Uno de los signos que ilustra el buen momento de la dramaturgia española es su reflejo editorial. Conviene echar un vistazo al XVII Salón Internacional del Libro Teatral de Madrid que ayer se inauguró en la Nave de Terneras de Matadero y que permanecerá abierto hasta mañana. Allí se dan cita las principales editoriales dedicadas al género y una de las mejores impresiones que me he llevado es, además de la variedad de títulos en ediciones cada vez más cuidadas, el creciente optimismo de los editores. Estos perciben que el libro de teatro gana lectores y que los distribuidores comienzan a tener en cuenta que el texto dramático también es literatura. Falta todavía convencer a los libreros generalistas.

La distribución de los stands de este salón da una idea de cómo es el mercado editorial del libro de teatro en nuestro país. De la superficie total del Salón, dos tercios lo ocupan las principales instituciones públicas y privadas que publican teatro: a la cabeza, Fundación SGAE (mecenas del salón) y  la Asociación de Autores de Teatro (organizador del salón), la Real Escuela Superior de Arte Dramático, el Teatro Español y otros organismos y teatros del Ministerio de Cultura como el Centro de Documentación Teatral, la Compañía Nacional de Teatro Clásico o el Centro Dramático Nacional. Hay también representación de las dos librerías especializadas de Madrid: Con Tarima y Yorick. Y el resto pertenece a una quincena de editoriales privadas dedicadas casi en exclusiva al género. Se echa de menos la presencia de las grandes compañías editoriales que también acogen teatro.

Entre las editoriales privadas figura Antígona. Este año cumple diez años de andadura. Tiene un catálogo de 85 títulos de teatro, obras casi todas recientes, y su política de ser testigo impreso de los espectáculos que se estrenan en Madrid les está funcionando bien. Un testigo que selecciona sus títulos, claro está. De los títulos alumbrados por Antígona, los más vendidos en los últimos años son La piedra oscura, de Alberto Conejero, que ha superado los 2.000 ejemplares y La Llamada, de Javier Ambrossi y Javier Calvo. Las dos obras se  siguen representando en teatros de la ciudad y en ellos pueden encontrarse la versión en papel.

Concha Pina, socia de la compañía, tiene muy buena impresión de la marcha del mercado: “Notamos que cada año se vende mejor y los lectores son cada vez más heterogéneos. Vender en los teatros la obra que allí se representa y durante los días que está en cartel tiene cada vez más aceptación. Aunque el mayor punto de venta siguen siendo las librerías, también notamos que por fin los libreros comienzan a darse cuenta de que el teatro también es literatura, lo que siempre hemos defendido”.

Otra editorial que ha apostado por el teatro es la segoviana La Uña Rota, que codirige Carlos Rod. Cuenta con un catálogo heterogéneo que también incluye narrativa, con un diseño atractivo. Destaca su apuesta centrada en tres autores de teatro: Rodrigo García, Juan Mayorga y Angélica Liddell, hueste a la que se ha unido recientemente Pablo Gisbert. La editorial publicó las obras completas de García, que ya va por su cuarta edición (son tiradas pequeñas, de 300 a 500 ejemplares), y después hizo lo propio con Mayorga, de la que vendió 2.600 libros en apenas seis meses. ¡Un gran récord tratándose de teatro! De Angélica Liddell ha editado un buen número de títuos y anuncia que preparan las obras completas de Sanchis Sinisterra.

Carlos Rod cree que el libro de teatro se está posicionando mejor en el mercado, entre otras razones porque “hasta ahora la edición de teatro se hacía de manera bastante descuidada. Creo que hay una nueva generación de editores y eso se nota. Falta, creo yo, que los libreros todavía cambien su percepción del teatro como un tipo de libros marginales”.

Por último, Miguel Ángel de Rus está al frente de Ediciones Irreverentes, editorial con casi un centenar de títulos de clásicos y contemporáneos y que también ha adoptado el criterio de acompañar los estrenos de compañías y autores. “Muchas compañías van a estrenar y nos piden que editemos la obra. A ellos el libro les sirve en muchas ocasiones como carta de presentación”, comenta De Rus. Algunos ejemplos son El pez gordo, Roger Rueff (que tuvo su versión cinematográfica protagonizada por Kevin Spacey), La vida secreta de mamá, de Concha Rodríguez, o Jubiloflautas, de Manolo Royo.

De las publicaciones recientes más vendidas, Irreverentes señala dos obras de Chema Rodríguez Calderón, con Trilogía idiota y Loco, loco cabaret, que han superado los 1.500 ejemplares cada uno; también a Alonso de Santos con Microteatro, y Antonio Miguel Morales con La ciénaga.

Hay otras editoriales consagradas al ensayo y a textos de teoría teatral como como Fundamentos, una veterana del sector, o la más reciente La pajarita de papel, que reúne un breve catálogo pero con títulos emblemáticos de Peter Brook y Stanislavsky.