Un descojone de función
'La función que sale mal' es una comedia de dos horas a costa de escenas tontas pero muy terapeúticas y reparadoras
Se llama La función que sale mal (The Play That Goes Wrong) y tiene marca inglesa, procede de Londres, donde se estrenó en 2012 en un pequeño escenario desde el que saltó dos años depués al West End y se convirtió en un gran éxito que se ha exportado a 30 países; de hecho, en 2017 fue la comedia más taquillera de Broadway, según el dossier de la productora española. O sea, un auténtido filón teatral de esos que hacen soñar a cualquier autor y a cualquier productor. Y sí, es un descojone de dos horas a costa de escenas tontas pero muy terapeúticas y reparadoras.
La fórmula mágica que ha convertido a Jonathan Sayer, Henry Lewis y Henry Shields -tres estudiantes del London Academy of Music and Dramatic Art (Lamda) amantes de las improvisaciones teatrales y de las series cómicas de televisión tipo Falty Towers y Frasier- en tres autores de éxito se basa en subvertir una obra de misterio en un delirante mecanismo teatral que funciona como un tebeo, ofreciendo una caricatura del género.
Me explico. El espectador identifica fácilmente los personajes y las situaciones de una comedia de misterio: el salón de una mansión aristocrática, un asesinato, un sabueso policía, la novia del aristócrata, el amigo, el mayordomo, el jardinero…, pero estos personajes y situaciones, enmarcadas en una escenografía de cartón-piedra, son alteradas por un mecanismo basado en mostrar al espectador -de manera abierta y frontal- los trucos y otros artificios que suelen usarse en el teatro y que aquí no funciona, con unos personajes que actúan con intencionalidad de manera impostada, que hace que la representación sea un desastre.
Algunos ejemplos: la puerta no se abre en el momento que lo exige la situación, las llaves no están sobre la mesa cuando el personaje las menciona, el muerto no puede estarlo porque no dejan de pisarlo, la cantidad de mamporros que se llevan los actores a consecuencia de escenografías que caen… todos los personajes parecen de tebeo, actúan sin organicidad y eso precisamente en los que nos hace reír a mandíbula batiente.
El texto tiene el aroma de Noises Off (traducida aquí como Por delante y por detrás, ¡Qué desastre de función!...) de Michael Frayn, deliciosa comedia de 1982 que ya es referente del género. La diferencia es que mientras Frayn nos habla de una obra que están representado, y que alterna con lo que ocurre en el backstage, aquí nos presenta la desorganizada y lamentable representación teatral de una función “amateur” de principio a fin, mostrando lo que ocurre en la tramoya del escenario.
De dos horas de duración, el buen ritmo de la comedia en su primera parte contrasta con la segunda, en la que decae hacia el final. Ha sido dirigida por Sean Turner, asociado al director Mark Bell que la estrenó en Londres, y que ha dirigido otras producciones como la estrenada en Melbourne, y ha contado con la asistencia de David Ottone (de Yllana). Igualmente, replica la artificiosa escenografía del montaje original, que firma Nigel Hook.
Sin un elenco acertado, esta función sería un “desastre”, y ciertamente los actores patrios están graciosos y caricaturescos. Hay momentos “tortazo” de chiste literalmente, y notable es la pelea que mantienen las dos damas, así como otros efectos escenográficos chapuzas claramente intencionados. No puedo dejar pues de mencionar a todo el elenco: Héctor Carballo (policía), Carla Postigo (Sandra, la novia del muerto), Carlos de Austria (Robert, el amigo del muerto), Alejandro Vera (Denis, hermano del muerto), Noelia Maró (clown y segunda novia del muerto); David Ávila (el muerto), César Camino (el regidor) y Felipe Ansola (Jonhatan).