Image: Juan Antonio Rubio, Director General del CIEMAT

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Ciencia

Juan Antonio Rubio, Director General del CIEMAT

“La energía vive una situación diabólica”

9 septiembre, 2004 02:00

Juan Antonio Rubio. Foto: Mercedes Rodríguez

El nuevo director general del CIEMAT, Juan Antonio Rubio Rodríguez (Madrid, 1944), considera que la institución debe estar al servicio de la sociedad. Muy vinculado también al Centro Europeo para la Investigación Nuclear (CERN) -en la actualidad compatibiliza responsabilidades entre ambas entidades- es, además, comisario para el Cincuenta Aniversario del prestigioso laboratorio, que se cumplirá el próximo 29 de septiembre. De todo ello, de las funciones de ambos organismos, y de la importancia que tiene la energía en el desarrollo social del mundo, ha hablado con El Cultural.

Recuerda con pasión las dos grandes instituciones que le han formado humana y científicamente: el CIEMAT y el CERN. Son dos siglas a las que el físico Juan Antonio Rubio Rodríguez dedica buena parte de su tiempo. En la actualidad trabaja entre Madrid y Ginebra para cumplir, en ambas, sus compromisos de dirección.

-Desde la perspectiva científica, ¿en qué situación se encuentra en estos momentos la energía?
-Creo que en una encrucijada. Tiene que existir un diálogo necesario. En estos momentos, el consumo de energía en los países desarrollados es enorme. La energía significa la fuente de crecimiento para todos los países, en particular los países en vías de desarrollo. Tenga en cuenta que el 80 por ciento de la población mundial pertenece a dichos países y si queremos disminuir las desigualdades entre unos países y otros es necesario que este porcentaje sea capaz de producir un importante desarrollo de consumo energético.

-¿Qué repercusiones tiene el consumo desbocado?
-La mayoría de los ciudadanos nos estamos encantados con el coche, la electricidad, etc. Muchos piensan que esa energía no tiene contrapartida. Pues la tiene y de una manera capital. Hay dos fuentes fundamentales de energía: los combustibles fósiles, como el petróleo, y la energía nuclear. El 85 por ciento del consumo son combustibles fósiles. Además de la escasez de recursos estamos consiguiendo que el planeta sea cada vez más irrespirable. El problema más grave en este sentido es que la temperatura del planeta va creciendo. Previsiblemente ya haya crecido medio grado. Esto supone un ligero incremento del nivel del mar. Si seguimos así, consumiendo combustibles fósiles a este ritmo, al final de este siglo habremos subido la temperatura a más de dos grados. El precio a pagar es, pues, el cambio climático y sus consecuencias a corto y medio plazo. Respecto a la energía nuclear, de la que conseguimos energía eléctrica, creo que también hay que establecer un diálogo necesario. Siempre ha generado un recelo entre los ciudadanos por la posible generación de residuos y por su seguridad.

Un organismo necesario
-¿Cómo puede canalizar el CIEMAT esta "encrucijada"?
-La situación, efectivamente, es diabólica. Las dos formas de energía que existen actualmente son controvertidas. El tema energético es capital para España, para Europa y para el mundo. Y aquí es donde entra el CIEMAT, que es el único organismo nacional que se encarga de la investigación de este tipo de cuestiones. Un organismo que se dedique a estudiar la manera de reducir al máximo la contaminación ambiental es totalmente necesario.

-Con estas premisas, ¿consideraría el CIEMAT una institución imprescindible en estos momentos?
-Al menos su protagonismo es inevitable. Para desarrollar esta tarea, la tecnología es fundamental. Hay que desarrollar mucha tecnología, bien sea para desarrollar una energía nuclear limpia, sin residuos, o bien sea para promover instalaciones de energía renovables (yo tengo particular esperanza en la solar aunque otras fuentes renovables puedan tener una aportación al consumo energético). El CIEMAT tiene que ser un centro que esté al servicio de la sociedad y que sea capaz de transmitir el mensaje educativo de lo que significa la energía para las generaciones futuras, su tecnología, los principios básicos de esa tecnología y lo que hay detrás.

