Image: Juan Carlos Gómez

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Ciencia

Juan Carlos Gómez

“El lenguaje humano es una combinación de capacidades”

22 abril, 2004 02:00

Juan Carlos Gómez. Foto: Mercedes Rodríguez

La reciente propuesta de científicos norteamericanos de incluir al chimpancé dentro del género humano ha puesto de manifiesto la cantidad de aspectos en común que tienen con nuestra especie. ¿Es el lenguaje uno de ellos o es, precisamente esta capacidad, lo que nos diferencia? Juan Carlos Gómez, profesor de Psicología de la Universidad de Saint Andrews (Reino Unido) - que ha participado en las jornadas "Por los confines del lenguaje" organizadas por el Museo de la Ciencia de la Fundación ‘la Caixa’ de Madrid- habla con El Cultural sobre el lugar que ocupa el lenguaje en la evolución humana, sobre los factores que han intervenido en su composición fisiológica, sobre sus investigaciones con chimpancés y sobre su importancia para la supervivencia.

-¿Es el lenguaje una facultad exclusivamente humana?
-El lenguaje es uno de los grandes misterios evolutivos. Otros primates emiten llamadas y tienen expresiones faciales de emoción. Pero nosotros, además, hablamos. Los chimpancés usan instrumentos para cascar nueces o extraer termitas de sus nidos, lo cual demuestra que nuestra inteligencia, aunque sea extraordinariamente más compleja, tiene sus orígenes en la inteligencia de unos primates antecesores que precedieron a los chimpancés y hombres actuales.

-¿Dónde reside la capacidad de utilizar el lenguaje?
-El lenguaje humano no es una capacidad, sino el resultado de combinar diferentes capacidades de una manera singular: por ejemplo, el producir sonidos articulados, el usar símbolos, el poder combinarlos en frases con una gramática. Ningún otro animal tiene esta suma, o mejor, multiplicación, de capacidades que es nuestro lenguaje. Pero sí podemos encontrar indicios de cada capacidad por separado.

El grito de alarma
-¿Hasta qué punto el lenguaje ha marcado la evolución y la supervivencia?
-Le pondré un ejemplo: los monos Tota de Africa tienen el infortunio de ser una de las presas favoritas de numerosos predadores: leopardos, serpientes y águilas. Cuando un predador es detectado por un miembro del grupo, éste emite de inmediato un grito de alarma que hace que todos los monos huyan. Pero hay un problema: si el predador es un leopardo, la mejor manera de huir es subirse a un árbol, pero las águilas son expertas en capturar presas de los árboles. Lo mejor para librarse de un águila es meterse bajo un arbusto, pero los arbustos son un escondite favorito de los leopardos y las serpientes. La única salida a este dilema es que los monos sepan de qué tipo de predador tienen que huir. Durante muchos años se pensó que los gritos de alarma de estos monos servían sólo para alertarles de que había un peligro, pero para huir correctamente tenían que identificar por su cuenta cuál era el predador que les atacaba. Dos primatólogos, Cheney y Seyfarth, demostraron que los Tota hacen algo mucho más complejo. El grito de alarma que emiten es distinto para cada tipo de predador, y cuando estos gritos se graban y se emiten desde un magnetófono escondido sin que en realidad haya ningún predador, los Tota reaccionan huyendo de la manera apropiada a cada llamada. Si el grito grabado es el dado ante un leopardo, suben a un árbol y escudriñan el suelo; si es el emitido ante un águila, se refugian bajo un matorral y otean el cielo. Sus gritos no son simples llamadas de miedo, sino una especie de primitivas palabras con significado que parecen decir algo parecido a "¡leopardo!", "¡águila!" o "¡serpiente!".

