Hace un par de días leí una noticia que me extrañó: la Asociación Española de Pintores y Escultores abría por primera vez a cualquier artista interesado su tradicional Premio Reina Sofía, hasta ahora vinculado a su más tradicional aún Salón de Otoño, con una dotación elevada, de 20.000 euros y la colaboración de Google. Me sorprendió sobre todo lo de Google y empecé a buscar información sobre el premio, la asociación y sus responsables. Y tengo mucho que contarles.
Pero empecemos por el concurso. Cualquier asociación seria de artistas rechazaría de plano sus bases. Se exigen 30 euros por la inscripción –algo inaudito-, no se contratará seguro -por lo que la organización no se hará cargo de ningún desperfecto- y la entrega y devolución de las obras deberán efectuarlas los propios artistas, en un punto establecido, incluso si han sido seleccionados. El jurado lo compondrán cinco personas, entre ellas José Gabriel Astudillo, el presidente de la asociación y Mª Dolores Barreda, su secretaria general. La entrega de premios se celebrará en el Salón de Actos del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, en el complejo El Águila. La ex-reina Doña Sofía presidirá la ceremonia.
La Asociación Española de Pintores y Escultores (AEPE) es una viejísima –en todos los sentidos- organización que hasta hace no mucho languidecía justamente. Pero llegó a su presidencia José Gabriel Astudillo, político multi-función de prolongada carrera en el Partido Popular de Madrid. Y pintor. No crean que es un don nadie. Ha sido diputado en la Asamblea de Madrid, concejal en el Ayuntamiento por el distrito de Retiro y ha formado parte de gobiernos municipales como Delegado del Área de Coordinación Territorial y Participación Ciudadana y como Delegado del Área de Educación, Juventud y Deportes. Colaborador en la FAES y Asesor y consejero en mil organismos. Ahora es Primer Teniente de Alcalde y Concejal de las Artes en el Ayuntamiento de Alcorcón. Y no crean, si no lo conocen, que Alcorcón es un pueblo; es una ciudad de 170.000 habitantes con un presupuesto de 190 millones de euros en 2014, superior al de muchas capitales de provincias.
Alcorcón quiso fundar un proyecto artístico a la altura –en realidad muy por encima de ella- de su importancia como ciudad. Ya conocen la historia, así que la resumo al máximo. Su anterior Alcalde, el socialista Enrique Cascallana, se propuso pasar a la posteridad con su Guggenheim personal y metió al Ayuntamiento en una apuesta suicida que lo ha puesto al borde de la bancarrota y ha dejado a los ciudadanos endeudados de por vida: el Centro de Creación de las Artes, CREAA, con nueve edificios y 66.000 metros cuadrados. Se han invertido hasta el momento 110 millones de euros y solo está terminado al 60%. Y así se quedará, porque el actual gobierno, del popular David Pérez, no quiere y no puede aportar los al menos 40 millones que harían falta para concluirlo. Es, seguramente, el caso más escandaloso de la megalomanía ladrillista-cultural.
Para la puesta en marcha y la gestión del complejo, el Ayuntamiento y EMGIASA (Empresa Municipal de Gestión Inmobiliaria de Alcorcón), que está hoy en concurso de acreedores, constituyeron en 2008 la Fundación CREAA. Recibió enseguida donaciones de la propia EMGIASA (30.000 euros) y de las empresas que estaban construyendo los edificios: 200.000 euros en 2008 y 1 millón en 2010. Pero en 2011 se detuvieron las obras y esos fondos quedaron de alguna manera inmovilizados. En el informe de fiscalización que la Cámara de Cuentas de la Comunidad de Madrid hizo de la gestión del Ayuntamiento de Alcorcón en 2010 (publicado en 2013) se resumía su situación económica y se recomendaba su liquidación. En esos años (2008-2010) la fundación no había tenido ninguna actividad pero había generado unos gastos de 758.245 euros. “Este importe corresponde fundamentalmente a gastos de personal de sus cuatro empleados. Del resto, destacan los gastos derivados de la selección del Director Gerente (38.341 euros en el ejercicio 2010, incluyendo los gastos del proceso selectivo y la publicidad de dicho proceso), la contratación de una empresa para la gestión de nóminas de sus cuatro empleados (600 euros al mes) y la indemnización a la Directora Gerente abonada, en el ejercicio 2011, de 75.000 euros”. La Directora Gerente era María del Valle, que procedía del Centro Cultural de España en Miami y regresó allí, como directora del ArtCenter/South Florida cuando fue despedida en 2011. Había sido elegida mediante concurso abierto con un jurado independiente de profesionales del arte. Su sueldo en el CREAA era de 100.000 euros anuales más incentivos de hasta 30.000. Estuvo allí un año y medio.