-Hablando de tecnología. ¿No hay tecnología aún para dar alternativa al uso del petróleo o todo es una cuestión de intereses?
-El petróleo es un combustible fósil. Buena parte de nuestra estructura económica está organizada en torno a este tipo de combustibles. Cuando todo gira en torno a un combustible concreto es extremadamente difícil buscar, promover y conseguir instalar energías alternativas. Se han realizado investigaciones -en algunas he participado personalmente- sobre energías alternativas. El resultado de esas investigaciones es que en algún momento esas energías pueden llegar a ser competitivas. No olvide que vivimos en una sociedad de mercado, y en una sociedad de mercado la energía que se consume es la más barata. Las energías alternativas, además de ser posibles, que lo son porque se han desarrollado a escala de laboratorio y de prototipo, además de eso, tienen que ser competitivas. En esto intervienen leyes del mercado que no son fácilmente controlables. Lo que sí puedo decir es que esas líneas de investigación son prometedoras. Si se hace un esfuerzo en desarrollar esas energías se terminará logrando.

Promover I+D
-¿Es optimista con respecto al futuro del petróleo y los conflictos que genera?
-Se puede ser optimista pero la sociedad y sus representantes políticos deberían ser conscientes de que las medidas coyunturales para promover I+D no son suficientes. Hay que hacer un esfuerzo, cada vez más intenso, cada vez más sostenido, porque si no será imposible atender las necesidades sociales de los próximos años. Hay otros sectores muy importantes que atañen también a la población y que dependen directamente de este tipo de investigaciones. En concreto, la salud. El CIEMAT puede intervenir o tener influencia para desarrollar diagnósticos y terapias en algunas enfermedades como el cáncer.

-Se cumplen en los próximos días los 50 años del CERN. Usted ha ocupado, y ocupa, responsabilidades importantes en esta institución. ¿Cómo ha vivido el proceso de consolidación de este laboratorio?
-El CERN nació en un contexto, después de la Segunda Guerra Mundial, en el que una gran parte de los científicos europeos habían emigrado a Estados Unidos y los costes de la investigación en física fundamental no eran accesibles ya para un único país europeo. Se creó con la intención de corregir progresivamente esta situación y puede decirse que en estos momentos la coyuntura es la contraria: hay más científicos norteamericanos viniendo a trabajar al CERN que científicos europeos en todos los laboratorios de EEUU.

-¿Qué papel ha jugado la colaboración internacional en el éxito del organismo?
-Esencial. Es la base del CERN. Lo que se ha conseguido ha sido gracias a la cooperación entre 20 países miembros, que a su vez trabajan en colaboración con 80 países más. Puede decirse que el CERN prácticamente trabaja con todo el mundo. La manera en que Europa ha tenido que hacer las cosas para competir, y la tiene, es la colaboración internacional. En Europa nos hemos acostumbrado a la colaboración estrecha para poder, desde nuestros países, tener una contribución común en el ámbito científico. Esto arrastra el desarrollo de todos los países integrantes, muchos de ellos en vías de desarrollo.

Capacidad de escrutinio
-¿Qué avances destacaría del CERN ?
-Contribuir decisivamente a conocer cuáles son los componentes elementales de la materia. También a saber cómo son las fuerzas entre esos componentes. Resulta fascinante comprobar que toda la materia y toda la vida está hecha de sólo tres componentes y que haya prácticamente una sola fuerza (por el momento son dos: la gravitatoria y el conjunto de las otras tres fuerzas unificadas en lo que se llama Modelo Stándar). Gracias a la tecnología desarrollada, el CERN está dando un paso gigantesco en nuestra capacidad de escrutinio en el interior de la materia.


Juan Antonio Rubio Rodríguez es doctor en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid. Inició su relación científica con el CIEMAT en 1965 como becario del Instituto de Estudios Nucleares de la Junta de Energía Nuclear. En el CERN comenzó tres años después también como becario. Entre 1984 y 1987 fue director científico del CIEMAT, coordinando los programas españoles "Movilizador de la Física de Altas Energías" y de "Fusión por Confinamiento Magnético", además de la adhesión de España al CERN, donde ejerció, entre otros, cargos como Jefe de Grupo de Investigación, Asesor Científico del Director General, Coordinador y Comisario para la Expo’92. Es autor y coautor de 360 artículos de investigación, cincuenta de divulgación científica y ha sido colaborador de los premios Nobel de Física Samuel C. Ting, Carlo Rubbia y Martin Perl.