Stanislavblog por Liz Perales

El éxito y las entradas agotadas (I)

8 abril, 2016 17:29

[caption id="attachment_1202" width="560"] José Luis Gómez en La Celestina.[/caption]

En el renovado teatro de La Comedia ya no hay entradas para ver La Celestina que protagoniza José Luis Gómez, estrenada el pasado 6 de abril y coproducida por la Compañía Nacional de Teatro Clásico y el Teatro de la Abadía. Con un aforo en torno a las 600 butacas, la CNTC ha agotado las 17.000 entradas de las cuatro semanas y media de representaciones que se ofrecen. E igual ocurrió con los dos montajes precedentes que se programaron y que eran también coproducciones de la Compañía: Cervantina, con Ron Lalá, y Hamletcon Kamikaze. Mucha gente se quedó sin verlos.

Algo parecido pasa en las Naves del Español en Matadero Madrid. Dentro de dos días José Sacristán las dejará para continuar de gira por España con Muñeca de porcelana (China Doll), la última pieza estrenada por el autor norteamericano David Mamet y que en España ha producido el mismo actor. Me informan desde el Teatro Español que Sacristán ha “arrasado” literalmente: “Ha llenado desde el primer día y agotó entradas para todos los días después del primer fin de semana de su estreno”.

Como contraste al éxito de Sacristán en el Español se dice que Muñeca de porcelana no ha triunfado en Broadway, donde se estrenó protagonizada nada menos que por Al Pacino. Allí apenas duró dos meses y el actor recibió críticas muy negativas. A Mamet le pasó algo parecido con su obra anterior, La anarquista, que también tuvo una fría acogida en 2012, mientras en España Magüi Mira, que la dirigió y protagonizó poco después, obtuvo un gran reconocimiento.

No creo que sea comparable aquel sistema teatral con el nuestro. Broadway es un lugar muy muy competitivo. Si un autor quiere desembarcar allí debe sortear muchos filtros y atravesar un largo y penoso proceso de producción que le llevará a ponerse en manos de agentes, que quizá consigan convencer a productores para que inviertan en su obra y la testen antes con público de otros circuitos para, finalmente y si hay suerte, conseguir el nihil obstat de otro productor que quiera arriesgarse en Broadway. Luego quedará a merced de la sentencia del espectador y si triunfa, o sea si permanece mucho tiempo en cartel, lo más probable es que se haga rico. Que yo sepa, ningún autor español vivo ha conseguido entrar allí y tampoco lo ha conseguido ninguno de la Europa continental, salvo Yasmina Reza con su célebre Arte.

Por el contrario, nuestro teatro tiene una gran dependencia de las administraciones públicas. La crisis ha llevado a la mayoría de los teatros públicos a establecer que las compañías invitadas vayan a taquilla (con anterioridad a la crisis iban a caché), pero a cambio les ofrece una serie de servicios como la promoción y la publicidad, que es un factor decisivo y un gasto gravoso que se ahorran.  El gran inconveniente de este sistema para las compañías invitadas es que en caso de obtener el respaldo del público no pueden prolongar más días, están sometidos a un férreo calendario que como mucho suele ser de cinco semanas. Los teatros públicos están comprometidos con otras compañías, tienen su programación diseñada con antelación.

Parece lógico pensar que si una obra obtiene el respaldo de los espectadores en un teatro público de Madrid, sus productores traten de explotarla en un escenario privado de la ciudad cuando cesa allí y, de paso, cerciorarse así de si realmente tiene el apoyo del público. Pero rara vez se hace. Se prefiere explotar la obra en gira por otros teatros públicos del país, aunque a lo sumo eso suponga dos o tres bolos por fin de semana.

¿Por qué es tan difícil que salte una producción del circuito público al privado? Hay muchas razones, desde las puramente personales a otras meramente económicas, y me barrunto que algunas habrá también un poco inconfesables. No es fácil traspasar el confortable umbral de lo público para instalarse en el arriesgado espacio de lo privado. Sí sé que la verdadera medida del éxito en el teatro lo da el espectador y he oído a algunos empresarios decir que hay que superar los 150.000 en una temporada para apropiárselo. No es una cifra fácil de alcanzar.

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