[caption id="attachment_875" width="560"] Peter Cameron. Foto: Jordi Soteras[/caption]

Mientras leía con gusto Aquella tarde dorada (Libros del Asteroide) no dejaba de imaginar una versión cinematográfica de la novela. Peter Cameron (Nueva Jersey, 1959) maneja la intriga, las situaciones, el paisaje, los diálogos y la construcción psicológica de sus personajes de un modo muy propicio para el cine. En todo caso, pensaba, se necesitaría de un metraje largo para no reducir la novela al mero esqueleto de la acción. El tiempo y el mundo interior son muy importantes en este libro.

Pues bien, esa película, según he averiguado después, ya existe. Se llama The City of Your Final Destination –título original de la novela- y fue dirigida en 2008 por el muy pictorialista, cadencioso y refinado James Ivory (Una habitación con vistas). No se ha estrenado en España, creo, y tiene pinta de ser una adaptación bastante libre de la obra de Cameron. También he averiguado que ya se han hecho sendas versiones cinematográficas de Un fin de semana (1995) y de Algún día este dolor te será útil (2007) y que está en proyecto llevar a la pantalla Andorra (1997), con guión del propio Cameron, que, insisto, tiene muy buena mano para los diálogos.

En Aquella tarde dorada, con traducción de Araceli Arola, Omar, un joven profesor y doctorando de la Universidad de Kansas, de origen iraní, impulsado por su entusiasta y controladora novia, se presenta en una mansión aislada en el campo uruguayo para, desatendiendo la negativa que ya le han dado, doblegar la voluntad de los albaceas de un escritor, Jules Gund, y obtener su permiso para escribir su biografía. El escritor, de ascendencia alemana y judía, se suicidó tres años antes después de dejar una única gran novela. Los albaceas de Gund que Omar encuentra son su esposa Caroline, su amante Arden –más joven y madre de una niña de ocho años habida con el suicida- y su hermano Adam, un homosexual desgarrado y lúcido que convive con Pete, un chico de mucha menor edad que, en realidad, se dedica a cuidar de él.

Sólo Adam es favorable a que Omar escriba la biografía de su hermano. ¿Por qué se niegan Caroline y Arden? Cameron excita nuestra curiosidad desde el principio. Sin duda ha de haber algo oculto en la vida o en la familia de Jules o en sus relaciones con su esposa y con su amante, que éstas no desean que salga a la luz.

Pero Omar, muy educadamente acogido en la casa, empieza a saber cosas de las vidas de todos ellos, de manera que la biografía de Jules Gund comienza a tomar cuerpo ante nuestros ojos. No sólo es el pasado y sus secretos o episodios oscuros lo que aflora, sino que el trato y la convivencia entre Omar, Caroline, Arden, Adam y Pete van a modificar el presente y el futuro de todos, lo cual irá sucediendo merced a imprevistos y -en algún caso- graves acontecimientos.

Todos los personajes participan de una atmósfera existencialista, de una angustia básica, de un peso que les inmoviliza, de la desubicación, de la incertidumbre. Sin embargo, la narrativa de Cameron logra que la novela no esté instalada, ni mucho menos, en el agobio y en la pesadumbre. La crisis es semilla de nuevas opciones.

Cuando Arden permanece firme en su negativa a que Omar escriba la biografía de Jules, argumenta: “No creo en las biografías de los artistas. Tampoco en las biografías de los escritores. Creo que sus obras deben hablar por sí mismas. Creo que sus obras constituyen su vida, al menos su vida pública, y esas biografías desfiguran sus obras. De alguna manera, esas biografías mancillan sus obras”.

El punto de vista de Arden ha sido y es compartido, para empezar, por muchos creadores, que declinan autorizar biografías sobre ellos, y también escribir memorias y autobiografías. Otros actúan de manera opuesta. De cualquier modo, se han abierto paso de forma inevitable las biografías sobre artistas, con efectos variados: iluminar sus obras, condicionar su recepción o introducir ruidos que perturban el acceso más natural a sus contenidos.