"La pela es la pela", seguimos diciendo tras la llegada del euro. Lo que no decimos públicamente pero el mundo entero musita es "El yuan es el yuan". Agasajamos a los dirigentes chinos en viaje de negocios cerrando los ojos ante la intolerable represión que ejercen en su país y que, en estos días, se personifica en uno de los mejores artistas chinos, Ai Weiwei, detenido por su oposición al régimen. El mercado del arte global repite también el mantra. Christie's y Sotheby's han abierto sucursales en Hong Kong, algunas grandes galerías occidentales se han trasladado a esta ciudad o a Pekín y las ferias de arte contemporáneo chinas atraen a los galeristas que buscan salida en otros mercados a la crisis occidental.



El martes pasado se conoció el informe sobre el mercado del arte que anualmente publica Artprice. En 2010, China ha pasado a ocupar el primer puesto en las cifras globales de ventas a través de casas de subastas. Durante 50 años, Estados Unidos y Gran Bretaña habían copado los dos primeros puestos, pero el mercado chino ha batido a estos pesos pesados en poco más de una década, pues debuta con el siglo XXI. Este mercado vive un segundo boom que, a diferencia del primero (2005-2008), sustentado en el interés de los coleccionistas occidentales por el arte asiático, se fundamenta en la demanda interna. Hay, según el Hurun Report, 875.000 millonarios en China, de los cuales 1.363 son billonarios -eran sólo 24 en 2000-. Se calcula que el número se incrementará en un 20% hasta 2014, por lo que no existe miedo a un desplome de los precios. Esa élite económica busca la influencia política, y son muchos los que tienen cargos en los órganos de gobierno o de asesoría del régimen. Su compromiso “patriótico” se expresa también en el arte. La apuesta de China por el soft power o diplomacia cultural es clara desde hace unos años. A través del arte se quiere fomentar el orgullo patrio en el interior y la imagen de modernidad y apertura en el exterior. El mundo empresarial ha hecho su entrada en el mercado del arte por dos vías: las colecciones corporativas, que se nutren sobre todo de artistas chinos, y las llamadas “Bolsas de arte” (Art exchange), que Artprice identifica como una de las novedades más significativas en el mercado del arte global en 2010. Es el gobierno chino quien inventó las bolsas de arte, con el lanzamiento en 2009 del Shenzen Cultural Assets and Equity Exchange (SZCAEE), que se ha imitado en diferentes lugares: un lote de 12 obras de Yang Peijiang -un artistas espantoso, profesor en la Academia de Arte y Diseño de la Universidad de Shantou- comercializado en forma de mil acciones que se agotaron el mismo día en que se pusieron en circulación.





Yang Peijiang





Esto nos lleva a una de las consecuencias menos atendidas de este giro en el mercado. ¿Qué buscan los millonarios chinos? Al parecer, sus conocimientos sobre la historia del arte del siglo XX en los países occidentales son bastante limitados y tienden a preferir las obras que se enmarcan en su propia tradición artística. El informe de Artprice informa de que, tras Christie's y Sotheby's, la tercera casa de subastas por ventas mundiales es la china Poly International. A continuación, y por delante de Phillips de Pury, otras dos casas del mismo país: China Guardian y Beijing Hanhai Art Auction. Siete de las diez mayores casas de subastas son chinas. Pekín es ya la segunda ciudad en el mercado del arte, por detrás de Nueva York. Los éxitos de esas casas provocan que, en las listas de Artprice, de los diez artistas con cifras totales de ventas más elevadas en 2010, seis sean chinos. En 2009 sólo uno subía a este podio. He buscado algunas imágenes para que se compruebe cuán lejanos son los intereses artísticos de chinos y europeos en materia de arte contemporáneo. Picasso ocupa el escalón más alto e inmediatamente después figura Qi Baishi, el pintor de las gambas. El tercero es Warhol y el cuarto Zhang Daqian, paisajista tradicional que pasó por California y se dio un barniz de expresionismo abstracto. Tras Giacometti aparece Xu Beihong, artista académico, también dado a los temas clásicos de la pintura china. Siguen Modigliani y Fu Baoshi, cerrándose la lista con Roy Lichtenstein. Las obras de los citados artistas chinos se venden casi en un 100% en China y Hong Kong. De momento, fuera no interesan a nadie.





De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Qi Baishi, Zhang Daqian, Xu Beihong y Fu Baoshi





Todo esto es arte del siglo XX. De los artistas considerados contemporáneos -de las últimas décadas- en las casas de subastas, también más de la mitad de los diez más vendidos son chinos -Zeng Fanzhi, Chen Yifei, Wang Yidong, Zhang Xiaogang, Liu Xiaodong y Liu Ye- junto a Basquiat, Koons y Prince. Mientras que en Europa y América valoramos a artistas como Ai Weiwei, Zhang Huan, Xu Bing, Yang Fudong, Cai Guoqiang, Huang Yan o Wang Qingsong, que son, entre muchos otros, los que exponen en las galerías comerciales y los museos, en China se especula con otro tipo de arte, que a nosotros no sólo nos parece poco actual sino incluso de calidad deficiente.





