[caption id="attachment_1764" width="560"] La Calderona de Yllana Teatro[/caption]
En La Calderona hay dos cómicos fantásticos, Pablo Paz y Natalia Calderón; una hábil dramaturgia que emula el verso clásico y que cabalga junto a unas jocosas canciones; y una dirección de escena sencilla inspirada en un concierto de raperos. Si Ron Lalá ya nos descubrió que tratar a los clásicos con desenfado y alegría no es pecado, el equipo de esta producción explota este filón y ofrece un pieza hilarante, fresca y de buena factura, casi un musical de pequeño formato. En el Teatro Alfil.
La obra rescata un fascinante personaje histórico de nuestro Siglo de Oro, tan abundante en argumentos y, por otro lado, tan poco explotados. Es un biopic de la actriz de teatro María Inés Calderón, conocida como La Calderona, que además de actriz fue amante de Felipe IV y madre de su hijo bastardo, Juan José de Austria. Natalia Calderón da vida a la actriz, se desdobla en algún personaje más, y canta. Como hace también Pablo Paz que, además de tener un gran dominio del gesto, en un alarde interpretativo al más puro estilo fregolista, se multiplica en numerosos personajes (reina, monja, caballero…) ofreciendo momentos impagables por desternillantes.
Dice el director de la obra, David Ottone (Yllana), que hacía tiempo que andaba detrás de contar una historia en hip-hop y rap con versos clásicos. Es una mezcla que casa bien. Recuerdo que en La villana de Getafe, producción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico de la temporada anterior, se incluían raps como un recurso añadido al diálogo de los personajes. Pero aquí estamos ante una pieza nueva, escrita en verso por Rafael Boeta y que incluye suficientes canciones (o versos rapeados) como para tildar el espectáculo de musical. De hecho, el único elemento escenográfico fijo es la pequeña estructura que soporta los platos que maneja el DJ Hardy Jay, situado detrás de los actores y desde la que hace sus mixtapes y uso del turntablism (mezclas de sonido y discos de vinilo).
Otro aspecto importante de la producción es el vestuario, que firma Tatiana de Sarabia. Para la actriz ha recreado un traje de época, pero que ha costumizado con elementos propios de la danza hip-hop (zapatos, medias, sudadera con capucha). Por otro lado, Pablo Paz exhibe también unas prendas eficaces para sus permanentes travestismos, pero entre las que destaca el traje de la reina Mariana de Austria.
La obra recrea con síntesis dramatúrgica y humor varios episodios de la fascinante vida de La Calderona, y nos aproxima al ambiente social de la época, dando pinceladas sobre los problemas políticos del momento. El relato habla de los pobres orígenes de la actriz, cómo fue seducida por Felipe IV, habitual de los corrales de comedias, y de los favores que obtiene de su relación con el monarca (como el de disfrutar de un balcón en la Plaza Mayor para ver espectáculos y cerca del que tiene la familia real en la Casa de la Panadería). También de los celos que siente la reina por ella, especialmente por las dificultades que padecía para engendrar hijos sanos y garantizar la sucesión… Al respecto, se cuenta en la obra el momento en el que le es arrebatado a la actriz su bebé por el rey, ya que teme que la reina, que también está embarazada, vuelva a perderlo. Y el relato culmina con su ingreso en un convento, en el que llega a ser abadesa.
Todos los ingredientes artísticos están bien dosificados y ensamblados, y al servicio de estos dos estupendos actores-cantantes versátiles y divertidísimos. Recomendable para todos los públicos, pero creo que el estilo y tono es muy del gusto de los adolescentes.