Image: Ricardo Cubedo

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Ciencia

Ricardo Cubedo

“Las células madre son la penúltima frontera contra el cáncer”

15 noviembre, 2007 01:00

Ricardo Cubedo. Foto: Sergio Enríquez

Su labor asistencial, investigadora y docente en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid -y su evidente pasión por su trabajo- le han situado en lo más alto de la oncología médica actual. El doctor Ricardo Cubedo publica estos días Cáncer, 101 preguntas esenciales (La Esfera de los Libros), un trabajo "para los enfermos y sus familias" realizado en colaboración con María Valerio, responsable del área de Oncología de elmundo.es, y con prólogo del doctor José Luis de la Serna, subdirector de El Mundo.

Las causas de los tumores malignos, las mejores estrategias de prevención, el significado de la metástasis, el papel de la herencia y de la dieta, el control del dolor y las probabilidades de curación son algunos de los temas que el doctor Ricardo Cubedo (Valencia, 1965) ha abordado -guiado por su capacidad de comunicación- en Cáncer, un libro en el que se recogen buena parte de las cuestiones planteadas por pacientes y familiares durante cinco años en elmundo.es/salud.

-¿Cree que el cáncer está empezando a ser acorralado por los avances de la ciencia?
-En las últimas décadas se ha avanzado mucho en el conocimiento de las intimidades del cáncer. A principios de los 70, los tumores malignos eran, esencialmente, un misterio. Hoy tenemos una idea general muy aceptable de cuáles son los acontecimientos que llevan a malignizarse una célula normal, y ya estamos empezando a recoger los primeros frutos.

-¿Qué grado de comunicación existe entre la investigación clínica y la científica?
-Pobre en España. Mejor allí donde se toman la ciencia más en serio. Hace un par de años pasé un verano en el hospital Sloan Kettering de Nueva York. Los oncólogos que trataban sarcomas y los investigadores que se ocupaban de esos tumores trabajaban bajo un mismo techo y se reunían en torno a una mesa redonda cada semana. Oyéndolos debatir era difícil saber quién era médico y quién investigador. Es en esa clase de caldos en los que se cuecen las ideas más sabrosas.

Taifas anticientíficos
-¿Es importante unir fuerzas desde distintos ámbitos? ¿La solución será interdisciplinar o no será?
-Así es. La tarea primordial de quienes dependen las políticas de investigación debiera ser propiciar el roce continuo entre las distintas disciplinas que atañen a un problema concreto, como es el cáncer. Cuanto más intensa sea la fricción, más probabilidad de que salten chispas capaces de prender un buen fuego. No hay nada más anticientífico que las pequeñas taifas en las que gustan de encastillarse algunas disciplinas, universidades o comunidades. Es pecado antiguo de los médicos.

-¿Cree que España está bien situada en el estudio de la enfermedad a juzgar por los éxitos de investigadores como Joan Massagué?
-España está bien situada en el ámbito de la investigación clínica, de los ensayos en los que los nuevos medicamentos se estudian en pacientes voluntarios. Otra cosa es la investigación de laboratorio. Es cierto que es una de las áreas prioritarias a las que se dedica una parte importante del (poco) dinero destinado a la investigación, y también que en España han prosperado algunos equipos de investigación muy meritorios. Pero estamos muy lejos de lo que nos correspondería a tenor de nuestro desarrollo económico. Massagué es un buen botón de ejemplo. Lleva en USA desde los años 80 y de allí son sus éxitos. En la ciencia del cáncer, los españoles se merecen mucho más crédito que España. ¡Qué buen vasallo si oviera buen señor!

-¿Cómo han influido los continuos avances en biomedicina a la hora de entender los procesos tumorales?
-Yo cambiaría el orden de los factores. La investigación de los procesos tumorales ha sido la punta de lanza de la nueva biomedicina. Procesos básicos de la salud y la enfermedad como la neoangiogénesis o la apoptosis se han descubierto a la lumbre de la investigación oncológica, para luego darnos cuenta que eran igualmente relevantes respecto a trastornos cardiovasculares o neurológicos.

