Espléndido el espectáculo Corps extrêmes (Cuerpos extremos) presentado ayer en los Teatros del Canal por Rachid Ouramdane, coreógrafo y director de Chaillot-Théâtre National de la Danse de París. Más próximo al circo que a la danza, un elenco de excepcionales acróbatas y escaladores desafían la gravedad en una exquisita puesta en escena y nos hacen soñar con la idea del hombre sostenido en el vacío.
Es una pena que el Festival Madrid en Danza, que lo ha invitado, lo haya programado un solo día. El espectáculo está clasificado como “danza acrobática”, y puede que algunos no lo consideren como danza. Sus intérpretes son propios de las artes circenses y, más que bailar, realizan ejercicios acrobáticos de grupo, escalan una pared o andan por un cable tendido en las alturas de la escena. Pero eso sí, siguiendo una partitura coreográfica más compleja de lo que aparenta y con un resultado artístico admirable.
Sus juegos, saltos y tretas llevan un ritmo muy pautado en planificada morfología de sus movimientos, ideada por Ouramdane. Los intérpretes se mueven en dos espacios perpendiculares: el suelo del escenario y una pared en el foro, diseñada como un rocódromo, y sobre el que los intérpretes trepan, descienden, se estampan propulsados por sus colegas (portes) o, al revés, saltan desde ahí hacia los portes, mientras suena una magnética guitarra eléctrica de jazz de Jean Baptiste Julien.
Ouramdane abre el espectáculo con la proyección de un vídeo sobre el blanco muro del rocódromo. En él vemos al highliner Antoine Crétinon andando sobre un extenso cable apuntalado entre dos montañas y a una altura de vértigo. La impresión que produce en el ánimo del espectador es justamente eso, vértigo, cuando Crétinon avanza por el alambre casi tocando las nubes, sin trampa ni cartón, con sus brazos extendidos y el viento moviendo levemente su ropa. Oímos su voz en off explicando cómo acecha el miedo en esos momentos. Un fundido nos traslada a Crétinon en carne y hueso sobre el alambre que pende sobre el escenario. Luego, comienza el espectáculo con estos humanos de excelentes destrezas físicas desafiando el vacío y arropados por una elegante iluminación de Stéphane Graillot.
Ouramdane es un coreógrafo francés de origen argelino que se caracteriza por hacer de la danza un espacio de confluencia de otras artes. En los últimos años se ha interesado por colaborar con documentalistas y escritores, a los que ha integrado en sus espectáculos en vídeo, como ocurre en Corps extrêmes. Desde hace dos años dirige el Chaillot-Théatre Nacional de la Danse, división dedicada exclusivamente al arte coreográfico del teatro parisino.