El gobierno de David Pérez no ha desmantelado la Fundación sino que la ha utilizado para hacer frente a algunos gastos “culturales”. En fechas recientes la prensa ha dado a conocer su posible implicación en la Operación Púnica: durante los últimos tres años el Ayuntamiento ha contratado a la empresa Waiter Music (una de las investigadas en la trama corrupta), mediante negociado sin publicidad, los conciertos de las fiestas municipales. Y lo ha hecho a través de la Fundación CREAA. En 2013 sonaron ya las alarmas cuando el alcalde presentó a los grupos musicales que participarían en los festejos cuando aún no había siquiera publicado la convocatoria. Y volvió a pasar en 2014. Sumen los 758.245 euros que se habían gastado en 2010 más los 200.000 euros de los conciertos de 2012 y de 2013, y los 372.000 de 2014… la Fundación debe estar casi sin fondos, sospecho.
Y ahora reaparece Astudillo. Él es vicepresidente de la Fundación CREAA y, como tal, firmó un convenio de colaboración con el Ayuntamiento, representado por Luis Galindo Casado, Concejal Delegado de Cultura, Centros Culturales y Bibliotecas –curiosa, por cierto, esta duplicación de cargos: si hay un concejal de Cultura ¿por qué hay otro de “las Artes”?- con el fin de organizar varias actividades culturales entre las que figuraba la exposición Un siglo de escultura, en el Castillo de San José de Valderas, para la que se presupuestaban 19.000 euros. Se hace constar en el documento que se había solicitado autorización al ex-Ministerio de Cultura por un “supuesto de autocontratación” (lectores entendidos en Administración pública: echen un ojo y nos cuentan). Lo que no consta es que la exposición la organizó la Asociación Española de Pintores y Escultores que preside Astudillo y que él mismo fue “el inestimable precursor de esta muestra, que ha perseguido y preparado con mimo, que ha cuidado hasta el extremo para poder presentar una exposición envidiable, única”, según se subraya en la web de la AEPE. Ese siglo de escultura es en realidad la colección de la empresa de fundición Codina, colaboradora de la AEPE en su Salón de Otoño. En ella hay de todo, desde modelos, moldes y ejemplares de ediciones de históricos de la escultura española a bibelots y piezas sin valor. La comisaria de la exposición fue Mª Dolores Barreda, la secretaria general de la AEPE.
No sé si esto constituirá una irregularidad, una infracción o algo más serio. En lo económico, puede parecer pecata minuta. Y lo es si lo comparamos con otros dispendios. Pero, verán, es que se suma a una serie de hechos y circunstancias que son muy reveladores de un tipo de actitud política y de un “programa” estético-ideológico en la Comunidad de Madrid. Les voy a dar algunos ejemplos.
Sepamos primero qué clase de artista es Astudillo. Nunca ha hecho ninguna exposición relevante pero saltó a la “fama” como autor de una serie de retratos que regaló a la Iglesia de San Andrés en Madrid. Este templo es uno de los más antiguos de la ciudad y a él se adosa la Capilla de San Isidro, un importante monumento histórico-artístico. Se sometió hace poco a una profunda rehabilitación pero como no tenía decoración pictórica, a Astudillo se le ocurrió que podría pintar él unos cuadros. Y, de paso, rendir homenaje a compañeros del partido, amigos y familia. Así que hizo un San Isidro con cara del ex-alcalde José María Álvarez del Manzano –muy amigo suyo-, una Santa María de la Cabeza con la de la esposa de este, y apóstoles con las de José Ignacio Echevarría (Presidente de la Asamblea de Madrid -y su “inseparable”, junto a Esperanza Aguirre, en el Ayuntamiento) o Luis Eduardo Cortés (Presidente de IFEMA, su “maestro en política”), además un periodista, otros amigos y hasta sus dos hijos –el pequeño, de niño Jesús-. La omnipresente secretaria general participó en el “regalo” a los madrileños: los trampantojos son de mano de Mª Dolores Barreda. En reconocimiento a su generosidad, el Papa Benedicto XVI concedió a Astudillo la Medalla “Eclessia et Pontífice”. Miren, ya sé que hay diferencias en la calidad de ejecución, pero esto es tan indignante como lo de doña Cecilia y el Ecce Homo de Borja.
