El páramo castellano-leonés
Me gustaría mucho poder transmitir una idea más positiva pero es necesario dejarse de ficciones. Castilla y León, la comunidad autónoma más grande de España, con sus nueve provincias que suman 2,5 millones de habitantes –es una de las regiones con menor densidad de población- y su gran riqueza patrimonial, es un páramo para el arte contemporáneo. No es la única comunidad que merezca esa caracterización, lo cual dice mucho de la realidad cultural del país, y las hay con escenarios más desoladores, como Castilla-La Mancha. Pero he de referirme ahora a ella a propósito de un caso de confusión entre lo público y lo privado –no es nuevo pero va ganando dimensión- que me ha llamado la atención. La semana pasada se inauguró en el Museo Patio Herreriano de Valladolid una nueva entrega del programa LienzoMPH, de intervenciones en un gran muro del vestíbulo en la planta baja del museo. Han actuado sobre ese “lienzo”, desde febrero del año pasado, Françoise Vanneraud, Eduardo Alonso Rico, Saela Aparicio, Daniel Verbis, Theo Firmo, Fernando Guijar y Amélie Bouvier. Todos lo hicieron en paralelo a sus exposiciones individuales en la galería de Javier Silva. Esta colaboración entre un museo y una galería comercial se ha presentado con gran naturalidad y no ha sido púbicamente cuestionada, que yo sepa, hasta ahora, pero la realidad es que es una liaison atípica. Una cosa es que un museo establezca sinergias de diversa índole con los agentes artísticos del entorno, incluyendo las galerías de arte, y otra que mantenga un acuerdo estable con una sola galería, la cual determina una parte –aunque sea pequeña y lateral– de la programación de la institución y se beneficia de la promoción que el museo hace de sus artistas.
Intervención de Amélie Bouvier en LienzoMPH
“Teléfono escacharrado”, de Pilar Álvarez, en Creadores íntimos
Cada cual podrá evaluar la conveniencia o inconveniencia de esta colaboración. Pero hay más. Durante este mes de marzo se ha podido ver en la Iglesia de las Francesas Creadores íntimos, una exposición colectiva de artistas vallisoletanos que comisaría Javier Silva para la Fundación Municipal de Cultura de Valladolid. Es la segunda muestra en la que el galerista actúa como comisario para el Ayuntamiento: la primera, Creadores transfronterizos, se presentó en la misma sala en abril de 2013. Por mucho que su labor de dinamización cultural sea meritoria y su capacidad para generar actividad sea digna de encomio, es ya un protagonismo a todas luces excesivo. Y no creo que aquí puedan darse muchas explicaciones, porque se trata simplemente de elegir –y es una buena selección– obras de autores nacidos en Valladolid o relacionados con la ciudad, sin más nexo, como se reconoce en la presentación. Cualquiera con conocimiento del medio y criterio estético podría haberlo hecho. El argumento del apoyo a la galería única se desdibuja aquí, pues el proyecto no se vincula a ella–aunque se promocione en su web– sino al galerista. No tomen este artículo como denuncia, ataque o enjuiciamiento, sino como reflexión sobre las anomalías a las que lleva la precariedad extrema del tejido artístico, aquí y en otras partes. En toda Castilla y León hay ahora solo dos galerías de arte contemporáneo con repercusión nacional: Adora Calvo y Javier Silva. La Universidad de Salamanca imparte grados de Bellas Artes e Historia del Arte… pero los artistas tienen que buscarse la vida fuera; gobierno autonómico, ayuntamientos y diputaciones han hecho en los últimos años grandes inversiones… que han quedado en buena parte desactivadas al poco tiempo de nacer. En 1998 se inauguró la primera infraestructura pública para el arte contemporáneo en la región, el Museo Esteban Vicente en Segovia; siguieron el Museo Patio Herreriano en 2000, el DA2 de Salamanca (existían antes las salas de la Universidad, hoy paralizadas) en 2002, el CAB de Burgos en 2003 y el MUSAC en 2005. ¿Cuáles han sido sus logros? Y no estoy sugiriendo, en absoluto, que no los haya habido. Todos se han visto afectados por la crisis, y algunos por los vaivenes políticos, pero al margen de ello debería emprenderse con seriedad un autocuestionamiento constructivo, acompañado necesariamente de un respaldo renovado de las administraciones de las que dependen (el CAB es privado). Tal y como se planteó en el I Foro de Cultura y Buenas Prácticas que se celebró la semana pasada en La Casa Encendida, las instituciones culturales tienen que “refundarse”, empezando por reelaborar adecuadamente sus herramientas esenciales: misión, estrategia, buen gobierno y evaluación del impacto social y cultural. Pero sabemos que hoy la lucha es otra: conseguir la financiación mínima para abrir las puertas y sostener una programación no ya brillante sino simplemente digna. Algo está fallando, cuando el mercado es raquítico y, además, las iniciativas independientes, que las hay, lo tienen casi todo en contra. Espacio Tangente en Burgos o Laboratorio Bambara en León hacen con mucho arrojo lo que pueden, y en Valladolid se está viendo más movimiento gracias a los fondos europeos de CreArt –ahí anduvo despierto el Ayuntamiento- y a la actividad de algunos jóvenes gestores culturales. Véase, por ejemplo, CREAVA, Muestra de creadores vallisoletanos, muy irregular en la calidad de las propuestas artísticas pero muy integradora de espacios y públicos. El MUSAC, que ha fracasado en la activación artística de León, está actualmente desarrollando el proyecto de visibilización Del mapa al territorio. Colectivos y espacios culturales independientes en Castilla y León, que, de momento, es un totum revolutum al que le falta poner filtros y jerarquizar. Repito que no querría ser pesimista pero cuando el I Plan de Industrias Culturales y Creativas de la Comunidad de Castilla y León 2013-2016 liquida el “Sector artes visuales y museos” en cinco páginas llenas de espacios en blanco en las que no hay una sola línea que apunte a una estrategia… A no ser que se considere un plan estratégico esto: “Se precisan campañas de captación de nuevos públicos basadas en exposiciones en espacios públicos”. Necesitamos otras herramientas de planificación y de análisis. En el Anuario de Estadísticas Culturales del ex-Ministerio de Cultura de 2013, se afirma que un 12’6% de los encuestados en Castilla y León –para que puedan comparar: un 15,1% en Madrid– visitaron alguna galería de arte entre 2010 y 2011. Pero ¿qué galerías, si no hay?