-¿Existe también lenguaje con "significado verbal" en otro tipo de especies?
-Sí, varios estudios posteriores han confirmado que en otros primates se dan llamadas semejantes con significado. Los monos Diana y Campbell de Costa de Marfil también tienen llamadas para águilas y leopardos, y reaccionan exactamente igual cuando ven a uno de verdad que cuando oyen la llamada emitida desde un magnetófono. Más aún, un reciente descubrimiento de mi colega de la Universidad de St.Andrews, Klaus Zuberböhler, indica que los monos Campbell pueden no sólo usar de modo aislado esta especie de "palabras" primitivas, sino que a veces las combinan con otra para modificar su significado. Así, cuando un mono descubre un águila en el cielo, pero ésta se encuentra lejos, antes de dar el grito de "águila", emite otra llamada distinta, y eso hace que los demás monos no huyan de inmediato.

-¿Significa esto que el uso de símbolos sonoros, incluso su combinación en primitivas "frases", es una capacidad que compartimos con estos monos, pero que los humanos hemos ampliado de manera desmesurada?
-Aunque aún no se conocen bien, los mecanismos psicológicos que usan los monos para emitir y entender sus llamadas son casi con toda seguridad diferentes de los nuestros (o sólo parcialmente semejantes). Nuestras palabras surgen de una combinación de capacidades mucho más compleja. Por ejemplo, nosotros podemos inventar palabras, mientras que los monos Tota tienen un repertorio fijo. De hecho, los científicos evolutivos nos topamos con una curiosa paradoja. Estas "palabras" primitivas se han encontrado en monos que son parientes relativamente lejanos nuestros (nos separamos de ellos hace 25 millones de años), pero hasta ahora no las hemos detectado en nuestros parientes evolutivos más cercanos, los monos antropoides (chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes), de los que nos separan 5-10 millones de años. Si esas "proto-palabras" fuesen un reflejo del antecedente evolutivo del que surgió el lenguaje humano, tendrían que estar forzosamente presentes en los monos antropoides.
-¿Qué lugar ocupa en este tipo de comunicación el gesto? ¿Qué similitud existe con el expresado por el ser humano?
-Ese es otro componente de la comunicación humana en el que los monos antropoides son relativamente diestros. Los niños, antes de adquirir el lenguaje, se dan buena maña para comunicarse con gestos y sonidos que no tienen significado propio, por ejemplo pedir y mostrar cosas señalándolas. De hecho, cuando adquieren sus primeras palabras, los niños suelen mezclarlas con gestos, como si se apoyaran en ellos para iniciar su andadura por los senderos del lenguaje hablado. Hace algunos años, tuve ocasión de comparar el desarrollo temprano de bebés humanos y bebés gorilas criados en el Zoo de Madrid. Una de las cosas que descubrí fue que los pequeños gorilas inventan gestos sencillos para comunicarse con las personas que los cuidan. Por ejemplo, tienden un juguete al que quieren que se le dé cuerda, o llevan de la mano a una persona a una puerta para que se la abra, o tienden los brazos para que les cojan. Sus gestos no son siempre como los de los niños (no señalan con el dedo ni les motiva mostrar cosas a los demás), pero les sirven para comunicarse eficazmente con sus cuidadores sobre las cosas que les importan.

