Es uno de los títulos más singulares de esta temporada que ya acaba: Cucaracha con paisaje de fondo. Y el podio se lo ha ganado a pulso, ya que se trata de una producción “independiente” de la compañía Mujer en Obras bendecida por el boca a boca y el empujoncito que le dieron los Premios Max de este año al reconocerla en las categorías de mejor espectáculo y mejor autoría revelación. Estrenada en el Teatro Quique San Francisco, saltó al Español y ahora ha vuelto al primero antes de iniciar gira por el país.

Entre el disparate cómico, la distopía desmadrada y la comedia negra o sarcástica, el autor de esta pieza, Javier Ballesteros, ha conseguido que forma y fondo se abracen con armonía y originalidad. La situación que plantea es la de un grupo de mujeres confinadas en un balneario o clínica al que han recurrido para propiciar su fecundación. 

El tema principal, más propio de la tragedia (Antígona, Yerma…), recibe aquí un tratamiento paródico adaptado a la mentalidad descreída de nuestra época (en contraste con la trascendencia que tenía en la Antigüedad, donde ser madre era el pasaporte civil para las mujeres). 

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Y creo que esto trata Ballesteros y su troupe con esta función, transformar una tragedia en una comedia sin renunciar a los elementos de la primera (lo que me trae el recuerdo de las Niñas de Cádiz y El viento es salvaje). La obra introduce muchos guiños trágicos: un coro de parcas, que anuncian el destino de los personajes; un oráculo que es interpretado por una augur; y hasta la propia escenografía (obra de Pablo Chaves, que recrea una pequeñita piscina elevada en un promontorio) funciona como una altar o santuario. 

De escritura ingeniosa, a ratos funciona en versos octosílabos –de potente resonancia lorquiana en algunos momentos– y se intercala con texto en prosa trufado en algunos momentos de coloquialismos descacharrantes. Ello facilita que el espectador tome conciencia del juego teatral en el que ha entrado y anima el ritmo de la obra. El tema principal es tratado con humor, y logra hacerlo también con las subtramas a las que no les falta dramatismo, pues tratan de la extinción de la humanidad, la administración médica de la eutanasia y la muerte como destino trágico.  

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Ballesteros también está muy certero en la dirección de escena, sabe dónde quiere llegar, conoce bien a sus actrices y cómo extraer comicidad de ellas. Cuenta con seis bien compenetradas, cada una logra perfilar su personaje, y para todas hay momento de lucimiento. La primera en sorprendernos es María Jáimez, espectacular y avasalladora en el irónico monólogo de arranque sobre lo que es ser una “mujer extraordinaria”, y que funciona como un anuncio de lo que nos espera. Ella es Fernanda, recién llegada al balneario, una augur o bruja cuyas “premoniciones” desencadenarán los acontecimientos.

A continuación vemos desfilar a las pacientes en albornoz o medio desnudas, a las enfermeras con sus blancos uniformes y pelucas tan versátiles (y a las que tanto partido les sacan), al médico director. Todas merecen ser mencionadas: Eva Chocrón, Virginia de la Cruz, Matilde Gimeno, María Jáimez, Junez Velayos, Violeta Orgaz.

Cucaracha con paisaje de fondo

Teatro Quique San Franciso

Dramaturgia y dirección: Javier Ballesteros

Reparto: Pablo Chaves/Javier Ballesteros, Eva Chocrón, Virginia de la Cruz, Matilde Gimeno, María Jáimez y June Velayos

Escenografía y vestuario: Pablo Chaves

Música: Isabel Arranz

Iluminación: Juan Seade

Producción: Mujer en obras

En cartel hasta el 11 de junio