Ciencia

Santiago Ramón y Cajal Junquera

“Mi abuelo nunca quiso enquistarse en el laboratorio, siempre trató de cultivarse”

7 diciembre, 2006 01:00

Santiago Ramón y Cajal Junquera en su despacho del Hospital Clínico de Zaragoza

Ha seguido los pasos de su abuelo desde su labor en el Hospital Clínico de Zaragoza. Además de un experto en su legado, Santiago Ramón y Cajal Junquera ha llevado la obra del Premio Nobel por los foros más prestigiosos de la ciencia actual. El Cultural ha hablado sobre el lado humano de un genio adelantado a su época.

Para Santiago Ramón y Cajal Junquera (Madrid, 1940) en España durante siglos (especialmente el XVII y el XVIII), "hubo científicos pero nunca hubo ciencia". No sería aventurado afirmar, pues, que la ciencia de nuestro país se inicia con Santiago Ramón y Cajal a finales del siglo XIX. A parte de su inmensa labor personal en el campo de la neurohistología hay que destacar la gran aportación que hizo su escuela. "La Escuela Histológica Española que él fundó a partir del año 1900 ha sido la escuela científica más importante que hemos tenido en España", señala Ramón y Cajal Junquera. Esta Escuela ha tenido su prolongación en el tiempo en el actual Instituto Cajal, dependiente del CSIC.

-¿Era posible separar el lado humano de la actividad investigadora de su abuelo?
- Tengo que decirle que su lado humano está íntimamente unido a su actividad investigadora. Cuando se conoce su biografía, uno se da cuenta de que muchos de sus pensamientos filosóficos le llevaron a realizar algunos de sus más importantes descubrimientos. Las características de su personalidad se reflejan perfectamente en su actividad científica. Por ejemplo: la independencia de juicio, su fuerza de voluntad, su deseo de hacer una obra original, su ferviente patriotismo fueron precisamente características de su personalidad que se reflejaron en su labor científica. Todo esto, quedó plasmado en una de sus obras didácticas más conocidas; Reglas y consejos sobre investigación científica. En este libro, muy conocido durante muchos años y publicado en diversos idiomas, Cajal da una serie de consejos a los investigadores jóvenes que reflejan su personalidad.

Actualidad científica
-Por obras como esa se desprende que su inquietud intelectual trascendía el laboratorio.
-Sí, hay que destacar que mi abuelo en ningún momento quiso enquistarse en el laboratorio como otros muchos hombres de ciencia que se especializan exclusivamente en la actualidad científica. él siempre trató de cultivarse, de ampliar sus conocimientos de todo tipo. Así, en las ciudades donde él vivió (Valencia, Barcelona y, finalmente, en Madrid) siempre trató al poco de llegar a estas ciudades de contactar con aquellos círculos, con aquellas personas de las que podía aprender. Acudió a los ateneos, a las tertulias de café (en aquellos años eran de gran nivel donde se juntaban catedráticos, científicos, literatos, etc.) y que por tanto le ofrecieron la oportunidad de conocer grandes personalidades, algunas de ellas de la política nacional de aquellos años. De todos ellos aprendió algo. Además, asistió como si fuese un estudiante más, a las clases que daban los grandes oradores, las grandes personalidades de la cultura española; por ejemplo, cuando fue a Madrid asistía a las clases de Giner de los Ríos, Salmerón, Menéndez y Pelayo, etc. Con esto le quiero decir que Cajal, a diferencia de otros científicos, siempre supo cultivarse. Y al final de su vida llegó a tener una biblioteca de 10.000 volúmenes en los que se podía encontrar libros de todo tipo: clásicos griegos y latinos, obras de filosofía, geografía, historia (era un hombre que conocía perfectamente la historia de España), astronomía, poesía, religión, etc.

-Como científico, ¿que admira más de su metodología de trabajo?
-En este aspecto habría que citar su constancia. El siempre se quejaba de que en nuestro país había importantes personalidades de la ciencia pero que realmente no habían conseguido hacer una labor original por falta de constancia. Admiraba lo que ocurría en las universidades alemanas, donde él llegó a conocer científicos que eran personas corrientes, que no estaban dotados de gran inteligencia pero que se caracterizaban por su trabajo constante. Cajal tenía una vida muy ordenada. Le daba tiempo a todo. Por las mañanas daba sus clases en la Facultad de Medicina , atendía a sus discípulos y a los estudiantes y por la tarde, tras asistir a una tertulia de café que no duraba más de una hora, ejercía su labor de investigación hasta cerca de las nueve de la noche. Y esto lo estuvo haciendo durante toda su vida científica. Así se comprende la labor tan inmensa que pudo realizar.

