[caption id="attachment_1959" width="560"] Luis Bermejo, Marta Calvó, Pilar Gómez y Alberto San Juan protagonizan Mundo obrero[/caption]
Tres teatros públicos de Madrid han presentado su programación para la próxima temporada en la última seamana, los Teatros del Canal, Centro Dramático Nacional y Teatro Español. La programación de un teatro marca su identidad y es lógico que la lista de montajes y artistas invitados despierte el interés no exento de controversia de los aficionados. De los tres teatros citados, quiero destacar la del Español por su política de discriminación positiva que viene aplicando en favor de la mujeres creadoras, pero también por su labor educativa y pedagógica para hacer del espectador madrileño un ciudadano ejemplar y comprometido con los valores de nuestra época.
Carme Portaceli es la directora del Español, nombrada en 2016 por el equipo de Ahora Podemos que lidera Manuela Carmena en el Ayuntamiento de Madrid. La próxima es su tercera temporada. En el texto que precede a la programación 2018-19 hace balance de estos años: “Hemos convertido este escenario en un escenario con conciencia social abierto siempre a las inquietudes de la ciudadanía”. Y añade después: “El Español, como espacio público, debe y quiere ser transmisor de valores. Así lo hemos creído siempre y en ello basamos nuestra programación”.
Si todavía no han adivinado qué es un escenario con conciencia social, cómo se detectan las inquietudes de la ciudadanía y cuáles los valores que quiere transmitir el Teatro Español, Portaceli explica sus principios ideológicos: igualitarismo, diversidad, inclusión. La directora tiene una absoluta confianza en la cultura y una maternal preocupación por nuestra felicidad, además de un potente aparato foniátrico: “Gritemos muy alto que tenemos derecho a la Cultura, que la Cultura es la única salvación de una humanidad cuyos valores están subvertidos de forma antinatural, que la Cultura nos hace más felices y que ella nos enseña a ser más tolerantes y, por lo tanto, mejores personas”.
En este Español no hay lugar para el teatro de entretenimiento, vacuo y populachero, y tampoco mucho para el teatro de arte y de fantasía, cosa burguesa y viejuna. Por el contrario, nos brinda teatro de vanguardia y de compromiso, artistas que miran al futuro pero con la conciencia clara del presente y la revisión permanente del pasado. Un teatro que rechaza espectadores impasibles y que, por el contrario, los llama a la acción y a dar la batalla. Un teatro que marcha con la Historia.
El hermanastro del Español
Esta temporada la directora ha decidido que la programación gire en torno a la memoria. Y ha programados varios espectáculos sobre la “memoria histórica”, tema manido que muchos utilizan para reavivar rencores aunque estas no son las intenciones de la directora, que desde su humilde condición de gestora de un espacio público solo quiere resinstaurar el loable “derecho a la verdad y a la justicia”.
Y para esta cruzada despiertaconciencias ha encontrado un hermanastro ideal: el Teatro del Barrio, pequeñita sala alternativa comandada por Alberto San Juan, un actor también muy comprometido, o sea, comprometido con la izquierda de Podemos, partido con el que simpatiza. El combativo San Juan también entiende el teatro como una herramienta para hacer política -Lenin dixit- y eso hace desde su célula teatral, promover espectáculos como Autorretrato de un joven capitalista español, Ruz-Bárcenas o el panfleto antimonárquico El Rey.
El Español se ha comprometido con Teatro del Barrio en financiar tres espectáculos. El primero de estos abrirá la temporada: El pan y la sal. Explota la fórmula documental que San Juan utilizó con éxito en Ruz-Bárcenas: usar literalmente las declaraciones judiciales de los implicados en el caso. En esta obra tira de las declaraciones de la causa que Garzón abrió para juzgar los crímenes del franquismo como “crímenes contra la humanidad”. La causa fue desestimada, primero por la Fiscalía (con 17 votos contra tres), y luego por la Audiencia Nacional, alegando razones como impericia en el procedimiento, falta de rigor, falsedad, ignorancia… A Garzón los historiadores y los juristas le negaron el apoyo para juzgar a Franco como genocida. Sí tuvo, en cambio, el apoyo de la izquierda política y ahora también tendrá la del Español, con este espectáculo -en el que figuran Nuria Espert, Mario Gas, Pepe Sacristán…- que va a reparar el daño causado al juez, expulsado e inhabilitado de la carrera judicial y condenado por el Tribunal Supremo por prevaricación en el caso Gürtel.
El segundo espectáculo de San Juan, en producción exclusiva del Español, es Mundo obrero. La historia de las luchas obreras y campesinas, desde el último tercio del siglo XIX hasta nuestros días, contada por el citado actor, que también dirige y protagoniza la obra. Y la tercera obra con el sello del Teatro del Barrio se llama La sección, el relato histórico de la Sección Femenina con Pilar Primo de Rivera, Mercedes Sanz-Bachiller y Carmen Polo de protagonistas. Hay otras obras de la programación que proponen una revisión de nuestro pasado y una nueva reescritura del relato histórico para adaptarlo a nuestros días.
Esta programación del Español hace que una entrada valga por dos experiencias aleccionadoras: el público disfruta del arte de la escena a la vez que toma conciencia de los problemas políticos e ideológicos de la sociedad. Teatro y seminario. Y así, tras asistir a una función puede que el espectador se anime, por ejemplo, a liarse en el AMPA del colegio de su hijo en una campaña en defensa de la educación pública, o en alguna manifestación feminista o del Orgullo Gay, o a subirse a un barco de una ONG de rescate de refugiados.
Los madrileños están de suerte con este Ayuntamiento que, en vez de gastarse su dinero en fatuos espectáculos, por fin lo destina a promover una cultura bien entendida, no sectaria, pluralista, participativa… y preocupada sobre todo por sus valores morales y su felicidad.