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Carmena y su equipo presentando el nuevo proyecto[/caption]

El gobierno de Manuela Carmena en el Ayuntamiento de Madrid presentó el pasado miércoles en su sede de Cibeles "la propuesta para la creación del Consejo de Cultura de la ciudad de Madrid" en una sesión abierta al público previo registro. Entre los asistentes, sindicalistas, gerentes y directores de algunos teatros y centros municipales, portavoces de asociaciones y gestores de la cosa cultural, y bastante uniforme podemita. Una reunión de dos horas y pico en la que con la insistencia de un martillo percutor las ponentes hablaron de "participación", "gobernanza", "transversalidad", "representatividad", "mesas sectoriales", "proceso"… y pretendieron crear la ilusión de que los ciudadanos tienen algo que decir sobre este Consejo cuando en realidad casi todo está ya escrito.

Carmena entró escoltada por sus directoras generalas (las tres del Área de Cultura y Deportes), Getsemaní San Marcos, Belén Llera y Marisol Mena, y la asesora Azucena Klett; tras una breve introducción de la alcaldesa, San Marcos explicó su informe mientras lo proyectaba en una pantalla, un apretado texto que el público no podía leer. Me olí que esta técnica de mostrar algo sin mostrarlo iba a ser la tónica dominante durante el resto de la sesión.

En su intervención, San Marcos dio por sentado que todo el mundo está de acuerdo en las bondades de crear un Consejo de la Cultura: "lo lleváis tiempo pidiendo muchos de vosotros", dijo. Y añadió que es la culminación de los laboratorios y mesas sectoriales sobre el tejido cultural que ha venido organizando Ahora Madrid desde que está en el poder.

Habló de líneas estratégicas y explicó las competencias que ellas proponen para el Consejo: que intervenga en el Plan de Cultura de Madrid, que designe miembros de tribunales que deciden subvenciones y nombramientos, que informe sobre normas y equipamientos, que elabore estudios y decida prioridades y que evalúe programas municipales en materia cultural... Casi nada.

Luego entró en materia burocrático-digital y explicó el dispositivo que asegurará la participación de los ciudadanos y el "cronograma": un primer proceso para hacer aportaciones ciudadanas (del 5 al 30 de abril);  una consulta pública para la redacción del reglamento del Consejo; contraste y análisis de las aportaciones y elaboración de un nuevo documento-borrador (sobre el 20 de mayo); nuevo periodo de aportaciones (a partir del 28 de mayo) y documento final. Este se llevará al pleno del Ayuntamiento para su aprobación, en septiembre de este año.

Las  intervenciones del público no restaron tedio a la sesión, muchas dirigidas a saber cómo iban a poder formar parte del Consejo y si este contaría con presupuesto independiente. Hubo que esperar a la penúltima intervención para la pregunta capital: ¿cómo va a ser el procedimiento de toma de decisiones? O en otras palabras ¿quién va a decidir qué? San Marcos la invitó a que hiciera aportaciones.

Es difícil que este Consejo prospere. En este sentido se pronunció Jesús Cimarro, presidente de la Asociación de Productores y Teatros de Madrid, que habló de esfuerzo tirado por la borda por falta de acuerdo político. Este proyecto no tiene el apoyo de los partidos de la corporación municipal y, más concretamente del PSOE, sostén del gobierno de Carmena. Al habla con la concejala de cultura del PSOE, Mar Espinar, explica que difícilmente puede apoyar un documento que no conoce, ya que el equipo de Carmena ni siquiera se lo ha enviado, punto en el que coincide con la representante de Ciudadanos que así lo manifestó públicamente allí. Carmena y San Marcoslo negaron y la primera se permitió presumir además de sus dotes para llegar a acuerdos políticos.El documento ya está disponible en la web: https://diario.madrid.es/consejodecultura/wp-content/uploads/sites/47/2018/04/Consejo-Cultura_documento-de-trabajo.pdf

Lo que vinieron a decir Carmena y San Marcos es que tenían dos opciones: o echaban a andar el Consejo a las bravas, "ayudando a que la sociedad civil se organice para crearlo",  o dentro de la estructura gubernamental elegida democrática mente y que por el momento no les apoya. Ellas prefieren oír la voz del pueblo y ya hemos visto varios ejemplos de cómo la entienden a través de sus sistemas de participación. El más reciente ha sido el cambio de nombre del parque Felipe VI "por decisión popular", aunque solo participaran en la votación el 2,14 por ciento del censo del barrio, y de estos el 67,03% lo hicieran a favor de "destronar" al rey en ese parque.

Si esto ocurre con un parque, no hay que ser muy listo para imaginar quién formará parte de este Consejo, cuáles serán sus atribuciones y quién tomará las decisiones, eso, si llega a buen puerto. San Marcos dijo que le gustaría que fuera un órgano independiente que no estuviera al albur de los cambios políticos. También un órgano consultivo y a la vez vinculante, lo que en sí mismo es contradictorio. Y puso el ejemplo de cómo ellos entienden "vinculante": "las decisiones de los tribunales que nombraron a los directores de los teatros municipales no eran vinculantes, pero nosotros así las interpretamos". Pero ya hay precedentes de cómo solo respetan las decisiones de los tribunales cuya composición nombran ellos, como el infausto capítulo del Teatro Español y la destitución de su anterior director.