[caption id="attachment_2071" width="560"] Model Citizens en el Teatro Circo Price[/caption]
El retorno de los australianos Circus Oz al Price prometía una gran velada. De Australia hemos visto formaciones circenses muy interesantes, y esta, que tiene ya cerca de 40 años, es una gran compañía de varios elencos, apoyada económicamente por su gobierno con sede en Melbourne. Además, un conocido director que ha trabajado en varias ocasiones en Madrid, Rob Tannion, firma la dirección artística del espectáculo que presentan, Model Citizens. Se podrá ver hasta el próximo domingo, 11 de noviembre.
Model Citizens comienza con un número coral divertido y dinámico, el joven elenco haciendo juegos acrobáticos sobre la pista a modo de presentación de los artistas. Cuenta con el apoyo musical de un cantante-batería que también es cómico y una músico multiinstrumental que crean los ambientes adecuados para cada número y resuelven las transiciones entre estos. Casi dos horas y media de show con intermedio.
La primera parte transcurre a buen ritmo, tiene el aliciente de ir descubriendo la especialidad y el nivel de cada artista, hay números individuales y otros en pareja, y todos están dentro de una concepción estética coherente forjada por el vestuario y los elementos de atrezzo (unas pinzas de ropa gigantes que sirven también de trampolines, unas tijeras que sirven de aros, unos mástiles chinos que se presentan como un gran imperdible, unas planchas que se pone en los pies uno de los acróbatas…).
Hay números de cuadrante, de aro modificado, paradas de mano, torres, cuchillos, mástil chino, malabares, portés mano a mano… lo más novedoso, sorprendente y difícil de ejecutar son las acrobacias sobre un trapecio Washington que un artista hace con su cabeza apoyada en el trapecio y el cuerpo invertido. También el artista de cuerda es elegante y limpio en su ejecución.
La segunda parte se hace larga, la destreza general de los artistas es desigual, y la capacidad de asombro se ha evanescido. Hay un número con una ocurrente y bonita puesta en escena, una malabarista se nos presenta en una gran copa de cocktail para hacer girar sombrillas con los pies, pero el nivel de ejecución no es convincente.
Model Citizens se anuncia como un espectáculo que tiene por hilo conductor los mitos de la vida moderna, que explora qué significa hoy ser un ciudadano modelo, pero el espectáculo no tiene una línea dramatúrgica que le dé cohesión, salvo algún número en el que cuelgan boca abajo a un personaje punki hasta que acepta ser bautizado con el nombre que le impone la compañía. O cuando este mismo personaje se sube a un castillo, imitando los de naipes, elaborado con gigantes tarjetas de crédito que terminará por los suelos.
La inclusión de números cómicos en los espectáculos es, al parecer, un rasgo de esta compañía... y funciona. El cantante se marca una irónica canción, que incluso canta en español, sobre el carácter de sus compatriotas australianos. En su segunda intervención aborda otra costumbre muy australiana, la importancia de la barbacoa en la vida de las familias de allí.
Por el diseño del dispositivo escénico –una caja de forma horizontal en la que se acomoda la banda musical y que se dispone detrás de la pista– se diría que este espectáculo ha sido concebido para ser representado en teatros a la italiana más que en la arena circular de las carpas circenses, aunque se adapta a los dos espacios. Nada sabemos sobre quién lo ha diseñado, tampoco el nombre de los artistas y de los músicos que participan. El Price debería intentar ofrecer, al menos, un programa de mano que recogiera esta información.