La semana pasada intenté recoger en una tabla todas las revistas de arte que se publican en España. En estos días he sumado algunas, gracias a la información remitida por los lectores de El Cultural, y creo que, siendo consciente de que habrá aún ausencias, podemos aventurar que no hay muchas más. Y no son pocas: 110 en el último recuento. Es posible que en los próximos meses pueda reincorporar publicaciones que he dejado al margen porque, con una periodicidad que se dice anual, aún se espera el número correspondiente no ya a 2012 sino a 2011. Hago ahora una primera evaluación del panorama que, dada la cantidad y complejidad de los factores que entran en juego, ha de ser por fuerza esquemática.



Tipologías y formatos

Lo primero que llama la atención es la cantidad de revistas editadas por facultades o departamentos universitarios: un 30% del total. Más abajo apuntaré por qué. He localizado, además, 15 revistas editadas por museos, 10 por asociaciones, 5 por academias de bellas artes y 7 por organismos públicos. “Sólo” 39 (un 36%) son producto de iniciativas individuales o empresariales.



Se mantiene la preferencia por el papel: una tercera parte se editan exclusivamente en ese formato y un 42% son físicas y electrónicas, así que un 75% de revistas tienen versión en papel. No puedo dar una explicación a esto porque no lo entiendo, especialmente teniendo en cuenta que la mayoría de las revistas no tienen ánimo de lucro -que se vendan no siempre supone que se pretenda obtener beneficios- y deberían, supongo, intentar minimizar los gastos. Si observamos el tipo de editor, encontramos algunas diferencias: mientras que el porcentaje de revistas “empresariales” que tienen exclusivamente un formato digital es del 25%, en las universitarias sube algo (30,30%) y más aún en las editadas por asociaciones (50%). Los museos no ven claro el tránsito hacia lo digital: sólo un 7% de las revistas que editan no tienen versión en papel.

Si bien el número total de revistas no es en absoluto despreciable, la actividad editorial no es bullente: un 46% de ellas tiene una periodicidad anual y, aún entre éstas, algunas hacen la “trampa” de publicar números dobles cada dos años. Al margen de ciertas revistas online que se renuevan cada semana o incluso a diario, escasean las que se publican con una frecuencia que consideramos más propia de las publicaciones periódicas: las trimestrales suponen un 16%, las bimestrales un 5% y las mensuales un 4%.



La difícil supervivencia de las revistas empresariales

Hay 29 revistas empresariales que tienen edición en papel. Evidentemente, es más difícil sacar adelante un producto que requiere una fuerte inversión en preimpresión, impresión y distribución que otro que se hace en un ordenador. Además, a diferencia de las revistas universitarias, en las que las colaboraciones no suelen cobrarse, lo normal es que las empresariales ofrezcan unos honorarios, mayores o menores, a los autores de los artículos. En las revistas digitales son habitualmente más bajos, cuando los hay. Las ventas directas a través de distribuidoras, que las colocan en librerías o kioscos y que se llevan un buen bocado, no suelen ser abundantes y no dejan un gran margen de ganancias. Así, quedan tres vías de ingresos: la publicidad, que escasea cada vez más, las suscripciones, que en estos tiempos están manteniendo a flote a algunas publicaciones, y las subvenciones.



La mayoría de las revistas no viven de éstas. Tal vez algunas de las listadas tenga ayuda de gobiernos autonómicos pero el ex-Ministerio de Cultura sólo apoya económicamente a 11 de las 110 revistas. En la última convocatoria -la resolución se publicó en enero- atendió prácticamente todas las solicitudes presentadas, con estas cantidades: Álbum (18.946,00 €), Artecontexto (18.946,00 €), Dardo (9.867,50 €), Bonart (20.060,48 €), Arte y Parte (17.552,92 €), Grabado y Edición (14.766,74 €), Tendencias del mercado del arte (17.552,92 €), Lápiz (20.896,33 €), Exit Book (18.388,77 €), Exit Imagen y Cultura (24.239,74 €) y Descubrir el Arte (14.209,50 €). En 2012, tras unos meses en los que las subvenciones habían quedado en el aire haciendo temblar a muchos proyectos editoriales, se cambió por completo el sistema. Anteriormente, lo que hacía el Ministerio era comprar una parte de la edición con destino a las bibliotecas públicas, a precio de venta al púbico. Así, si a una revista con un precio de suscripción anual de 100 € le compraban 200 suscripciones, recibía una mal llamada subvención de 20.000 €. Con la reforma, las subvenciones se conceden según unos parámetros y las revistas no tienen obligación de enviar ejemplares a las bibliotecas. ¿Salen ganando o perdiendo? Depende.



