Después del éxito de Una noche sin luna, Sergio Peris-Mencheta y Juan Diego Botto unen fuerzas de nuevo en 14.4, recién estrenado en las Naves del Matadero. Ahmed Younoussi, único protagonista, cuenta su propia historia, la de un chaval marroquí que logra cruzar los 14,4 kilómetros de agua que separan África de España para vivir en el “paraíso europeo”.
Es una pena que esta épica historia de un inmigrante vaya precedida de un prólogo del más ejemplar teatro maniqueo sobre tópicos de la cultura progre. Ya nos avisó Peter Brook que hay un teatro ideológico que produce un teatro mortal.
El comienzo anuncia malos presagios. Ahmed se hace pasar por el jefe de sala que nos informa que faltan unos minutos para que la obra dé comienzo y nos pide que apaguemos nuestros móviles. Se pone muy pesadito con que hay que frustrar cualquier llamada que pueda distraer al actor, y nos invita a escrachear al prójimo que le suene un móvil siguiendo una especie de simulacro.
Los espectadores entran en el juego de la delación con pasmosa facilidad, solo se oye alguna tímida protesta. Asombrosamente revelador este experimento de manipulación de la audiencia.
Antes de entrar en la materia de su vida, Ahmed nos da una lección sobre colonialismo, distribución de la riqueza y explotación infantil en las minas de coltán, una suma de lugares comunes que causan cierto sonrojo y que aumenta cuando lanza preguntas al público en plan profesor participativo.
Luego nos confiesa que cuando dice que es español, porque ha obtenido la nacionalidad, hay gente que lo pone en duda. Es la oportunidad de someternos a otro juego dramatúrgico para sacar a la palestra diferencias de clase y compararse con Juan Carlos I, un nacional de origen extranjero privilegiado, ya que nació en Roma.
Hasta nos muestra el mapamundi proyectado por Arno Peters, una antigualla que la ONU difundió en los años setenta para desterrar el mapamundi tradicional proyectado por Mercator porque "sobrevalora al hombre blanco y distorsiona la imagen del mundo para ventaja de los colonialistas", según el concienciado Peters. Lógicamente, se nos hurta la información de que cartógrafos acreditados acabaron desechando este nuevo mapamundi por su falta de rigor científico.
Menos mal que la cosa mejora cuando Ahmed se olvida de darnos lecciones y nos cuenta su vida, una historia de supervivencia épica. También hay que reconocer que el escenógrafo Alesio Meloni, el autor de la videoescena Ezequiel Moreno, el iluminador Javier Alegría y la artífice del diseño artístico, Eva Ramón, mantienen la producción en un buen nivel artístico, y que Peris-Mencheta vuelve a darnos una muestra de su buen hacer como director de escena.
Meloni ha creado una especie de cubo lleno de sorpresas, con muchas trampillas que el actor abre y cierra para sacar elementos y transformar el espacio en distintos ambientes.
La videoescena se proyecta en el fondo del cubo, son hermosas acuarelas en los tonos añil de Larache que nos trasladan a diversos escenarios, como si fueran telones, siguiendo la peripecia de tintes dickensianos del protagonista: desde su pueblo originario a Tánger, donde sobrevive en el puerto, y de ahí a Ceuta y finalmente a España.
Se dirá que nadie mejor que uno mismo para contar su propia vida, ¿pero es eso cierto cuando se trata de hacer teatro? No estoy tan segura. Ahmed es un tipo simpático y alegre, habla muy buen español y despierta empatía, pero todavía debe madurar sobre un escenario.
Por otro lado, el texto, escrito por Botto, persigue despertar la sentimentalidad del público, con su dosis de demagogia y un planteamiento ideológico en sintonía con lo progre que, como era de esperar, nada más acabar hace saltar a los espectadores de la butaca para aplaudir enfervorizadamente en un acto de comunión. O, ¿quizá de expiación de su culpa por haber nacido en las ricas tierras de Occidente?
Ficha técnica
Dramaturgia: Juan Diego Botto, Sergio Peris-Mencheta, Ahmed Younoussi Dirección: Sergio Peris-Menchetta Reparto: Ahmed Younoussi Diseño de espacio escénico: Alesio Meloni (AAPEE) Diseño de iluminación: Javier Ruiz de Alegría (AAPEE) Diseño de vestuario: Elda Noriega (AAPEE).