Astudillo ha utilizado sus relaciones políticas para promover las actividades de sus asociaciones. Primero en la Academia Libre de Artes y Letras de San Antón, de la que fue presidente hasta febrero de 2013 y en cuyos Salones de Primavera ha seguido participando (ver obras de la última edición); es hoy, como su querido Álvarez del Manzano, presidente de honor de la misma. El Salón se celebró al menos en los tres últimos años en uno de los centros culturales del Ayuntamiento de Madrid, el de La Vaguada, dentro del distrito Fuencarral-El Pardo, cuyo concejal es José Antonio González de la Rosa. No sé si el distrito cubre los gastos, habría que investigarlo, al igual que en las situaciones que sigo relatando. Astudillo está muy vinculado, emocionalmente, a este distrito pues él reinventó allá por 1993 la romería de San Eugenio en El Pardo, cuando era responsable del Área de Educación, Juventud y Deportes del Ayuntamiento de Madrid. Este año, por cierto, ha sido él quien ha pintado el cuadro para el cartel de la fiesta. El Centro Cultural La Vaguada se ha brindado también hace muy poco a la AEPE para la exposición Un salón para el recuerdo (ver catálogo) “en la que nuestros socios con más de 25 años de permanencia en la institución, serán los protagonistas”.
Y ha favorecido a la AEPE en Alcorcón no solo con ocasión de la exposición de escultura que he citado. Hace unos meses, la asociación que preside colaboró con la Asociación Cultural de Alcorcón Siglo XXI y con la Concejalía de Cultura para organizar el I Certamen de Pintura “Alcorcón Siglo XXI”, en la Sala de exposiciones El Paso, del Centro Municipal de las Artes de Alcorcón. Casi siempre que la AEPE está en un premio, Astudillo forma parte del jurado. Aquí también lo hizo.
Más: la Casa de Vacas, del distrito de Retiro, suele acoger el Salón de Otoño de la AEPA. Me gustaría saber si pagan la cuota que esta sala cobra habitualmente a quienes allí exponen. Frecuentan las inauguraciones autoridades políticas como Pedro Corral, Delegado de las Artes en Madrid, Ignacio Echevarría y, siempre, Álvarez del Manzano. La Asamblea de Madrid contribuye con un premio de 2.000 euros. Sorprende igualmente que la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla La Mancha y el Archivo Histórico Provincial de Toledo apoyaran la espeluznante exposición Grecontemporáneo, de la AEPE, itinerante a otras poblaciones de esa comunidad autónoma. También ha organizado la AEPE una exposición en el Teatro Buero Vallejo de Guadalajara, patrocinada –aquí si se especifica- por el Patronato Municipal de Cultura de la ciudad.
Concluyo, con preguntas. Por supuesto que todas estas actividades son de tercera regional, cuestan cuatro duros y no habría ni que gastar tecla en referirse a ellas. Pero es que ese es el problema. ¿O todo o nada? ¿O el CREAA o la birria de exposiciones de la AEPE? ¿Es esto una política cultural digna de tal nombre? ¿Para esto están los centros culturales? ¿Puede alguien como José Gabriel Astudillo orientar las actividades artísticas de nuestras ciudades? ¿Cuánto nos cuesta?
Y lo de Google sigue siendo un misterio. ¿Cómo habrá conseguido Astudillo que la empresa más tecnológica apoye un arte tan del pasado?