Tengo una cita por Manuel Hidalgo

J.A. Molina Foix, del libro a la pantalla

8 febrero, 2018 09:40

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Fotograma de Dublineses, de John Huston[/caption]

Tal vez sea la actualidad del triunfo goyesco de La librería, de Isabel Coixet, basada en la novela homónima de Penelope Fitzgerald, lo que me lleva a traer ahora aquí, semanas después de su aparición, Historias de cine. Relatos que inspiraron grandes películas (Siruela), editado por Juan Antonio Molina Foix.

Molina Foix, en la estela de sus ya clásicos e imprescindibles dos volúmenes de Horrorscope (Mitos básicos del cine de terror) (Nostromo, 1974) ha seleccionado once relatos breves -en algún caso, con categoría de “nouvelles”- que, sin excepción, han dado lugar a grandes películas.

El primer interés de esta antología radica, obviamente, en proporcionar la posibilidad de leer unas excelentes narraciones -de variopinto género y procedencia- que no siempre están al alcance cómodo del lector. Supongamos que no es tan difícil localizar para su lectura La Casa Tellier (Maupassant), Miedo (Zweig, recién reeditada por Acantilado), Testigo de cargo (Christie), Los pájaros (Du Maurier), Una historia inmortal (Dinesen) o Los muertos (Joyce). Estos relatos, siguiendo el orden citado, dieron lugar a películas de Ophüls (Le plaisir), Rossellini, Wilder, Hitchcock, Welles y Huston (Dublineses).

Sin embargo, no es tan fácil que el buen lector y el buen cinéfilo -y quienes ostentan la doble condición- hayan tenido fácil la oportunidad de leer Rashomon y En la espesura del bosque (Akutagawa), La cabaña entre las cañas esparcidas (Akinari), El idilio de Miss Sarah Brown (Runyon), El hombre que mató a LibertyValance (Johnson) o La sumisa (Dostoievski), que fueron el punto de partida de sendas películas de Kurosawa, Mizoguchi, Mankiewicz (Ellos y ellas), Ford y Bresson (Une femme douce).

Esté o no esté en lo cierto, el primordial placer que se obtiene con el libro de Molina Foix se desprende, como sugerí, de la lectura de todos y cada uno de los magníficos relatos antologados, placer que, en muchos casos, irá unido a la evocación de la película correspondiente -el cinéfilo aplicado las ha visto todas, o casi todas- y al inevitable y estimulante ejercicio de la comparación razonada y razonable entre unos y otras.

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Fotograma de Rash?mon, de Akira Kurosawa[/caption]

Pero hay más placeres. Para la probabilidad de la evocación y de la comparación, Juan Antonio Molina Foix escribe delante de cada narración un breve texto informativo y analítico, donde, con muy encomiable precisión y carácter esencial, resume estupendamente tanto las características de la pieza literaria como de la película consecuente, prestando atención a los cambios habidos entre el original literario y su adaptación al cine.

Quiero subrayar aquí la claridad, concisión y pertinencia que siempre han caracterizado a Juan Antonio Molina Foix como ensayista literario y cinematográfico, de manera que otro placer no menor se desprende de la lectura de sus propios textos.

En sus funciones de editor y antólogo -y también traductor de algunos de los relatos-, Molina Foix escribe un prólogo en el que, además de explicar los criterios que han presidido su tarea, da algunas pinceladas sobre las relaciones entre literatura y cine. Dado que el asunto cuenta con inabarcable bibliografía, Molina Foix tiene el acierto, una vez más, de limitarse a algunas sustanciales y sintéticas observaciones.

Así, acerca de las adaptaciones, escribe: “En lugar de tratar de reproducir o mimetizar los recursos literarios, la película debe encontrar sus propios recursos fílmicos para que el espectador pueda mirar con ojos nuevos el texto ya conocido. No es lo mismo leerlo que verlo. El lector ya ha imaginado su propia película y cualquier otra versión suele decepcionarle. Sea como fuere, la película no es probable que coincida con la que él ha imaginado.

El problema de las versiones cinematográficas de textos literarios estriba sobre todo en la elección de lo que realmente se adapta, que por norma general suele limitarse a reproducir de forma servil el argumento. En todo caso, más que de una adaptación fiel lo realmente importante es que se trate de manera preferente de una creación nueva y autónoma. El resultado estético debe ser parecido aun cuando utilice un lenguaje distinto. Ante todo se debe preservar el espíritu del texto”.

“Historias de cine” es un libro muy bien y muy atractivamente editado en tapa dura, con la agradable reproducción en blanco y negro de los carteles de las películas. No habría estado de más incluir la ficha artística con los nombres de los actores y de sus respectivos personajes y algún fotograma de los filmes, información que iluminaría -aunque también condicionaría- la lectura de los relatos.

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Fotograma de Une femme douce, de Robert Bresson[/caption]

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