-¿Podrían ser las células madre "también" la solución para la investigación?
-ésta es la penúltima frontera. Hoy día sabemos que las células progenitoras están presentes en la práctica totalidad de los tejidos, incluso en aquellos en los que era dogma que las células no se renovaban, como es el caso del cerebro. Tenemos muy buenas razones para suponer que los primeros pasos del cáncer suceden, justamente, en esa ínfima porción de células que conserva la capacidad de regenerar todo el tejido. También hay datos que vinculan las células progenitoras al proceso de la metástasis. Hoy por hoy ni siquiera hemos soñado algún tratamiento anticanceroso dirigido contra las células madre. Pero repita usted la pregunta dentro de unos años…

-En su libro dedica mucho espacio a aclarar el posible carácter hereditario del cáncer. ¿Cree que hay más mito que realidad?
-El cáncer hereditario es real, pero afecta sólo a unos cinco de cada cien casos. Aún así, lo que se hereda no es el cáncer, sino una mayor propensión a desarrollarlo. Lo que sucede es que hablamos de la segunda causa de muerte en España, una enfermedad frecuentísima, por lo que cada familia tendrá dos o tres casos por puro azar, sin relación alguna con la herencia.

-¿Son los virus la "tercera vía" del cáncer?
-Desde hace mucho está establecida la relación entre algunos virus y el cáncer, como es el caso del virus del papiloma y el cáncer de cuello de útero o los de la hepatitis y el de hígado. No es un hecho sorprendente, pues la habilidad básica de los virus es la de manipular el ADN de las células a las que infectan y, a veces, tocan lo que no debieran; los genes que controlan la división de las células. Es probable que los virus tengan que ver con otros tumores malignos de los que no lo sospechamos. Es un campo de investigación bastante activo.

Radiaciones, dieta y virus
-¿Qué factores externos lo desencadenan con mayor facilidad?
-Algunos lo hacen con mucha facilidad, como la radiación a la que estaban sometidos los mineros del uranio o los asbestos, ya regulados por ley, pero causantes de casi todos los casos de mesotelioma pleural en los trabajadores del amianto. Por fortuna, el grueso de la población jamás estuvo expuesto a estos cancerígenos. Son más preocupantes los factores menos poderosos pero que afectan a mucha gente y durante mucho tiempo. Entre ellos, el humo de los cigarrillos se lleva la palma. Están también la irradiación solar sin protección adecuada, el sobrepeso, una dieta inadecuada o la infección por el virus del papiloma.

-¿Es la alimentación el primer factor de prevención?
-El primero sigue siendo evitar el tabaquismo. A la luz de las investigaciones más recientes, sabemos que el papel de la dieta respecto al origen del cáncer es más modesto de lo que pensábamos y, seguramente, limitado a tumores concretos como el de estómago o el de colon. Sin embargo, las medidas propuestas coinciden casi punto por punto con las de prevención de las enfermedades cardiovasculares: menos calorías, carnes rojas y grasas animales; más frutas, verduras y fibra. Merece la pena tomarlo en serio, aunque sólo sea porque en España morimos más del corazón y las arterias que del cáncer.

-¿Qué papel juega o debe jugar la industria farmacéutica en el tratamiento de la enfermedad?
-La industria va a lo que va, que es repartir beneficios entre sus accionistas vendiendo medicinas. Y ya nos viene bien, porque de momento ningún otro agente parece dispuesto a realizar las inversiones necesarias para poner una medicina nueva al alcance de la gente. Lo cierto es que la OTAN, la ONU, el Estado Vaticano o el FMI tendrían fondos suficientes, pero no parecen muy dispuestos. La verdad monda es que cualquier medicina útil de la que ha dispuesto la humanidad la ha colocado ahí una multinacional farmacéutica y bajo la expectativa de lucro.

-¿Faltan apoyos para la detección y tratamiento del cáncer?
-Esta pregunta engarza con la anterior. Faltan. Las investigaciones relativas a la epidemiología del cáncer, a las causas que lo favorecen y podríamos evitar, o a los mejores métodos de diagnóstico precoz, están muy alejadas de los intereses de la industria farmacéutica y sufren la consiguiente hambruna de fondos. Son las instituciones públicas y el mecenazgo los únicos capaces de solucionarlo.