Todavía no se sabe cuándo y cómo abrirán los teatros, tampoco qué se va a poder hacer en ellos, pero parece claro que la epidemia tendrá una influencia decisiva en los repertorios que veremos en adelante. Por el momento, los productores y profesionales de los teatros públicos y privados andan atareadísimos redactando normas de seguridad que les permita en un tiempo razonable volver a su actividad. Más o menos hay una idea de por dónde irán los tiros con el protocolo a seguir con los espectadores, pero ¿cómo serán los ensayos con los actores y las representaciones?
En Madrid se creó hace unas semanas una comisión integrada por productores de los teatros privados y profesionales de los teatros públicos (Ayuntamiento, Comunidad e Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música) para unificar las normas para “personal de teatro, artistas, técnicos, público…”; el objetivo es elaborar un documento final que será remitido al Ministerio de Sanidad para su validación la próxima semana. Se pretendía que el documento hubiera estado disponible para la Fase 1 de la desescalada, que impone abrir solo con un tercio del aforo. Pero algunas comunidades entrarán en esta fase el próximo lunes sin él, no es el caso de Madrid y Cataluña.
Los teatros públicos se ven como el laboratorio de ensayo de estas normas. Y así Andrea Levy, del Ayuntamiento madrileño, fue la primera en anunciar que abriría los escenarios municipales antes del verano. Fuentes municipales señalan que probablemente sea a mediados del mes de junio, eso si Madrid ha entrado en la desescalada y la situación no se complica. Los Teatros del Canal parece que también tienen voluntad de abrir, pero le tocará hacerlo a la empresa adjudicataria, ya que es el período que le corresponde programar. Las unidades de producción del Inaem (Centro Dramático Nacional, Compañía Nacional de Teatro Clásico, Teatro de la Zarzuela…) suelen acabar sus temporadas sobre el 23 de junio, y mientras estudian y valoran la implantación de los protocolos es más que probable que sea en otoño cuando se decidan a abrir sus puertas.
El productor Jesús Cimarro, dirige los teatros Bellas Artes y La Latina, y se prepara para abrir en septiembre. Cuenta con poder hacerlo con el aforo completo porque si no, no le salen las cuentas. Explica que la redacción de los protocolos están siendo una labor complicada, minuciosa, de gran dificultad, “hemos consultado a especialistas en prevención de riesgos laborales, nunca nos habíamos enfrentado a algo parecido. Adoptaremos todas las medidas de seguridad que estén en nuestra mano y que nos diga Sanidad para nuestros empleados, actores y público: los tests y kits para los ensayos, la desinfección de los teatros… pero no hay que olvidar que oficialmente solo está infectada el 1% de la población, y por otro lado, hay que tener en cuenta que el ciento por ciento de seguridad no se da nunca, ni antes ni ahora”.
Otro productor privado que prefiere el anonimato: “Me parece bien que los teatros públicos abran, es su obligación: asistir a los profesionales y ser punta de lanza del experimento que será funcionar solo con un tercio del aforo para ver el comportamiento de los espectadores. Pero no confío en que los teatros privados lo hagan antes del verano. Tampoco comparto la exigencia de abrir al 100% como piden algunos, hay obras con dos o tres actores que si haces números, pueden funcionar”.
El director y autor Miguel del Arco, miembro del cuarteto que dirige el Teatro Pavón-Kamikaze, confirma esta previsión cuando dice que la situación es paralizante, su empresa ha aplicado un ERTE a sus trabajadores por lo que ve difícil “abrir antes del verano y solo con un tercio del aforo. No me salen las cuentas. Eso supondría levantar el ERTE y muchos más gastos de personal que antes, porque así lo exigen algunos protocolos; por ejemplo, he leído que uno de los borradores plantea limpiar los baños cada vez que se usen… una locura. Por otro lado, tengo mis dudas sobre cómo se comportará el público”.
Del Arco no se ha detenido todavía a reflexionar sobre qué influencia tendrán estas normas de seguridad en los repertorios futuros. “Espero que no nos pongamos todos a hacer monólogos y obras al estilo de las películas finlandesas. Pero de nuestras recientes producciones creo que no tendríamos problema en representar Traición, de Pinter en versión de Pablo Remón y dirigida por Israel Elejalde, que se suspendió justo con la declaración del estado de alarma. No hay escenas de contacto físico, mientras que sí lo exigiría, por ejemplo, Jauría o Ricardo III, especialmente la escena en la que su mujer le lanza un escupitajo”.