Las cantidades concedidas a casi las mismas revistas en la convocatoria de 2011 son bastante diferentes. Ganan Grabado y Edición (recibió ese año 6.000 €), Bonart (15.000 €), Álbum (11.700,00 €) y Descubrir el Arte (3.456,00 €). Pierden las más consolidadas, y a veces mucho. Rosa Olivares y Asociados S.L. publicaba en 2011 tres revistas: se le otorgaron 52.000 € por Exit Imagen y Cultura, 6.000 € por Exitbook y 10.000 € por Exit Express, hasta un total 68.000 €; en 2012, con una revista menos (Exit Express pasó a Internet), fueron en total 42.627 €. Así que, más o menos, mantiene los ingresos por esta vía. Otras empresas lo han sentido más. Mar Menor Comunicación, editora de Lápiz y Númen (ésta se cerró), obtuvo por las dos 67.080 € en 2011. El Ministerio compraba 850 ejemplares -el máximo, compartido por sólo otras seis revistas culturales en España- de Lápiz, que era entonces bimestral, lo que importaba 52.000 €; ahora son 20.896,33 €. Artecontexto se ha quedado casi en la mitad, desde 34.650,00 €, al igual que Arte y Parte, desde 35.750,00 €. Dardo pierde pero gana: eran 14.000 € por seis números al año y ahora 4.000 menos por sólo dos. G+c, revista de gestión y cultura perdió este año por defecto de forma los 14.700,00 € que se le entregaron en 2011.



Sea cual sea la cantidad, es muchas veces vital contar con esa ayuda. Incluso cuando algunas de estas empresas desarrollan actividades paralelas para compensar las escasas ganancias: servicios de envío de información a través de correo electrónico, distribución editorial, librería, asesoría, comisariado de exposiciones... ¿Cuáles son actualmente los requisitos para optar a la subvención? El régimen es de “concurrencia competitiva” y no se concederá más de un 100% de los costes de producción ó más del 50% del coste total de la revista (producción, comercialización y distribución). A cumplir:



  • Tirada mínima de 1.500 ejemplares
  • Al menos 48 páginas
  • Numeración consecutiva de los ejemplares, fechados.
  • Precio de venta al público marcado. Se excluyen las de distribución gratuita
  • Periodicidad máxima mensual y mínima semestral
  • Publicación no editadas o coeditadas “por encargo de organismos del sector público en sus diferentes niveles”: quedan fuera las de universidades públicas
  • Contenidos que no sean mayoritariamente locales o autonómicos
  • Distribución de más del 50% fuera de la comunidad autónoma de origen.

Para revistas digitales:

  • Número medio de usuarios de pago superior a 1.500 por mes
  • Precio de acceso a contenidos de pago explícitamente señalado en la web
  • Actualización de contenidos como mínimo cada seis meses.

Las solicitudes son valoradas por una comisión de expertos “en función de la calidad de los contenidos, la relevancia sociocultural de la revista dentro de su ámbito, la calidad del diseño y estructura formal y, ya de forma automática, la trayectoria y antigüedad, la periodicidad y el número de páginas”.







Investigación y sexenios

Las revistas universitarias y académicas tienen una problemática diferente. A pesar de que muchos de los artículos que publican podrían muy bien interesar al aficionado al arte que desea incrementar sus conocimientos, lo cierto es que no se dirigen a él sino a otros investigadores, en el ámbito docente. Dominan los textos sobre historia del arte, que hacen aportaciones documentales, atribuciones, estudios de obras concretas, de determinadas expresiones artísticas en un momento y un lugar dado… Hay artículos sobre arte contemporáneo, pero son los menos; y las perspectivas menos ortodoxas sólo se dan en ciertas revistas que nacen ya con esa voluntad de darles cabida.



Si para las editadas por empresas o asociaciones el gran reto es vender o de conseguir una visibilidad en Internet que propicie las inserciones publicitarias, para estas otras se trata de obtener el estatus de “revista de reconocido prestigio”. ¿Para qué? Pues para que los profesores que publican en ella consigan acreditar su valía ante la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora (CNEAI) y así conseguir un complemento salarial de productividad, llamado “sexenio porque el interesado tiene que demostrar su labor en, como mínimo, los últimos seis años. El sexenio no sólo tiene efecto económico, sino en la dedicación a la docencia. Si un profesor tiene sexenio "vivo" -concedido en los últimos seis años- o más de tres, tiene derecho a una reducción docente del 40%. Es decir, que a los que más investigan les premian con menos clases para que sigan investigando. El tema es bastante complicado. Intento resumirlo y les pongo los enlaces por si quieren ampliar información.



El sistema universitario estima que una revista es importante cuando tiene un elevado “factor de impacto”. Que se calcula dividiendo el número de citas obtenidas en un año por los artículos publicados en la revista durante los dos años anteriores entre el total de artículos que la revista publicó en esos dos años. Se considera que la máxima autoridad internacional para hacer ese cálculo es el Institute for Scientific Index (ISI), a través del Journal Citation Reports (JCR). Como está pensado para publicaciones científicas, hay pocas revistas de humanidades, y pocas en lenguas que no sean el inglés. Aparecen sólo dos revistas españolas de arte: Archivo Español de Arte y Goya, las "de toda la vida”. El ISI mantiene un Arts & Humanities Citation Index en el que, además, se incluye Arte, Individuo y Sociedad. Los evaluadores de la actividad investigadora tienen otras referencias internacionales secundarias, como Lantindex, Scopus o ERIH (European Reference Index for the Humanities).



