José Manuel Rodríguez Uribes por fin se ha dado a conocer en el mundo cultural. Cuando el actual Gobierno prescindió de José Guirao, anterior ministro de Cultura buen conocedor del sector y apreciado por este, y lo sustituyó por un personaje como Rodríguez Uribes cundió la perplejidad entre los artistas y los autores, que apenas habían oído hablar de él. Pero tras la rueda de prensa que protagonizó el pasado 7 de abril una amplia representación del mundo cultural difícilmente olvidará su nombre, hasta el punto de que algunas organizaciones y particulares piden públicamente su dimisión. Además, hoy y mañana el sindicato Unión de Actores ha convocado el apagón cultural (#ApagónCultural) en redes a modo de protesta contra el Gobierno, se trata de no distribuir contenidos culturales por internet durante 48 horas.
La razón de esta protesta es muy clara: Rodríguez Uribes no ofreció a las empresas y trabajadores de la cultura un mínimo paquete de medidas extraordinarias para paliar su fragilidad y mitigar la ruina que se les avecina. Sus declaraciones fueron como un jarro de agua fría: “No hemos movilizado fondos específicos porque hemos movilizado fondos transversales(...) Hoy toca pensar en los enfermos, en salvarles la vida y en parar el virus. Y cuando lo consigamos, haremos todo para reactivar la cultura. Porque como dijo Orson Welles, primero va la vida y luego el cine, aunque la vida sin el cine y la cultura tiene poco sentido”.
El ministro llevaba días manteniendo reuniones telemáticas con representantes del sector. Numerosas asociaciones e instituciones del mundo de las artes escénicas reaccionaron a la pandemia al publicar en un tiempo récord el documento “52 medidas extraordinarias para las artes escénicas y la música”, suscrito por 37 asociaciones profesionales. En él piden que el Estado adopte medidas excepcionales con las empresas culturales porque “nada en la cadena de valor de ese ámbito (cultural) se mueve en los parámetros habituales del mercado y es por ello que (otros gobiernos europeos) establecen marcos normativos adecuados a esa idiosincrasia o, como en este caso, medidas específicas para salvaguardarlo”.
Pero tras la rueda de prensa del ministro, las críticas por la inacción gubernamental comenzaron a bombardear redes sociales y medios de comunicación. Uno de los más contundentes, a preguntas de El Cultural, ha sido el dramaturgo José Luis Alonso de Santos, que se pregunta: “¿Quién es el ministro de Cultura? ¿Cómo se llama? ¿A qué dedica el tiempo libre? Y, sobre todo, ¿quién le ha puesto ahí y para qué? ¿El sector se enfrenta entonces con el Gobierno? Ya era hora. Adelante”.
El actor y productor Juan Echanove también ha criticado al ministro con recias palabras en su Instagram: “El que no defiende a su sector, el que no conoce a su sector, se va a quedar (en el camino)… Cada cosa que ocurre cae sobre la cultura como una losa de granito. Todo al final revierte en la cultura. Mientras que en otros países la cultura es un bien de primera necesidad, usted cita a Orson Welles. Venga…”. Y ha cargado las tintas: “La sarta de estupideces que haces en tus declaraciones nos deja claro que no eres nuestro ministro… Guirao nunca hubiera dicho lo que has dicho tú. Carmen Alborch nunca habría dicho lo que has dicho tú… Si no tengo cultura ¿para qué coño quiero un ministro?… Méndez de Vigo no hubiese dicho lo que has dicho”.
El actor Luis Bermejo optó por satirizar las palabras del ministro, en un divertido vídeo que puede verse en este enlace y que ya ha sido reproducido por más de once mil personas. Por su parte, el actor Israel Elejalde, uno de los socios-directores también del Teatro Pavón-Kamikaze, considera decepcionante las declaraciones del ministro porque “prácticamente ninguna de las medidas desarrolladas para paliar las cuestiones económicas de esta crisis sanitaria se pueden aplicar a nuestro sector. Estamos con el culo al aire. Cuando las administraciones quieran ponerse en marcha a lo mejor ya muchos no existimos".
Elejalde es preciso y da algunos ejemplos de por qué las medidas generales (transversales, las llama el ministro) no se ajustan a los trabajadores y las empresas culturales: “Los ERTE no son aplicables a los trabajadores intermitentes (actores y técnicos, escritores y guionistas, etc. ) con trabajos esporádicos y puntuales, no hay contratos indefinidos, sino por obra. La mayoría tampoco es autónomo de forma continua y tampoco pueden beneficiarse de las medidas referidas a este sector. Por razones obvias nadie puede desarrollar su trabajo de manera telemática y nuestros ingresos se han reducido a cero. Además, seremos los últimos en recuperar la normalidad por lo que ya empieza a hablarse de estar parados mínimo hasta septiembre y octubre. Eso en cuanto a los trabajadores, si añadimos a las empresas, es la locura”. Y recuerda que “no solo el ministerio no está haciendo nada. Ni Ayuntamiento de Madrid ni Comunidad han sacado nada que palíe esta situación más allá de medidas para cuando esto acabe”.
Por otro lado, los redactores del documento de las 52 medidas difundieron al día siguiente de la rueda de prensa un comunicado dirigido al ministro, en el que primero le afean sus declaraciones -“solo consigue, lamentablemente, crispar los ánimos de las más de 700.000 personas que viven (de momento) de las industrias culturales”-, para a continuación pedirle que consensue con ellos las citadas 52 medidas para llevarlas a la práctica y capitanear así al sector.
Lo paradógico del texto es que los firmantes convierten a Rodríguez Uribes en chivo expiatorio de este episodio político, y no solo exculpan de cualquier responsabilidad política a quien le nombró, sino que además le dedican una frases panegíricas: ”Mientras nuestro presidente del Gobierno levanta la bandera de la Unión Europea para buscar soluciones conjuntas para todos sus miembros, reclama ayudas solidarias urgentes y se convierte a la vez en el líder europeo que lucha por todos, el ministro de Cultura de España se queda callado sin liderar las necesidades de la Cultura en nuestro país”.