Stanislavblog por Liz Perales

Adiós a Les sept doights... Bienvenido Garrido

25 octubre, 2013 11:47

1.- Les sept doights de la main

Es la cuarta vez que la canadiense Les sept doight de la main actúa en Madrid. Un espectáculo anterior de la compañía,  Loft, me dejó encandilada, así  que no podía perderme Sequence 8, que ofrece el Price desde principios de mes y hasta el domingo, 27. Me he divertido mucho, pero no se hagan ilusiones. Ayer me informaron en el circo que las primeras semanas costó llenar el aforo, pero el boca a boca prendió la mecha y no quedan entradas para estos últimos tres días.

Ya no tendremos ocasión de volver a ver un  espectáculo circense hasta Navidades en el Price. Por extraño que parezca, la programación del único circo estable de este país se consagra hasta entonces a conciertos y a un Congreso de Mentes Brillantes. Eliminaron el programa que inauguraba la temporada, CRECE, única iniciativa dedicada a la formación y promoción de artistas jóvenes que promovía el Price con la escuela Carampa. Y no sabemos lo que hay programado para el próximo año. Natalio Grueso ha tomado las riendas directamente de la institución desde que Pere Pinyol, aquejado de una grave enfermedad, dejó la dirección aunque continúa como asesor.

[caption id="attachment_211" width="450"] Escena de Sequence 8 de la compañía Les sept doight de la main[/caption]

Por todas estas cosas que aquí pasan resulta muy ilustrativo ver y conocer cómo trabajan en el extranjero. Y  de Les sept doights… se puede aprender mucho y también hacerse muchas preguntas. Es una de las formaciones más internacionales de circo canadiense, aunque de dimensiones mucho más reducidas que Cirque du Soleil.  Es también un exponente del tipo de circo que ha propiciado la Escuela Nacional de Circo de Montreal, uno de los más reputados centros de formación en estas artes y hasta el que peregrinan los artistas que quieren adquirir una formación sólida y completa. Recomiendo un vistazo a su cuadro de profesores y a su programa de estudios.

Los siete fundadores del grupo, entre los que figuran americanos, franceses y canadienses, crearon la compañía en 2002 con la idea de “hacer un circo a escala humana, mezclar sus conocimientos y dar a cada uno su lugar, ya sea en el seno de creaciones colectivas , o animando proyectos personales sostenidos por el conjunto”.  Hoy los fundadores trabajan como directores, dramaturgos, coreógrafos… mientras disponen de varios elencos que mantienen la media docena de espectáculos de su repertorio y cuyos artistas se han formado en su mayoría en la citada Escuela Nacional.

Y sí, es un circo hecho a la medida de los escenarios de los teatros, tejiendo extraordinarios y virtuosos números (trapecio, acrobacia, contorsionismo…) en coreografías animadísimas, guiones chistosos y músicas selectas.  En Sequence 8, por ejemplo, hay un momento especialmente divertido, cuando se autoparodian como un espectáculo intelectual, lo que hacen de forma elegante.

Hay un aspecto especialmente conmovedor del espectáculo:  la idea de elenco tan poderosa que transmiten. Con la excepción de la danza, no creo que exista un género escénico que exija a los actores estar tan compenetrados con sus compañeros de escena como en el circo. Aquí se juegan la vida, los artistas actúan sin red. Por eso están siempre alertas a las acciones del compañero que hace su número, tejiendo hilos invisibles entre ellos, ofreciendo seguridad y apoyo. Esta idea es muy evidente en el espectáculos de Les sept doights … y, además, se encargan de enfatizarla en la escena final, cuando los ocho artistas consiguen hacerse hueco en la superficie de un pequeño taburete para despedirse.

2.- Boys don’t cry

Francesc Garrido es un actor de culto (que también hace series de televisión como El tiempo entre costuras). Ayer presentó en la Cuarta Pared Boys don’t cry, de Victoria Szpunberg, donde interpreta a un dramaturgo fracasado que se reencuentra con un amigo de juventud al que, por el contrario, las cosas le han ido muy bien en la vida.

[caption id="attachment_213" width="450"] Francesc Garrido (derecha) y Armand Villén en una escena de Boys don’t cry[/caption]

La pieza tiene un buen arranque, con una exposición del tema muy atractiva: el dramaturgo llega a la casa burguesa de su amigo,  interpretado por Armand Villén. Conocemos  cómo la vida los ha tratado de forma tan distinta. El intelectual que tanto prometía, está casi desahuciado y solo; a su antagonista, sin embargo, la vida le sonríe, vive con su mujer a la que después de tropecientos años sigue llamando amor, tiene unos hijos maravillosos y sus vacuas declaraciones ideológicas le han permitido situarse muy bien en las esferas políticas.

La pieza avanza y mantiene el interés, con apuntes misteriosos e inquietantes y toques de humor negro. Pena que el desenlace me desconcertara.  En cualquier caso, da gusto ver a los actores, a Garrido en especial, para quien los personajes inquietantes son su santo y seña. Y me viene a la cabeza la última vez que actuó en Madrid, en 2010, en Las listas, de Wallovits, un texto divertido y ambicioso que planteaba una sociedad en la que todos sus habitantes eran artistas; él estaba extraordinario, también daba vida a un escritor, pero aquí temeroso de morir de hambre y que no paraba de recitar listas de vegetales y hortalizas que iban diezmando en su despensa; con tanto artista ya no había quién cultivara la tierra o criara animales.

Image: Karoo

Karoo

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