El verano es otro momento de eclosión de comedias teatrales. En Madrid, con casi todos los teatros públicos cerrados, los escenarios del circuito comercial se entregan al género convencidos de que es lo que conviene a un público aquejado en esta época de hipotensión física y pereza mental.
Pero hete aquí que obras que se presumen ligeras como la que ahora se representa en el Pavón, El inconveniente, no solo es muy gozosa, sino que tiene el efecto de un refrescante baño que estimula nuestras células y nuestra mente.
El inconveniente te atrapa por lo bien dialogada que está, mérito de Juan Carlos Rubio, y por los estupendos actores que la interpretan, especialmente una Kiti Mánver que, aparentemente sin esfuerzo, todo lo que hace es puritita seducción. Estamos ante una comedia de personajes, concretamente de tres: Mánver como Lola, jubilada de 74 años que parece sufrir agarofobia, dada a beber, fumar y tomar dulces a pesar de su débil corazón, y con un corrosivo humor equilibrado con una nobleza de sentimientos.
Cristóbal Suárez en la piel del joven y apuesto cuarentón que busca inversiones interesantes como el piso de Lola. Y el tercer personaje al que da vida Marta Velilla, especie de “gracioso” (aquí graciosa) o superviviente buscavidas cuyas intervenciones sirven para engrasar las situaciones y acelerar el ritmo.
La comedia tiene ya trece años y el tiempo no ha hecho más que confirmar su contundente escritura y elegancia. Juan Carlos Rubio la estrenó bajo el título 100 m2, en alusión al piso de Lola que acaba comprando Luis. Luego escribió el guion de la película que dirigió Bernabé Rico, con Mánver de protagonista, y que pasó a titularse El inconveniente.
El argumento recuerda a la histórica El pisito, de Ferreri, inspirada en la novela homónima de Azcona, ya que aquí también se trata de un comprador que planea una inversión a medio plazo, un piso, con la esperanza de que su inquilina no viva mucho tiempo para que él pueda ocuparlo.
La obra de Rubio no contempla todas las derivadas sociales de la película neorrealista de Ferreri, es más intimista, se centra en la soledad de sus personajes y en la amistad que Lola y Luis acabarán labrando, porque lo que importa es la idea que la inspira: hay que vivir el ahora y forjar buenas amistades que nos salen al encuentro, porque los planes que uno se esfuerza en hacer en busca de la felicidad, lo más probable es que se tuerzan.
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La comedia reconfirma a Rubio como un destacado valor de la escritura teatral actual. Bregado también en las series de televisión, se conoce a fondo los entresijos de la escena como demuestra en la dirección eficaz de esta producción. Mánver pone mucho de su cosecha en este personaje, que por otro lado trae a la memoria la célebre serie de los noventa Las chicas de oro (The Golden Girls) por esa mezcla de ácido humor, con ingeniosas réplicas, sin caer en el cinismo ni en el sentimentalismo.
La producción también nos descubre la madurez profesional de Cristóbal Suárez, capaz de medirse con lady Manver resultando muy convincente y desprendiendo una gran empatía. Y, por último, la graciosa Marta Velilla, cuya vis cómica le augura un gran porvernir.
El inconveniente
Teatro Pavón
Dirección y dramaturgia: Juan Carlos Rubio
Ayudante de dirección: Isabel Romero
Reparto: Kiti Mánver, Cristóbal Súarez y Marta Velilla
Iluminación: José Manuel Guerra
Vestuario: Pier Paolo Álvaro
Fotografía: Julio Vergne
Música: Miguel Linares
Escenografía: Juan Sanz
Producción: Talycual Producciones, Txalo y LA ALEGRÍA
Producción ejecutiva: Bernabé Rico
En cartel hasta el 9 de julio