En la cruzada contra los patrocinadores moralmente cuestionables, la nueva bestia negra es la familia Sackler. Su empresa farmacéutica Purdue Pharma es la fabricante del medicamento OxyContin, cuya prescripción indiscriminada en los consultorios estadounidenses ha provocado que miles de personas se hayan hecho adictas a este opioide que ha llevado a la muerte a muchas de sus víctimas (se habla de 400.000 fallecidos por sobredosis para el conjunto de los opioides legales). Hace unas semanas, el 9 de febrero, la fotógrafa Nan Goldin, que sufrió esta dependencia, lideró un acto de protesta en el Guggenehim Museum, sostenido por los Sackler, del grupo PAIN (Prescription Addiction Intervention Now). En fechas anteriores, el grupo se había manifestado en la Sackler Wing del Metropolitan Museum of Art, la Smithsonian’s Arthur M. Sackler Gallery in Washington, DC, y en el Arthur M. Sackler Museum de la Universidad de Harvard. Goldin va muy en serio contra estos célebres mecenas: el 16 de febrero hizo público que anularía la exposición que tiene programada en la National Portrait Gallery si el museo aceptaba el millón de libras prometido por la familia. La campaña está teniendo mucha repercusión y algunos de estos museos se han visto obligados a conceder al menos que van a replantearse ese patrocinio.
Mas algo se está moviendo. Recordemos cómo el Louvre, el Rijksmuseum o el Museo de la Cruz Roja corrigieron el rumbo. La prohibición total es posible pero en los museos “se sigue fumando” porque no hay conciencia social, respuesta social. Tampoco artística. Si los artistas se pusieran en pie, como han hecho contra BP en Reino Unido o contra los Sackler allí y Estados Unidos, otro gallo cantaría. Nan Goldin ha dicho de los museos que aceptan el dinero del OxyContin: “si quieren mantener su estatus como instituciones culturales y educativas, tienen que escuchar a la gente y tienen que hacer lo correcto”. Ella ha conseguido finalmente que la National Gallery rechace una donación de ¡un millón de libras! de los Sackler. Y, de rebote, la Tate ha anunciado que no aceptará donaciones de la familia a ninguna de sus sedes. (Actualización: También el Guggenheim Museum de Nueva York ha repudiado a los Sackler)
Ni los directores de museos ni sus patronatos van a fijar políticas de patrocinio ético si a nadie le importa de dónde sale el dinero ?y, aquí, encima, poco? para que disfrutemos de la cultura.