Petra Martínez y Juan Margallo han repescado un antiguo monólogo que la actriz lleva protagonizando desde 1998: La señorita Margarita, un interesante texto del brasileño Roberto Athayde que se representa en el Teatro Español. Tuve la suerte de acudir a verlo el día en que la pareja de cómicos ofrecieron un coloquio después de la función, convirtiendo la velada en un peculiar ejercicio de autoficción donde nos contaron anécdotas de su vida, empezando por cómo fue su chistoso matrimonio civil en Gibraltar hace más de 50 años. No defraudaron, su conversación fue más surrealista que la obra que acabábamos de ver.
Petra y Juan o Juan y Petra son una pareja de cómicos muy queridos en Madrid, con una veteranía en el oficio que arranca de los tiempos del rojerío y el teatro independiente. Cuando trabajan juntos, la vis cómica de Petra la lleva siempre a la escena, a veces en compañía de Juan, aunque este suele reservarse las labores de dirección y en ocasiones de autor. Este monólogo que produce La Estampida, —la compañía de José Troncoso (¡curiosa reunión de artistas!)— es un comodín de la pareja, pues ya lo habían estrenado en 1998, lo repescaron diez años después y ahora vuelven a la sala pequeña del Español.
Es la obra más internacional del brasileño Roberto Athayde. La escribió en la década de los 70 y fue estrenada en muchos países dirigida y representada siempre por figuras de renombre. Está escrita para un solo actor, una profesora que desea instruir a sus adolescentes alumnos, representados por el público; es con este sencillo truco ambiental que el autor teje una metáfora de cómo se organiza y ejerce el poder. El poder político, de la escuela, de la familia, del lenguaje, de la Iglesia…
Un espacio cerrado —la clase— donde la profesora reina: dicta normas, nos explica el mundo y las materias que ella considera y nos prohíbe qué debemos aprender o no; educa conciencias y sentimientos. Petra, con su peluca rubia, su cara de chiste, su traje de tela estampada con el mapa provincial de España, y sus características cómicas es un bastante bufonesca, y nos lleva con su personaje por el sendero de la sátira y el disparate. Sin embargo, cuando la escuchamos, poco a poco vamos dándonos cuenta de que sus palabras son más peligrosas e hirientes, que su autoritarismo y frustración nos dirigen hacia el escepticismo y la falta de ideales, a la desazón. Es una literatura que me trae el el estilo crudo de Agotha Kristof o quizña esté mas cerca del surrealismo de Ionesco.
Luego convendremos en que la señorita Margarita es una cabeza ignorante, que ni sabe de libros, ni de biología y ya no digamos de alfabetizar a sus alumnos, aspecto este último que Petra convierte en una escena de participación musical con el público. Es también una reprimida, como intuimos cada vez que nos dice que sabe en qué estamos pensando. Sus carencias son exageradas por la actriz para provocar la hilaridad del público, jugando a los contrastes. Bajo el tierno y bonito nombre de la profesora se esconde la siniestra personalidad de una mujer que no cree en el individuo, sino que persigue en someterlo.