Ciencia

Orígenes humanos

El enigma Neandertal

1 mayo, 1999 02:00

La posibilidad de que los neandertales sean «más humanos» de lo que se pensaba viene acentuada por un descubrimiento de un niño de 4 años en Portugal datado hace 25.000 años perteneciente a nuestra especie, pero que tenía rasgos neandertales. Las consecuencias del hallazgo, que a seguro va a despertar una buena polémica, van mucho más allá del plano puramente científico y entran en el terreno de los prejuicios sobre lo que consideramos o no «humano».

Desde que el primer fósil fue descubierto en 1856 en el valle de Neander, en Alemania, una especie de maldición social parece "perseguir" al hombre de Neandertal. Esa maldición nació cuando un grupo de trabajadores se afanaban en una cantera de caliza en un valle cerca de Dusseldorf e hincaron sus palas en lo que parecían ser los huesos de un oso antiguo.
Como a veces ocurre en paleoantropología, la naturaleza de los hallazgos suele estar muy alejada de los intereses de quienes los realizan. Esos trabajadores no tenían lógicamente inquietudes científicas. Una vez desenterrados los huesos, fueron analizados por el anatomista alemán, Hermann Schaafhausen, que quedó impresionado por el espesor del cráneo y algunos aspectos "brutales" de esos huesos, y que concluyó que aquella pertenecía a un hombre primitivo que había vivido en una época anterior a los celtas. 

Restos de un cosaco
Otro anatomista alemán, A. F. Mayer, creyó que se trataba de los restos de un cosaco de Mongolia que había desertado del ejército ruso en su lucha contra Napoleón. Y el patólogo Rudolf Virchow pensó que el pobre hombre primitivo estaba deformado por la artritis que fue  finalmente la que acabó con su vida.
El hombre de Neandertal fue el primer homínido desenterrado, y el que causó profunda impresión entre el gran público de entonces, que no estaba preparado para aceptar, tres años después, las ideas expuestas por Darwin en su obra magna "El origen de las especies". A principios de siglo, el paleontólogo francés Marcellin Boude lo visualizó como una figura brutal, un ser simiesco forrado de pelo que caminaba con las rodillas plegadas.
Esa visión se perpetuó en la mente del público durante más de 50 años, en un contexto donde se encontrarían restos de homínidos mucho más antiguos en Asia y áfrica. Ese hallazgo de 1856 fue el primero destacado de la historia de la paleoantropología, y el primero que tuvo el dudoso mérito de someterse  al juicio social de las autoridades. No fue hasta 1957 cuando los científicos americanos William Strauss y A. J. E. Cave reexaminaron unos restos neandertales hallados en La Chapelle (Francia) y concluyeron que estos homínidos eran "tan humanos" como los Homo sapiens.
Los neandertales han sufrido muchos estereotipos, interpretaciones o prejuicios, según se mire; desde la imagen brutal, apartada de la humanidad, hasta el neadertal vestido con traje y corbata, pasando casi desapercibido en el metro de Nueva York. Y quizá entre medias, aquellos que postularon que eran los genuinos abuelos de los humanos modernos o los que defienden que se trata de una "vía muerta" evolutiva, sin vínculo con el linaje humano. 
El reciente hallazgo de un niño de 4 años que murió hace 25.000 años en Portugal cuyas características sugieren que es un híbrido entre los últimos neandertales y antiguas poblaciones de seres humanos modernos, según el portugués Joao Zilhao y el reputado experto en
neandertales Erik Trinkaus, no ha hecho más que avivar el fuego que alimenta al "Enigma Neandertal". ¿Quiénes fueron? ¿por qué surgieron? ¿cómo vivían? ¿eran tan "humanos" como nosotros? y, finalmente, ¿por qué desaparecieron?

Un misterio de 25.000 años
Podemos intentar proporcionar una "versión aséptica" de los neandertales: un homínido de complexión robusta, tronco ancho y brazos y piernas comparativamente más cortos; cráneo con un reborde de hueso encima de los ojos, frente echada hacia atrás, falta de mentón, un cerebro considerable, una buena nariz; dominaba el fuego y enterraba a sus muertos. Apareció sólo en Europa hace 120.000 años, si bien se venía "gestando" en poblaciones mucho más antiguas, de hace quizá medio millón de años. Y desaparece en España, ya que la última mandíbula neandertal conocida tiene una edad aproximada de 29.000 años, y se halló en Zafarraya, en Huelva.
"Las interpretaciones de los
neandertales siempre van a estar cargadas de prejuicios sociales", explica a EL CULTURAL el paleoantropólogo Antonio Rosas, miembro del equipo de Atapuerca en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. "Esto es debido a que la resolución del enigma neandertal es la de nuestro propio origen. Tratamos de interpretar la igualdad y la diferencia entre nosotros y ellos, para comprender nuestra propia singularidad".
Para Rosas, cuando tratamos de entender el destino de los neandertales, estamos buscando las respuestas a los interrogantes sobre nuestro propio futuro. Los neandertales son en realidad nuestro reflejo en el espejo evolutivo.
"Entender la naturaleza de los
neandertales es tratar de comprender la nuestra, ya que es la especie hermana de Homo sapiens", explica el experto. Prejuicios que en el pasado tenían tintes racistas, oscurantistas o religiosos, y que ahora pueden tener otra cara. "Quizá sólo se hagan palpables dentro de 30 años", añade, matizando que las preconcepciones, con toda la carga negativa que pueden haber tenido en el pasado, se hacen a veces necesarias como motor de nuevas ideas abiertas a la discusión. 

