[caption id="attachment_60" width="150"] Ana Zamora, dramaturga y directora teatral de Nao d'amores. Foto: Rosa Blanco Sánchez[/caption]
La directora madrileña Ana Zamora estrena mañana Penal de Ocaña, espectáculo con el que da a su compañía Nao d'amores un nuevo rumbo. El grupo se ha dado a conocer por su especialidad en la escenificación de textos medievales y renacentistas, un atrevimiento del que ha salido bastante bien parado gracias al desarrollo de una línea de investigación dramatúrgica en la que confluyen títeres y mascaras, danzas, música y texto. Los autos de Gil Vicente de la Sibila Casandra y De los Cuatro Tiempos, El misterio del Cristo de los Gascones, Auto de los Reyes Magos y Dansa de la Muerte son algunas de las producciones que les han dado celebridad.
Con este espectáculo Zamora se adentra en la literatura contemporánea, precisamente con una novela escrita por su abuela, María Josefa Canellada, que ya hace tiempo que quería escenificar. Su incursión en el teatro de hoy obedece, según explica, a otras razones: "Queríamos inaugurar una línea alternativa de trabajo dentro de la compañía con obras contemporáneas. Creo que en nuestros espectáculos nunca nos hemos repetido y aunque hemos hecho teatro prebarroco nunca lo hemos abordado desde un enfoque arqueológico. En los últimos años hemos recibido ofertas para colaborar con artistas y grupos y queríamos navegar hacia el presente para poder abordar esos proyectos".
Antes de hablar de la naturaleza del nuevo espectáculo, merece la pena saber algo sobre María Josefa Canellada. De ella dice Ana Zamora que estaba destinada a ser la gran figura de los estudios de Fonética y Entonación de la Lengua Española. Cursó Filología en los años 30 del siglo pasado en la Universidad Central ( hoy Complutense), donde tuvo la suerte de coincidir con profesores como Xavier Zubiri, Rafael Lapesa, Tomás Navarro, Pedro Salinas y Menéndez Pidal, entre otros, pero la Guerra Civil la obligó a interrumpir sus estudios que no terminaría hasta el final del conflicto. Fue poeta, editora y traductora de textos clásicos y a lo largo de su vida trabajó como profesora e investigadora tanto en instituciones españolas como extranjeras. Casada con el académico Alonso Zamora Vicente, su nieta confiesa que "aunque prefirió estar a la sombra de los éxitos profesionales de su marido, doy fe de que ningún trabajo de mi abuelo se publicaba si ella no lo había revisado de antemano".
La directora, al recordarla, pone el énfasis en la excepción añadida de alguna contemporáneas de su abuela, mujeres nacidas en los albores del siglo XX que aspiraron a crear la élite cultural de este país pero que finalmente desarrollaron su labor en una segunda fila, bien por razones personales y familiares, bien por el radical conservadurismo que se instalo tras la Guerra Civil. Muchas de ellas fueron mujeres formadas en organizaciones que materializaron las ideas del krausismo, como la Institución Libre de Enseñanza u otras tan liberales e innovadoras para la época como la Residencia de Señoritas. Mujeres cultas y excelentemente formadas y, a la vez, muchas de ellas con una profunda religiosidad y un acentuado sentimiento familiar, creando así una personalidad de intereses mestizos.
[caption id="attachment_64" width="450"] Imagen promocional de 'Penal de Ocaña' con la actriz Elena Rayos.[/caption]
Penal de Ocaña ha cobrado vida en el escenario como un monologo. La actriz Elena Rayo da vida a la protagonista de la novela, álter ego de la autora, que se muestra en el escenario con la única compañía del piano de Isabel Zamora (hermana de Ana). "Para este espectáculo contamos con muchos menos elementos en escena que en montajes precedentes, estamos mucho más desnudos, hemos tenido que inventarnos la acción dramática de un texto que es un diario. Cuando veo a Elena actuar tengo la sensación de ver a mi abuela hablándole a su nieta que está al piano", explica Zamora, autora también de la dramatización.
La novela, que fue finalista del Premio Café Gijón en 1954 (el primer premio lo gano Carmen Martín Gaite con El balneario), es cuasi biográfica, pues Canellada hace ficción de su experiencia como enfermera durante la Guerra Civil en el Madrid sitiado y, luego, en lo que fue sede del antiguo Penal de Ocaña. Transcurre a lo largo de un año, el que va de octubre de 1936, con las tropas nacionales a las puertas de la Ciudad Univsitaria, a octubre de 1937, en la que los comunistas dominan la ciudad durante el Gobierno de Negrín aunque la suerte ya está echada. Para la dramatización del texto Zamora se ha guiado por la novela, pero también por el diario de su abuela y por cartas, textos en los que ha podido verificar que episodios que se narran en la novela tienen su correspondencia en hechos reales.
Por todo ello, es éste uno de los espectáculos más especiales para la directora, aunque ella tiene dudas sobre su recepción: "Así como los medios de comunicación han mostrado curiosidad por el montaje, no sé como lo recibirá el publico. Creo que a una parte de la sociedad le aburre soberanamente el tema de la Guerra Civil, pero hay otra en la que el asunto levanta resquemores". La obra se estrena hoy en la cárcel vieja de Segovia, espacio que ha sido rehabilitado como Centro cultural, y permanecerá en cartel hasta el domingo.