El factor de impacto no parece muy adecuado para conocer la calidad de las revistas sobre humanidades en general y sobre arte en particular. Aún así, como “es lo que hay”, hubo que crear en 1998 el proyecto de investigación “Diseño y desarrollo de un índice de citas de las revistas españolas de Humanidades”, con participación del Ministerio de Educación y Cultura y varias Universidades, para paliar la poca atención que los índices internacionales prestaban a las revistas españolas. Fue preciso vaciar y analizar series de más de treinta revistas y crear la base de datos necesaria para estudiar las citas en cada área de conocimiento (Geografía, Historia del Arte, Historia Medieval, Historia Moderna e Historia Contemporánea). Luego se ha seguido avanzando en métodos de extracción, homologación y difusión. Diferentes organismos han trabajado para complementar el ISI, que sigue teniendo la máxima reputación, con otros listados que incluyan indicadores de calidad y que recojan y valoren, aunque con “menos puntos” las publicaciones en revistas españolas. Así, el CSIC y la ANECA promovieron DICE (Difusión y Calidad Editorial de las Revistas Españolas de Humanidades y Ciencias Sociales y Jurídicas), el grupo de Trabajo de Evaluación de Revistas de Ciencias Sociales y Humanas del CINDOC elaboró el sistema RESH (Revistas Españolas de Ciencias Sociales y Humanidades), la Universidad de Granada mantiene el IN-RECH y la Agència de Gestió d'Ajuts Universitaris i de Recerca se guía por la CARHUS (clasificación de revistas científicas de los ámbitos de Ciencias Sociales y Humanidades).



Este avance favoreció la reactivación o creación de revistas universitarias, en papel y electrónicas.  Pero los recortes a las Universidades pueden hacer perder lo ganado. Los recortes a la ANECA han paralizado las evaluaciones para DICE, lo que provocará la desactualización del sistema de forma progresiva. En el comunicado enviado a los editores, se explicaba que “ Ante la falta de actualización se perderán las fuentes de indicadores para revistas en Humanidades y Ciencias Sociales y las agencias de evaluación volverán a contar, casi exclusivamente, con las fuentes de indicadores internacionales WoS o Scopus”. Por otra parte, la financiación de las revistas dependientes de Universidades procede exclusivamente de éstas, y muchas están ya en una situación económica calamitosa. Y no sólo eso: las bibliotecas universitarias pierden presupuesto para adquisiciones e incluso para la suscripción a los índices internacionales.



Con todo, muchas revistas de arte siguen fuera de los índices nacionales, o tienen una valoración muy baja. Y no es sólo porque los artículos que incluyen no obedezcan a la tipología de publicación de una investigación histórico-artística tradicional sino también porque no cumplen con “las formas” -requisitos bibliométrico-editoriales- que exigen los índices. La Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora examina en cada revista las siguientes características:



1. Existencia de un Consejo de Redacción y un Comité Científico

2. Identificación de miembros de los Comités

3. Instrucciones detalladas a los autores

4. Resumen del artículo

5. Sumario (bilingüe)

6. Sistema de arbitraje

7. Datos sobre el proceso editorial

8. Declara la periodicidad

9. Cumple la periodicidad

10. Cuenta con evaluadores externos

11. Anonimato en la revisión externa

12. Comunicación motivada de la decisión editorial

13. Apertura institucional del Comité Científico (a cuántas instituciones están vinculados los miembros)

14. Porcentaje de internacionalidad del Comité Científico

15. Apertura institucional del Consejo de Redacción

16. Investigación original

17. Apertura institucional de los autores (CR)

18. Apertura institucional de los autores (Entidad editora)

19. Tasa de aceptación de originales

20. Incluida en WoS/JCR y/o ERIH

21. Incluida en bases de datos especializadas.



Son muchos los profesores universitarios, especialmente en el ámbito del arte contemporáneo, que desearían unas fronteras más permeables entre el mundo editorial universitario y el “profesional”. El análisis y la crítica del arte actual podrían tener mejor consideración, lo cual beneficiaría también su posición en el sistema docente. Federico Castro Morales, profesor titular de Historia del Arte en la Universidad Carlos III de Madrid, que me ha ayudado a conocer el terreno académico, afirma: “El dilema es cierto: si publicas en una revista de asociaciones o empresas, con prestigio profesional, difícilmente será reconocida tu labor investigadora. Y un comisario o crítico profesional difícilmente querría publicar en las revistas universitarias, muchas de las cuales apenas tienen difusión fuera del ámbito académico. Además, los comisariados de exposiciones no contaron como mérito hasta hace poco tiempo”. Habría que hacer algo para favorecer los intercambios.