Emoción y preocupación
-¿Cómo impactó el Nobel en esa rutina? ¿Cayó bien en el mundo científico de la época?
-Fue una emoción indescriptible pero como él dice en su biografía también le produjo preocupación, una preocupación pasajera dado que él era poco dado a los honores. Sabía que la popularidad que le iba a dar el Nobel le iba a obligar a estar durante semanas sin realizar ninguna actividad de laboratorio, o tener que responder a las cientos de cartas de felicitación. Pero su preocupación mayor fue el temor de que la concesión del honor del Nobel probablemente iba a resucitar las teorías reticularistas que estaban un tanto olvidadas y que eran contrarias a su teoría de la independencia de la célula nerviosa. Este temor se cumplió, porque al poco tiempo de la concesión del Nobel algunos histólogos como Held -que hasta entonces creía en la teoría neuronal de Cajal- empezaron a ponerla en duda postulando que los axones de las neuronas de la época embrionaria no crecían libremente, sino que progresaban encauzados en una serie de estructuras tubulares preestablecidas. Apathy también atacó a Cajal en el tema de las neurofibrillas, por lo que tuvo que emplear algunos meses para poder rebatir a estos dos histólogos extranjeros. Logró vencer y tanto la hipótesis de Held como la de Apathy se fueron apagando poco a poco.

Los otros hallazgos
-Se cumple también un año de la publicación de su estudio sobre Cajal y el Cáncer en Nature Reviews Cancer. ¿Cree que el Nobel eclipsó las "otras" contribuciones científicas de Ramón y Cajal?
-Sin duda. Cajal realizó dos tipos de actividades científicas diferentes. Por un lado, estudió la anatomía microscópica normal del sistema nervioso en diversas especies de animales, y también en el cerebro humano, y por otro se dedicó a la Anatomía Patológica, estudios estos que se hicieron fundamentalmente en humanos. Pues bien, algunas aportaciones que hizo mi abuelo en Anatomía Patológica no han pasado desapercibidas pero han sido poco conocidas y mal apreciadas. Por ejemplo, hizo interesantes estudios sobre la defensa inmunitaria y la respuesta inflamatoria del organismo huésped ante la existencia de un tumor maligno. Hizo una serie de observaciones que luego se han ido confirmando con el paso de los años por las investigaciones modernas. Por ejemplo, él fue uno de los pioneros en observar la importancia que tienen los vasos sanguíneos en el llamado estroma tumoral, que es la parte del tejido conjuntivo que sirve para nutrir a las células cancerosas. También hizo la primera descripción de las llamadas células plasmáticas, hoy día consideradas como importantes elementos celulares que intervienen en los mecanismos inmunitarios. Podría también citar su aportación de la vacuna química. Era la primera vez en la historia de la medicina que se introducía la idea de poder lograr una inmunidad mediante la inyección de material bacteriano procedente de bacterias muertas por el calor. Y otra aportación de interés diagnóstico fue el descubrir alteraciones en las neurofibrillas de las neuronas de los animales muertos por rabi. Esto son aportaciones en el campo de la patología interesantes que realmente han sido muy poco conocidas. Lo que sí que ha quedado bien reconocido son sus aportaciones sobre la degeneración y regeneración del sistema nervioso, que si bien son investigaciones en el campo de la Anatomía Patológica, se las suele englobar dentro de su actividad neurohistológica.

La autobiografía
-Recientemente, la editorial Crítica ha publicado Recuerdos de Mi vida, ¿cree que ha marcado un antes y un después en la memoria de Ramón y Cajal?
-La publicación del libro representa un hecho muy importante porque se trata de la biografía más completa que hizo mi abuelo. Cajal es probablemente el español sobre el que se han escrito más biografías. No sólo en nuestro país. Todas estas biografías están sacadas de esta obra, en concreto, de la última edición que se había hecho que databa de 1923. Desde entonces esta obra no se había reeditado. Por ello, hay que admitir que ha sido muy oportuno que en este año se haya podido reeditar esta obra, que comprende las dos partes básicas de su vida; por un lado, su infancia y juventud y por el otro, su historia científica. Conocer la primera es útil para explicarse el pensamiento filosófico que ayudó a Cajal en su vida científica y que se refleja muy bien en la segunda parte de esta obra. Hoy, por lo tanto, tenemos la oportunidad de leer a Cajal y no conocerle a través de biografías escritas por otros autores que no son más que copias de su autobiografía.

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