El Consejero de Cultura y Turismo del Gobierno de la Región de Murcia, Pedro Alberto Cruz, anunció la semana pasada que a partir de ahora la sala de exposiciones La Conservera, en el municipio de Ceutí, cubrirá la integridad de su programación mediante concurso abierto de proyectos expositivos. No puedo darles en este momento más detalles que los publicados en la nota de prensa, pues las bases de la convocatoria, que estará abierta del 2 de septiembre al 2 de octubre, no hay quien las encuentre: no están en la web de la sala de exposiciones, ni en la de la Consejería, ni en el boletín oficial (BORM) de la autonomía. Y eso que se vende el concurso como modelo de “transparencia”. Unos días después supimos además que, al parecer, se deshace la vinculación que existía entre la Sala Verónicas y La Conservera: en la web de esta última aún se dice que Verónicas, en la ciudad de Murcia, funciona como “quinto espacio” del centro de arte en Ceutí pero la presentación del proyecto “Grado Cero” supone que las líneas expositivas de una y otra vuelven a ser independientes. Ese proyecto consistirá en llevar al ex-quinto espacio la obra de profesionales ajenos al mundo del arte “cuyo punto en común sea la idea de la creatividad”. Cada cual tendrá su opinión. La mía: es bueno que se fomente esto de la creatividad y las industrias creativas pero conviene distinguirlas claramente del arte, porque se genera mucha confusión. Esas otras actividades, sí, son culturales, y, sí, son creativas, pero no son artísticas. Moda, gastronomía, ciencia, economía… son los ámbitos que se ha previsto incorporar al programa.

Como hizo cuando nos habló del concurso de comisariado –enseguida me referiré a él- se vanaglorió el consejero en esta segunda rueda de prensa en menos de una semana de tener ideas pioneras, cuando no lo son. La programación del IVAM ya va, lamentablemente, en esta dirección. La primera exposición en la nueva etapa de la Sala Verónicas, que se inaugurará en octubre, estará comisariada por el diseñador Jorge Martinez, el arquitecto Miguel Mesa del Castillo y el cocinero Juan Carlos Ruiz Riquelme, que “van a crear una imagen fija o móvil sobre la creatividad en la Región de Murcia”. Menudo gazpacho.

[caption id="attachment_114" width="450"] Centro de arte contemporáneo La Conservera, en Ceutí (Murcia).[/caption]

Pero vamos con La Conservera. Conviene recordar su breve historia. Se inauguró hace poco más de cuatro años, en mayo de 2009, tras reacondicionar la antigua fábrica que ya había sido transformada para acoger Ceutimagina, museo municipal de ciencias que fue entonces liquidado. Está en Ceutí, un pueblo que no llega a 11.000 habitantes, a 20 minutos por carretera de Murcia capital. Lógicamente, los visitantes escasean, y mucho. La gestión se contrató con una empresa privada, ABV Arte, integrada por Pablo del Val y Rocío Bardín. Lo contaba Javier Hontoria en El Cultural, pocos meses después de la inauguración, en enero de 2010: “La designación de la consultoría ABV Arte como programadores del centro desató una formidable polvareda no tanto por no ser consecuencia de las resoluciones supuestamente consensuadas del jurado de un concurso público como por el escollo, flagrante, que implicaba conciliar sus intereses en el sector privado y las gestiones públicas que demanda una institución como La Conservera. Por desgracia, a nadie sorprende ya la facilidad con la que el mercado -y en concreto ciertas galerías- se desliza en los vericuetos de las instituciones. Ocurre aquí y en muchos otros centros, pero me cuentan que ABV Arte ha cesado en su vinculación con el centro, que es Pablo del Val en solitario quien se hará cargo de su programación y que éste sí es partidario de la convocatoria de un concurso público que designe al nuevo director, cargo al que presumiblemente se presentaría. Veremos”. Y vimos. En efecto, en marzo de 2010 la consultora ABV Arte cesó su actividad por divergencias entre los dos socios y, en mayo de 2011, cuando cumplió el contrato de dos años que se firmó para la puesta en marcha del centro, Pablo del Val fue nombrado director, a dedo. Un hecho reprobado por el Instituto de Arte Contemporáneo, la Asociación de Directores de Arte Contemporáneo de España (ADACE), el Consejo de Críticos y Comisarios de Artes Visuales y la Unión de Asociaciones de Artistas Visuales (UAAV).