Humanidades del pasado
El mundo actual está habitado por una sola especie de homínido: nuestra especie, Homo sapiens sapiens. Pero resulta fácil olvidar la lección de un pasado que va más alla de la historia escrita. En la percepción de público, sólo ha existido una humanidad; los paleoantropólogos saben que a lo largo de la evolución humana, hubo varias "clases" de humanidades, a veces coexistiendo entre ellas. Entre 2,5 y 1,5 millones de años atrás, existieron seis especies de ancestros humanos en áfrica y en Asia. En la isla de Java se conocen ejemplares de Homo erectus de hace 700.000 años; el hombre de Pekín, un Homo erectus de gran cerebro, vivió en China hace 420.000 años. Y hace 35.000 años, los neandertales coexistieron con poblaciones de seres humanos modernos en lugares como España.
A pesar de esta asombrosa variedad, vivimos prácticamente una época única, en la que el Homo sapiens domina el planeta. El cráneo de un chino es prácticamente igual al de un europeo, un americano, un pigmeo africano o un esquimal, con diferencias sutiles que sólo pueden ser identificadas por el ojo del experto. ¿De dónde procede esa homogeneidad?, o en otras palabras, ¿De dónde venimos?
Hay básicamente dos hipótesis. El modelo multirregional defiende que  hubo cruzamiento entre las diversas poblaciones de Homo erectus en todo el mundo, que habría proporcionado una evolución en la que los rasgos se habrían homogeneizado para formar a Homo sapiens. Esto explicaría a priori las similitudes entre un cráneo chino o el de un esquimal, o el hecho de que no existan ahora "distintas humanidades" poblando distintas zonas del planeta.
Pero el hecho puede igualmente ser explicado de otra forma. Hace 150.000 años, un nuevo tipo de homínido salió de áfrica y colonizó gradualmente Europa y Asia, "desplazando" a las antiguas poblaciones humanas. Estos representantes serían las poblaciones genuinamente "humanas" que a la postre desembocarían en la humanidad actual, visión que tiene una más amplia aceptación en la comunidad científica.
El "Enigma Neandertal" podría intervenir aquí añadiendo "genes" a estas poblaciones humanas en Europa, quizá hace 30.000 años, mediante cruzamientos entre neandertales y humanos. ésta es la tesis defendida por Trinkaus, un reputado especialista de la Universidad de Washington en Missouri (Estados Unidos), reforzada, en su opinión, por el hallazgo del "niño híbrido" en Portugal. Para Trinkaus, los neandertales eran esencialmente "humanos" como nosotros, a pesar de ser anatómicamente diferentes.
Se comprende de inmediato porqué los neandertales tienen esta carga emocional que va mucho más allá del simple análisis antropométrico. "Yo veo a los neandertales mucho más humanos que antes", opina el paleoantropólogo José María Bermúdez de Castro, responsable del equipo de Atapuerca en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. "En ese sentido, estoy de acuerdo con Trinkaus". Aunque Bermúdez de Castro no descarta la posibilidad técnica de cruzamientos entre neandertales y antiguos seres humanos, lo cierto es que, de producirse, habría sido como añadir unas "gotas de neandertal" a una inmensa piscina de Homo sapiens. "Los neandertales no son extraterrestres, y básicamente comparten con nosotros el mismo acervo genético", indica este experto. 

La lección de Atapuerca
Pero Bermúdez de Castro señala dos diferencias sustanciales, derivadas de la lección de Atapuerca y de los hallazgos fósiles en otras partes. Los fósiles de Atapuerca cubren un período en España que va desde hace al menos un millón de años a unos 300.00 años. Y lo que cuentan es la aparición de una línea evolutiva diferenciada que a la postre desembocaría en los neandertales. Entre ellos y nosotros habría, quizá, una barrera de un millón de años. 
"áfrica se comportó como un laboratorio de creación de nuevos homínidos, y Europa como un laboratorio de especiación", comenta este experto. Según este esquema, los emigrantes procedentes de áfrica llegan a Europa, se aíslan y se especializan. Los neandertales serían un producto de esa especialización, producto de su peculiar anatomía.
Bermúdez de Castro añade que los individuos hallados en la Sima de los Huesos pueden ser considerados los abuelos de los neandertales, y no de los seres humanos actuales, porque presentan un conjunto de rasgos anatómicos que lo demuestran. Ese comienzo de especialización anatómica, que los homínidos de la Sima de los Huesos comparten con otros homínidos europeos del mismo período, permite excluirlos de nuestro linaje evolutivo.
"A lo largo de un millón de años, un grupo de homínidos evoluciona en un aislamiento relativo que finalmente acaba por diferenciarse en el grupo humano neandertal. Luego, quizá hace cien mil años, áfrica "envía" un contingente de homínidos a Europa y se encuentra con este grupo aislado. Mi impresión es que habría obstáculos culturales mucho más importantes que los biológicos acerca de posibles cruzamientos entre esos dos grupos humanos", concluye finalmente este experto.