas características, algunos de formas menos obvias pero no menos consistentes. Sin embargo, lo que hay aquí es tanto, y tan bueno, que lo de menos es lo que no hay. Arranca el libro con uno de los mejores poemas de Jesús Lizano (Barcelona, 1931), “Las personas curvas”: A mí me gustan las personas curvas, las ideas curvas, los caminos curvos, porque el mundo es curvo y la tierra es curva y el movimiento es curvo (…). Más adelante, Francisco J. Uriz (Zaragoza, 1932) más conocido por sus traducciones de las lenguas nórdicas pero notable poeta también, describe “Seis fases en torno a una prohibición”, Ángel Guinda (Zaragoza, 1948) mira escaparates (“Nos remarcan las marcas, nos enmarcan./Marcado por las marcas me desmarco”), Julia Otxoa (San Sebastián, 1953) admite que “A menudo siento mayor tristeza en el interior de los supermercados que en los cementerios”, Eladio Orta (Isla Canela, 1957) hace un retrato nada bucólico del Guadiana en su desembocadura, Jorge Riechmann (Madrid, 1962) nos recuerda que “Unos pocos hacen historia: los más la sufren”, Nuria Ruiz de Viñaspre (La Rioja, 1969) muestra en sus poemas el otro rostro (el verdadero) de quienes sufren la industria cárnica, las reses, Mercedes Cebrián (Madrid, 1971) traza el retratro generacional de “los adultos de la Unión / Europea”, María Eloy-García (Málaga, 1972) nos cuenta la vida de la reponedora y la cajera Muriel, tal vez en el mismo supermercado que entristece a Julia Otxoa, Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) habla de deshauciados y comerciales, Sara Herrera Peralta (Jerez, 1980, en la imagen) hace una radiografía de una escena muy contemporánea en “El Padrenuestro”, de su libro Provocatio (2010): Has conocido el sonido estridente del machete en una acera con úlceras en las arterias, con humo saliendo de las articulaciones y hombres buscando el porqué de las cosas. Has conocido el ruido de las máquinas y el movimiento-péndulo de la pala como quien conoce el miedo y es cobarde, y tiene miedo, y tiene mucho más miedo. Todo eso lo conoces a cambio de mil euros al mes en la ventanilla del banco. Si ingresa su nómina le regalamos una hermosa vajilla y una cubertería de plata, se lo prometo. Has conocido todo eso en un nuevo país que está en crisis. Y mientras, tú, te preguntas cuándo no estuviste pendiente de tu jefe, con el resto de obreros, el bocadillo de chorizo, el orujo y la bolsa de plástico. Has conocido tantas cosas que pides más calor por las mañanas, sólo eso, que la gasolina le llegue al coche, que el niño tenga su consola, que la mujer tenga algún día el collar que ella quiere. Que yo pueda darles -te dices-, todo eso. Un poquito más. Ayúdame sólo, Dios mío, un poquito más. Claro que también hay en esta antología páginas pobres, torpes y toscas, con más buenas intenciones que verdadera inteligencia crítica. No todo el monte es orégano. Pero abunda más la auténtica poesía, la antipoética, esa que nos hace preguntas sin parar sobre nosotros y el mundo y no nos deja conformarnos con ninguna respuesta, esa poesía que no está compuesta para hacernos sentir mejor, sino para hacernos mejores. Si uno fuera librero y le pidieran una antología para conocer lo que ahora se escribe en España, diría: esta.

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