Hace meses que Del Val –que tras ser nombrado director de la feria de arte mexicana Zona MACO siguió dirigiendo La Conservera- renunció al cargo “por motivos económicos y falta de entendimiento sobre la gestión del espacio” y desde marzo, cuando se clausuró el último ciclo, La Conservera está sin programación. No tengo el dato preciso pero el propio Del Val aseguró que el presupuesto inicial estaba en torno al millón de euros al año. Todo se hacía a lo grande en esos 4.800 metros de espacio expositivo. Del Val pidió a conocidos profesionales del arte que grabaran anuncios en los que proponían una excusa tonta para no ir a La Conservera –una campaña liosa e ineficaz-, y echó el resto cuando, en ARCO de 2010, organizó un viaje de decenas de coleccionistas desde Madrid a Murcia en avión para visitar el centro de arte, con cena y noche de hotel. Pensarán: “como si fueran a comprar algo allí”. Pues a lo mejor sí, porque la diputada autonómica Begoña García Retegui observó que Del Val era “representante” de los artistas que exponían en La Conservera y con esta acción, sobre la que ella pedía explicaciones, se propiciaba un negocio privado. Siempre se rumoreó que lo allí expuesto estaba a la venta.

La Conservera, que depende de la empresa pública Murcia Cultural –la cual ha dado unos cuantos titulares-, se abrió como “el eje que marca las directrices y determina la gestión del Departamento de Artes Visuales de la Consejería de Cultura de la Región de Murcia”. Como otros museos y centros de arte autonómicos y locales, estaba sobredimensionado. Un mal principio suele conllevar un mal final. Cuando las motivaciones de un proyecto son tan puramente políticas y personalistas, su capacidad para superar las adversidades son mínimas. Cuando Pedro Alberto Cruz se quedó definitivamente sin dinero apeló al “micromecenazgo”. En realidad, lo que hacía era pedir 500 euros a mil empresas de la región no ya para reflotar su programa cultural de grandes eventos sino para evitar el hundimiento de las instituciones culturales autonómicas. Como en este país se lanzan muchas ideas pero nadie presenta resultados, no sabemos cuál ha sido la recaudación; pero sí podemos comprobar en la web Yo soy mecenas de la cultura, montada para solicitar los patrocinios –este término sería mucho más adecuado- que sólo 21 empresas han respondido al llamamiento. A no ser que haya otras que hayan pedido no “figurar”, lo que dudo.

El centro de arte de Ceutí pasó de cuatro ciclos de cuatro exposiciones al año a dos. Abre sólo cuatro horas por la tarde de martes a viernes, y todo el día los fines de semana. No tiene personal, mientras que, extrañamente, en Verónicas habría, según la web, un “director de proyectos” y dos coordinadoras. Ante la alternativa cierta de cerrar La Conservera, la Consejería sale con esta convocatoria que supone la desaparición del puesto de comisario jefe, y la adopción de “un modelo más económico y sostenible”, sin renunciar al delirio de pretender que sea “uno de los principales centros de arte contemporáneo a nivel internacional”. Pero ¿en qué liga jugará ahora La Conservera? Cuando se inauguró, su afán era, según se explicitó, competir con el MUSAC (que entonces empezaba a perder presupuesto). Más vale que se vaya bajando de la burra. No sólo por su horizonte presupuestario, que ahora revisaremos, sino porque no puede esperarse gran cosa de un centro sin director y sin equipo, sin misión, sin programas… en el que se improvisa continuamente. Quiere ser “punto de referencia para todo el talento que hoy en día está reprimido, oculto o invisible dentro de la escena artística española”. Ni más ni menos. ¿Qué se ofrece? Comparemos la convocatoria con otras que ya existen –no hay innovación aquí tampoco, frente a lo que se pregona- para calibrar la ambición real del proyecto, más allá de la palabrería.

 

[caption id="attachment_113" width="450"] Interior de la Sala Verónicas, en Murcia.[/caption]

En La Conservera, los comisarios recibirán 3.000 euros en concepto de honorarios –es una cantidad muy modesta en el “mercado” del comisariado profesional- y se adjudicará un máximo de 15.000 euros para cada exposición, incluyendo producción de obras, honorarios para los artistas y resto de gastos asociados, aún por detallar en las bases. No me salen las cuentas: la Consejería prevé un total de 90.000 euros para las exposiciones, lo que sólo daría para seis con el máximo presupuesto (recordemos que el centro tiene cuatro espacios). El jurado estará integrado por Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía –¿es conveniente que contribuya a confeccionar la programación de otro centro de arte?-, Laura Revuelta, comisaria, critica de arte y coordinadora del suplemento cultural de ABC, y José Martínez Calvo, director de la galería Espacio Mínimo, algunos de cuyos artistas han expuesto en La Conservera.

