Andrés Rábago (El Roto): "La sátira ayuda a quitar del medio lo que estorba"
El historietista recopila 90 viñetas en Desescombro (Reservoir Books) y bajo el mismo título expone 45 originales en La Caja Negra.
9 abril, 2016 02:00
La sátira es su terreno y en ello lleva casi toda la vida. Dice, de hecho, que la noticia que le gustaría leer en la prensa sería la que no requiriera de una viñeta de las suyas. Tal vez de otro tipo, de otro género. Pero no sátira. Andrés Rábago (Madrid, 1947), El roto, recopila cerca de 90 de esos dibujos publicados a diario en la prensa en el libro Desescombros (Reservoir Books), título que sirve también para la exposición de parte de esos originales que acoge la galería Caja Negra. "Son escasos, pero clave, los momentos en los que una viñeta cala más en la sociedad. Quieres esa sintonía continua con la sociedad porque no lo haces para ti sino que eres un canalizador de ideas que pertenecen a la sociedad en la que vives", explica.
Andrés Rábago, El roto, Ops... ¿Quién es quién? "Son tres niveles distintos de vivir y estar en el mundo. Ops investigó bastante sobre el inconsciente, la parte más negativa de dentro de uno mismo. Con la democracia El roto empieza a mirar por la ventana, abre la puerta, sale a la calle y transcribe. Y el tercer nivel, el de Rábago, es el espiritual. Es el mundo del alma que el hombre actual ha olvidado, ha dejado de lado y cree que no existe. Y esa pérdida de lo sagrado es una pérdida que nos está produciendo estragos en nuestra vida cotidiana".
Pregunta.- Desescombro es el título de este proyecto. ¿Tenemos muchos escombros ahora mismo o se han limpiado ya muchos?
Respuesta.- Yo creo que sí, hay tantos acumulados que no podemos caminar. Antes de volver a construir tenemos que desescombrar y quitar del medio todos los cascotes caídos a lo largo de esta época. Quitar del medio a los corruptos, incompetentes, a los demagogos que impiden sembrar y construir. No podemos reconstruir la sociedad sin quitar del medio todos los derrumbes que ha habido. Parece que se empieza a hacer algo de limpieza en el territorio de la justicia pero veo que hay mucho juicio y poca sentencia. Y cuando hay sentencia no sabemos si se cumple.
P.- Eso es lo que traslada en sus viñetas. La realidad que vivimos a través de la ironía. En ocasiones crean risa pero al mismo tiempo son mordaces.
R.- No busco la risa sino la complicidad, como diciendo 'esto es lo que hay, ¿seguimos por aquí o cambiamos de sintonía?' Esa es la labor de la sátira, poner de manifiesto lo que está mal. Tanto en la exposición como en el libro he reunido todo eso. La sátira no va a ayudar a construir pero sí puede ayudar a quitar del medio algunas cosas que estorban.
P.- Al fin y al cabo el arte puede incitar a la reflexión, a plantearse situaciones y a través de las viñetas se hace de manera directa, visual y dinámica, ¿no?
R.- En cierto modo y siendo contradictorio, el arte o la sátira ayuda a construir pensamiento, ayuda a clarificar pensamiento y eso es una manera de construir. La clarificación es previa a la construcción, ayuda a reforzar opiniones que no se sienten acompañadas o se creen solitarias. Pero no modificas el pensamiento de la gente y eso lo tengo muy claro. En ese sentido es muy positivo porque no manipulas ya que los que piensan distinto siguen a lo suyo. Cada uno es responsable de pensar y ver las cosas por sí mismas. Si las ves de otro modo quizá sea porque hay algo original que está mal.
P.- ¿Cómo se enfrenta a cada viñeta, cómo es su proceso?
R.- No suelo publicar la viñeta que acabo de hacer. No son cosas que desaparecen de un día para otro de modo que permite tener reposo. Cada día busco qué dibujo tiene sentido por la sensibilidad; si la gente está mediatizada o pendiente de un asunto porque si le llevas algún tema que está fuera de lugar cae y no prende. Hay que saber qué es apropiado para cada momento, como ocurre en todos los aspectos de la vida. Aunque, como en todo, a veces está bien cambiar de chip y lanzar una idea. Tampoco tiene por qué haber un seguidismo de los medios, que es algo que se retroalimenta.
P.- La guerra interminable de ser el primero en lanzar una noticia de calado, ¿no?
R.- Exacto. Ahora creo que es el momento de ir en otra dirección y ver quién lo dice mejor, con mayor profundidad y calidad. Ese es el futuro. Otra cosa es que no lo haya.
P.- ¿Habla del futuro del papel?
R.- Yo creo que sí tiene futuro pero otra cosa es que haya una voluntad de que no lo tenga. Mi opinión es que el sistema prefiere que no haya papel porque es perfectamente complementario, porque así crea sociedades más manejables y manipulables.
P.- ¿Cree que el digital debería de dar las noticias del día y el papel profundizar en lo ya dicho, reposar y analizar?
R.- Clarísimamente pero ese reposo no interesa a un sistema que busca la confusión de la sociedad y de las mentes que puede trufar después. Es evidente.
P.- De vuelta a las viñetas. Sus dibujos son un retrato de España desde la dictadura… ¿cuál es el papel de la sátira?
R.- No se trata solo de reflejar lo que ocurre sino, entre comillas, saber a dónde nos lleva, si sirve de algo. Te vas dando cuenta de ello con el tiempo y tienes más perspectiva. Pero más que hacia atrás miras hacia adelante.
P.- Esto que cuenta se ve en la viñeta de los dos vagabundos que dice: "Hay que despertarse para cambiar el ticket de dormir en la calle".
R.- A veces uso textos en pasado porque creo, y lo creo de verdad, que no vivimos en el presente. Estamos continuamente en el pasado porque vivir en el presente es muy difícil, todo lo que vemos, todas nuestras percepciones y, sobre todo, nuestros juicios se basan en lo que hemos visto, lo que hemos aprendido, lo que nos enseñaron, en nuestra experiencia. Pero no estamos en el presente y la visión de lo que está pasando ahora lo estamos viendo con ojos del pasado. Los ojos del presente no los tenemos.
P.- Y, ¿cómo podríamos tenerlos?
R.- Requiere una transformación personal que está en otros territorios y no en los de la información. El campo evolutivo es uno de los que está ahora mismo más indefenso, no solo no se produce un proceso evolutivo, no social sino personal, no hay evolución sino involución. Eso es grave porque no saldremos de donde estamos mientras no se modifique la persona en sí y la transformación de la sociedad se producirá cuando haya una evolución humana. Todo el desarrollo tecnológico nos está llevando en dirección contraria y cada vez hay una menor capacidad de conciencia. En lugar de dar el salto a una mayor conciencia estamos invirtiendo el proceso y vamos hacia formas más arcaicas.
P.- Una vez eliminados los escombros, ¿tendremos algo positivo de lo que alimentarnos?
R.- Soy partidario de tener que derribar para construir. Otra cosa es que sea inservible. Pero como la propia vida y siguiendo ese ejemplo quizá deberíamos permitir que vayan creciendo formas nuevas y que las viejas vayan desapareciendo por su propia decadencia y envejecimiento y no preocuparnos de estar derribando en lugar de estar construyendo.
@scamarzana
Dos las viñetas del libro Desescombro