Arriba, Fheng Fanzi, el primero de los artistas chinos en la lista de los diez contemporáneos más vendidos. Abajo, Chen Yifei, el segundo.





Ai Weiwei es un artista muy conocido también en China, aunque estos ricos empresarios con contactos en la política se cuidarán de manifestar un interés demasiado agudo en su trabajo. Hijo del poeta Ai Qing, que sufrió igualmente persecución en los años 50, comenzó a caer seriamente en desgracia en 2008, cuando renegó de su colaboración con Herzog & de Meuron en el diseño del estadio para los juegos olímpicos de Pekín y, escandalizado por la muerte de miles de niños a consecuencia del derrumbe de colegios mal construidos -corrupción mediante- durante el terremoto de Sechuán, emprendió una investigación para sacar a la luz todo lo que el gobierno se empeñaba en ocultar. Son ya de sobra conocidos los acontecimientos subsiguientes: paliza policial, derrame cerebral, blogs censurados, arresto domicilario, estudio demolido... ¿Qué ha pasado ahora?





Instalación de Ai Weiwei en la fachada de la Haus der Kunst, Munich. Realizada con mochilas, en recuerdo de los niños muertos en Sechuán, los ideogramas dicen: “Vivió feliz en este mundo durante siete años”..





En las últimas semanas la represión se ha acentuado en China. Han desaparecido figuras prominentes de la cultura, el periodismo, las profesiones liberales. La “Revolución del Jazmín” que ha recorrido los países árabes ha llegado allí sin que apenas pueda detectarse. Los chinos se manifiestan vagando sin una dirección definida por las calles para evitar las detenciones. La de Ai Weiwei es la que mayor eco ha tenido en el exterior. Varios gobiernos -Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y Francia-han pedido su liberación pero el jueves, día 7, China dejó claro que no piensa permitir que interfieran en sus asuntos internos. El sábado, un grupo de artistas y escritores chinos residentes en el Reino Unido cubrieron las pipas que el artista llevó a la Sala de Turbinas de la Tate Modern con pasquines en los que se leía, junto a su foto, Free Ai Weiwei; el domingo, unas decenas de intelectuales se manifestaron en Hong Kong, pues allí existe esta posibilidad. Mientras, en Internet, donde el gobierno ha censurado cualquier alusión a la detención, miles de simpatizantes hacen una exhortación: “Ama el futuro”, que se escribe de manera muy parecida al nombre del artista. ¿Qué podemos hacer desde aquí? La Fundación Guggenheim ha promovido una recogida de firmas para pedir a China una solución. La apoyan, entre otros, el Los Angeles County Museum of Art, The Museum of Modern Art, la Fundación Bienal de Gwangju, la Asia Society y el Art Institute of Chicago. Es curioso que sea el Guggenheim quien lidere la campaña, cuando hace bien poco diversos artistas árabes boicoteaban el proyecto por su falta de ética en el trato al personal para la construcción de su nuevo edificio en Abu Dhabi. Es decepcionante comprobar qué pocas personas se han tomado la molestia de apoyar la iniciativa -cerca de 13.000 en el momento de entregar este artículo- cuando se necesita un millón de firmas.



Al gobierno chino, por mucho que lo pretenda, no le interesan los valores asociados a la cultura. Ni los del arte actual, por mucho que promueva su mercado por razones de influencia internacional. Al mundo del arte no le importa gran cosa lo que padecen en China quienes aspiran a la democracia. Los países occidentales se quejan con la boca pequeña de los desmanes. Hoy mismo, José Luis Rodríguez Zapatero vuela a China “a la búsqueda de nuevos inversores”. El primer ministro chino, Wen Jiabao, se ha referido a España como "el mejor amigo de China en la Unión Europea" y su gobierno se ha comprometido a comprar 6.000 millones de deuda española. El tema de los derechos humanos no está en la agenda de la visita.





Elena Vozmediano en la Tate Modern, antes de que se prohibiera el acceso a la instalación de Ai Weiwei.





Más información:

Artprice. El informe: http://imgpublic.artprice.com/pdf/trends2010_en.pdf



Hurun Rich List 2010: http://old.hurun.net/listreleaseen512.aspx



Art Exchange: http://europe.chinadaily.com.cn/epaper/2011-04/08/content_12291391.htm



Vídeo que complementa la instalación de Ai Weiwei en Tate Modern: http://www.youtube.com/watch?v=PueYywpkJW8&feature=player_embedded#at=21



Sobre Ai Weiwei en El Cultural:



Elena Vozmediano: http://www.elcultural.com/Ai-Weiwei-cien-millones-mil-diezhttp://www.elcultural.com/version_papel/ARTE/25318/Ai_Weiwei_arte_que_vivir