Se busca comisario en la Sala de Arte Joven de la Comunidad de Madrid cubre una buena parte de la programación del centro, durante seis meses cada año, con dos o tres exposiciones (la opción es del comisario). En la convocatoria para 2014 se establece una dotación global de 88.500 euros para llevar a cabo el proyecto del comisario seleccionado. La cantidad incluye los honorarios del comisario (7.500 €), los de los artistas participantes, los gastos derivados de la producción y ejecución del montaje expositivo (transporte, viajes, folletos y catálogo, difusión) y la realización de actividades complementarias. En 2013, la ganadora fue Beatriz Alonso.

Una de las iniciativas de este tipo más establecidas es Terrassa Comisariado, que se desarrolla en el Espai Dos de Sala Muncunill. El programa en curso está comisariado por Iván Mejía R., que ha organizado ocho exposiciones. La dotación económica es escuálida, pero hay que tener en cuenta que se trata de una convocatoria para comisarios emergentes. Son 8.000 euros al proyecto seleccionado: el 33% para el comisario y el 66,5% para la remuneración de los artistas y  “la resolución de aspectos relacionados con la producción y la edición de una publicación general del ciclo”.

Es también ya un clásico el programa Inéditos, en La Casa Encendida. Las bases procuran 3.000 euros en concepto de honorarios, más un máximo de 23.500 euros por proyecto. Cada comisario cuenta con el apoyo del equipo del centro. En este enlace, información sobre los proyectos ganadores en la última edición y descarga de los catálogos en pdf.

En Barcelona, el laboratorio de arte joven es La Capella, que funciona mediante convocatoria abierta de proyectos, siendo sólo uno de ellos para comisariado. Las bases para 2013 establecían 6.000 euros en concepto de honorarios para el comisario y 20.000 euros en concepto de producción, incluyendo honorarios para los artistas y todo lo relacionado con el montaje.

Comisart es la convocatoria que la Fundación “la Caixa” lanzó en febrero de este año, para la organización de tres proyectos curatoriales en Caixaforum a lo largo de un año. Dado que la Fundación corre con todos los gastos de las exposiciones, sólo se mencionan los honorarios para cada uno de los comisarios: 6.000 euros. Se presentaron 60 propuestas, entre las que fueron elegidas las de Suset Sánchez, Sabel Gavaldon y el equipo formado por Jaime González y Manuela Nicolau. 

Acaba de publicarse la convocatoria de Can Felipa, que sí basa en ella toda su programación, en este caso para la temporada 2014-2015. La modalidad de comisariado está tutorada por David G. Torres y Joana Hurtado, miembros del jurado, y cuenta con la colaboración de la Fundación Antoni Tàpies: uno de los proyectos seleccionados se mostrará allí y se beneficiará del apoyo de su equipo. La dotación económica es de solo 5.000 euros por proyecto, incluyendo los honorarios del comisario y de los artistas, y los costes de producción que se listan en la web.

¿Qué tienen en común estos programas? Están dirigidos a jóvenes comisarios y, por lo general, a artistas jóvenes, en centros de arte joven. Es muy importante que existan, que se mantengan en el futuro. Dan entrada a otras voces y, por lo que yo sé –participé como jurado en una convocatoria de este tipo para el c arte c de la Universidad Complutense- son concursos realmente abiertos. En alguna ocasión se ha censurado que esa circunstancia –la de la juventud- se use para justificar unas apreturas económicas excesivas, y es cierto que las condiciones son a veces muy difíciles, pero también lo es que aquí se van curtiendo profesionales que, esperemos, tendrán mejores oportunidades en el futuro. El planteamiento y el presupuesto de La Conservera no son sustancialmente diferentes, y es probable que acabe convirtiéndose en lo que tal vez debió ser desde el principio: un centro de arte joven que se integre de verdad en la escena artística murciana. Aunque con más espacio de la cuenta, esta va a ser su liga. Y puede ser un trance positivo si se ponen los pies en la tierra y se asume la realidad.