Stanislavblog por Liz Perales

¿Tiene que ver la reforma del Inaem con las giras de los teatros nacionales?

27 julio, 2018 17:07

[caption id="attachment_1987" width="560"] Imagen de La Dama Duende de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, centro dependiente del Inaem[/caption] José Guirao, ministro de Cultura y Deporte, ha declarado en su primera comparecencia parlamentaria que una de sus voluntades políticas inmediatas es que las compañías de teatro y danza nacionales vuelvan a girar por el país y por el extranjero. Buen propósito, desde luego, aunque se olvidó de explicar las causas de por qué llevan más de un lustro sin hacerlo o, más precisamente, girando más bien poco. A las declaraciones del ministro se une la reunión que la nueva directora del Inaem, Amaya de Miguel, convocó el pasado 17 de julio, la del grupo de trabajo que estudiará la reforma del organismo que dirige. Intentar cambiar las cosas es un buen síntoma, pero estaría bien explicar qué se quiere reformar y por qué. Directores, actores, equipos artísticos que habitualmente trabajan en los teatros nacionales saben que una de las principales razones que bloquean la giras es el “VIII Convenio Colectivo entre Inaem y el personal adscrito a los teatros que de él dependen, de carácter técnico, administrativo y de servicios”, más popularmente conocido como Convenio Único. Rige las relaciones laborales de muchos trabajadores de los teatros nacionales: desde personal de limpieza, taquilleros, sastres, peluqueros, carpinteros, conserjes, telefonistas, personal de administración… a técnicos y personal de escenario. El texto es farragoso, con numerosas disposiciones que se han ido añadiendo a lo largo de años de negociaciones laborales, y una redacción que no pasaría la Selectividad. En la época de mayores conflictos laborales el mantra sindical que más se oía se llamaba “desplazamiento de horario” porque los problemas afectaban al personal de escenario que precisamente está sujeto a “desplazamiento de horario obligatorio”. Se traducía en que el técnico en gira, además de cobrar dietas, veía incrementado en un 75% el valor de sus horas laborales (la jornada diaria es de seis horas y quince minutos) si trabajaba un día que le tocaba librar, lo que es bastante habitual; si las funciones se excedían a partir de la una de la madrugada, como ocurre en el Festival de Almagro, se pagaban como horas extraordinarias, un 150% más de su valor. Todavía recuerdo la dura batalla que mantuvo en 2012 el entonces director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), Eduardo Vasco, porque no se plegó en Barcelona a las peticiones de los técnicos, querían horas extraordinarias aunque la Compañía no había ni comenzado las representaciones. Hubo huelga, la CNTC no pudo hacer las funciones, los técnicos pidieron la cabeza de Vasco y a punto estuvo el Inaem de entregársela. Hasta 2012 los teatros hacían giras no exentas de problemas, pero el Inaem dedicaba una parte importante de su presupuesto a pagar horas extraordinarias. La Razón publicó en 2011 que el organismo había gastado 1.022.717 euros en horas extras de mayo a diciembre de ese año (sin incluir las pagadas de octubre a diciembre por el Ballet Nacional de España y la Compañía Nacional de Teatro Clásico). Y señalaba casos particulares de trabajadores que se saltaban el límite legal de horas extraordinarias que establece el Estatuto de lo Trabajadores (80 horas al año): “Se descubre en el Teatro de La Zarzuela hasta 35 pagos de más de 1.000 euros en un mes, y algún trabajador pasó la barrera de los 2.000: en octubre hubo un caso con 2.264 euros cobrados por 136 horas trabajadas, y en diciembre hubo un caso con 2.550 por 156. El esquema se repite en el Centro Dramático Nacional […] y en concreto hay un caso en diciembre en el que por 189 horas marcadas fuera del horario habitual se cobró 3.090 euros”. Y continuaba: “Con ese número de horas, y trabajando los 31 días de diciembre, la media diaria es de seis horas. Aunque la palma se la lleva un trabajador del Coro Nacional de España: 4.983 euros por 163 horas”. A partir de 2012 las giras decrecieron sustancialmente. Para evitar la confrontación sindical, los directores de las unidades del Inaem encontraron un camino para sortearla: coproducir con compañías independientes, de manera que el teatro nacional prácticamente financia la producción, y la compañía la explota en gira, siguiendo los modos de la empresa privada y prescindiendo del personal del Inaem. Una manera también de subvencionar el teatro independiente. Sin embargo, la firma del teatro nacional se diluye y esta solución solo sirve para producciones de mediano y pequeño formato. Las unidades que sí han continuado haciendo giras son el Ballet Nacional de España y la Compañía Nacional de Danza. Curiosamente, el personal técnico de estas compañías no se rige por el citado Convenio, aunque muchos lo preferirían. Las compañías, cuando están en gira, aplican el llamado “plus de desmontaje”, como se hace en el sector privado, para sustituir el pago de horas extras.

Que se sepa, hasta la fecha, las soluciones que se han barajado desde el Inaem para mejorar la gestión de las unidades de producción pasaba por crear fundaciones, al estilo de la que gestiona el Festival de Almagro, que dieran a cada teatro autonomía presupuestaria y flexibilidad en la contratación. Pero ya se ha visto que esta opción no satisface a los sindicatos. Era precisamente la propuesta de la Fundación del Teatro Real al absorber al Teatro de la Zarzuela. La anulación  de esta operación fue una de las primeras medidas que adoptó Guirao nada más llegar al cargo.

La decisión de Amaya de Miguel de reformar el Inaem es necesaria, y hay que aplaudir el paso dado. En el grupo de trabajo que estudiará su reforma están representados los directores de todas las unidades de producción, líderes sindicales y técnicos del Miniserio de Cultura. Está claro que los teatros nacionales no pueden seguir funcionando con unas normas tan poco flexibles y anticuadas. Vamos a ver hasta dónde quiere llegar el Ministerio y hasta dónde le dejan.

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