Miedo y aprensión
-¿Puede, entonces, hablarse de un código adaptado a cada circunstancia para hacer referencia a situaciones concretas?
-La flexibilidad de la comunicación gestual de los antropoides puede ilustrarse con un experimento de Emil Menzel. Un chimpancé ve cómo se esconde comida en un patio. Luego se le lleva con sus compañeros y se les deja salir al patio. Este chimpancé guía laboriosamente a sus compañeros con gestos y ademanes: tira de ellos, extiende la mano, o señala con su cuerpo la dirección a seguir. Curiosamente, cuando en lugar de comida, se escondía una serpiente disecada (a la que los chimpancés tenían mucho miedo), el guía también conducía a sus compañeros al lugar apropiado, pero esta vez actuaban con mucha cautela y usaban palos para destapar el escondite. En algunos experimentos, Menzel había retirado a hurtadillas la serpiente tras esconderla. Aún así, los chimpancés buscaban con los palos y daban señales de miedo y aprensión. Los gestos de su congénere les informaban de la presencia de algo nocivo en un lugar preciso. A diferencia del ejemplo de los monos Tota, los chimpancés aquí no usan una señal que tenga el significado específico de "serpiente", sino una combinación de gestos y señales diversas que adquiere su significado por el contexto. Esta forma de comunicarse tiene la ventaja de ser más abierta y adaptable que la de los Tota. Puede que los chimpancés no posean "palabras" primitivas, pero saben inventar gestos referenciales sencillos para adaptarse a situaciones nuevas. Y esta capacidad de "hacer referencia" a cosas nuevas aún sin usar símbolos parece estar en los orígenes del lenguaje; al menos, así es como nuestras jóvenes crías humanas comienzan a adquirir el lenguaje en cada generación.

-¿Según esto, cómo puede llegar a utilizarse el aprendizaje?
-Sabemos que algunos chimpancés y gorilas pueden llegar a aprender gestos símbólicos (signos manuales que significan cosas como "beber" o "jugar") si se les enseñan artificialmente. Por ejemplo, la chimpancé Washoe aprendió más de 100 gestos manuales distintos, y la gorila Koko más de 400. No hay acuerdo entre los científicos acerca de si estos signos aprendidos son un lenguaje primitivo o algo más sencillo, pero es interesante que puedan enseñarse a monos antropoides que poseen comunicación referencial espontánea.

Protopalabras
-¿Qué puede deducirse de estos comportamientos? ¿Puede llegar a explicarse de forma básica la evolución de nuestro lenguaje?
-En los primates encontramos, por un lado, monos que usan espontáneamente "proto-palabras" con cierto significado simbólico y antropoides que inventan gestos referenciales (pero no simbólicos) por otro. Uno de los pasos decisivos que pudo poner a nuestros antepasados en la senda del lenguaje fue la unión de estas dos capacidades: señalarse cosas unos a otros a la vez que las nombraban. El lenguaje humano actual es mucho más que eso (tiene sistemas fonológicos que producen infinitas palabras, y complejas gramáticas que las combinan en frases infinitas), pero los primates actuales nos enseñan dos de los senderos que la evolución tuvo que unir para poner a la especie humana en el camino del lenguaje.

-¿Qué nuevos datos aporta la tecnología en el conocimiento del lenguaje?
-Los avances tecnológicos más importantes son, a mi juicio, las técnicas que permiten obtener imágenes del cerebro en acción. Con ellas podemos saber qué partes del cerebro participan en los distintos componentes del lenguaje en tiempo real. En el futuro, a medida que sea posible usar técnicas no invasivas como estas con primates no humanos, obtendremos datos muy importantes para entender el papel que han desempeñado distintas zonas cerebrales en la evolución del lenguaje.

Juan Carlos Gómez
Juan Carlos Gómez estudió y obtuvo el doctorado de Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid en 1992. Tres años después se incorpora como investigador visitante en el MRC Cognitive Development Unit de Londres. Desde 1996, investiga y enseña en el departamento de Psicología de la Universidad de St. Andrews, donde también es miembro del Center for Social Learning and Cognitive Evolution. Es autor de Apes, monkeys, children and growth of mind, que publicará Havard University Press en el transcurso de este año. En la actualidad, Juan Carlos Gómez centra su investigación en el problema de la evolución y el desarrollo de la comunicación y la inteligencia. Sus estudios están orientados hacia los primates (chimpancés, gorilas, monos rhesus...) sobre cómo aprenden a usar gestos y a manipular objetos de modo inteligente, comparándolos con el desarrollo de gestos y uso de objetos en niños humanos. El objetivo de estos estudios es el de entender cuáles son los mecanismos básicos de desarrollo de la comunicación y la inteligencia. Una parte importante incluye estudios con niños autistas.