Rima interna por Martín López-Vega

Poemas de Gabeba Baderoon

7 marzo, 2016 01:00

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Gabeba Baderoon[/caption] Gabeba Baderoon nació en Port Elizabeth, Suráfrica, en 1969, y actualmente reparte su tiempo entre su país natal y Estados Unidos, donde enseña. Es autora de los libros de poemas The Dream in the Next Body (2005), The Museum of Ordinary Life (2005), A Hundred Silences (2006) y The Silence Before Speaking. VIEJAS FOTOGRAFÍAS En mi escritorio tengo una fotografía tuya tomada por la mujer que te amaba entonces. En otras fotos su sombra se adivina en primer plano. En esta su cuerpo no está muy lejos del tuyo. ¿Hiciste ese gesto porque a ella le gustaba? Ella no es invisible, ni mi enemiga, ni siquiera el pasado. Creo que amo las cosas que ella amó antes. De todas tus viejas fotografías, prefiero esta porque me gusta tu gesto. Creo que estabas a punto de girar la cabeza y tus ojos miran un poco hacia un lado. ¿Estabas comenzando a irte? PUNTO DE VISTA En la cocina, ella busca el rallador de nuez moscada y de pronto recuerda que está en otro aparador, en otra casa. En la oficina de correos escribe la dirección que ha dejado atrás. Rompe el formulario en pedacitos y comienza de nuevo. Su correo la persigue como una mano muy alargada. En el cielo de camino a casa un halcón cuelga inmóvil, vuela quieto, fijando el cielo. POEMA CREPUSCULAR POR LA MAÑANA Una voz te ha llamado a la luz temprana. Llenas un vaso. La sombra crece más rápido que el agua dentro del cristal. Te detienes cuando está medio lleno. La casa en silencio ha suspendido muchos actos a medio hacer. La puerta del armario está medio abierta. La silla delata que alguien acaba de levantarse de la mesa, conmovida aún por tu presencia. Y la sábana enmarañada y el té a medio beber son todos signos que acabas de dejar, las horas no han pasado, la impronta de tu cuerpo en los viejos cojines del sofá es un hueco cálido que te llama de vuelta. En este tiempo de medio tono podrías estar llegando o marchando o atrapada, por un momento, entre partir y volver. PAISAJE QUE SE TRANSFORMA EN LENGUAJE Mi abuelo fue el primero en construir su casa en esta ciénaga: el croar de las ranas mensuraba la tarde. Esta fue la tierra salvaje que mi abuelo cercó, que mi abuela convirtió en jardín. Cuanto sobraba en la cocina se convertía en compost, excepto los limones y las naranjas: el suelo ya era demasiado ácido como para que crecieran las rosas. Ya no se escuchan los sonidos de entonces y el paisaje se transforma en lenguaje. Un canal de cemento conduce el río. Sólo el instituto se llama ya Groenvlei. Muy poca gente recuerda que las palabras de la noche eran de las ranas y del silencio. APRENDIENDO A TEJER EN EL MUSEO ETNOGRÁFICO DE ESTOCOLMO Contemplar cómo Zainab Tumturk aprieta los labios y escribe su nombre, observar cómo desenreda lana con un peine de metal, fija un extremo de la suave maraña a un gancho y une un huso de madera y una fina hebra, frota el huso sobre su muslo y lo mueve hasta transformar la madeja rala en un ovillo es contemplar cómo hace tiempo a mano. Con los dedos cuenta cada paso atrás hacia el comienzo de las cosas, oveja en secas colinas mientras la guerra se opone a nombres y existencia. Y, pese a ello, esquilar, hilar, tejer, en las pausas de una vida nómada, las palabras del tiempo y la permanencia. En las alfombras a sus pies hay patrones llamados espiga, garganta de lobo, ojo del diablo, anzuelo del amor. Los patrones del norte de Suecia se parecen a los de las colinas kurdas, no como prueba de una conciencia común a todos nosotros, sino como, en una alfombra que lleva un mes tejer, tiempo que corre en la noche (mientras los lobos se acercan por el horizonte) por la llanura del hilo, alcanzando el breve descanso del amor en la permanencia de los dedos. LA DANZA Una vez en un museo me quedé a la entrada de una sala mirando una danza de Matisse. Un hombre se puso delante de mí, se quedó allí quieto. Ladeó su cabeza, como si escuchase más que mirase y, por un momento, vi cómo la danza pasaba a través de todo su cuerpo.

Image: La memoria de un hombre está en sus besos

La memoria de un hombre está en sus besos

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