Image: Jordi Agustí

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Ciencia

Jordi Agustí

“Los cambios climáticos han sido el motor de la evolución”

23 abril, 2010 02:00

Jordi Agustí. Foto: Antonio Moreno.

Un artículo en el Journal of Human Evolution junto a Hugues Blain y su libro recién publicado El ajedrez de la vida (Crítica) ponen de actualidad a Jordi Agustí, investigador en el yacimiento de Dmanisi y profesor de la Universidad Rovira i Virgili.

La evolución no deja de mandarnos mensajes. Cada año, la ciencia encuentra nuevas huellas por las que seguir los pasos del hombre. Es el caso de la especie Australopithecus sediba (descubierta recientemente en Suráfrica), muy próxima al origen de nuestro género Homo. Jordi Agustí (Barcelona, 1954) se muestra especialmente interesado en este hallazgo. Para Agustí, la anatomía del Australopithecus sediba,"recuerda mucho a los primeros representantes Homo, como Homo habilis, hallados en la cuenca del Turkana".

Según el profesor de Investigación ICREA en el Instituto de Paleoecología humana y Evolución Social (Tarragona), lo sorprendente de este descubrimiento es su edad, demasiado reciente. Australopithecus sediba se sitúa en una franja de 1,8 y 2 millones de años, cuando hacía ya centenares de miles de años que existían esos representantes de Homo arcaico. "Es difícil que un antepasado sea más reciente que su descendiente".br />
"Más raro -añade Agustí- es el hecho de que hace 1,8 millones de años ya existieron miembros arcaicos de nuestro género, no sólo en África sino también fuera de ella, en el yacimiento de Dmanisi (Georgia). Todo ello nos hace pensar que el origen del género Homo es más complicado de lo que se pensaba, y que no responde a una serie evolutiva puramente lineal. De hecho, si juntamos este hallazgo con los de Dmanisi podríamos pensar en un origen de nuestro género fuera de África y un retorno posterior, donde se encontraría con sus antepasados".

- Si la evolución es como una partida de ajedrez, ¿qué pieza muestra mejor esta peripecia del ser humano?
- Al final de mi libro hablo del "peón coronado". Nacimos efectivamente como un peón, es decir, como una forma de mamífero bastante arcaica y poco especializada, y, a través de diferentes estadios evolutivos, nos hemos convertido en una especie absolutamente singular. En el libro, de una manera algo poética, digo que el peón se ha convertido en rey, pero creo que sería más apropiado decir que el peón se ha coronado en forma de reina, que es la pieza más lábil de toda la partida. La reina puede moverse en todas direcciones y a lo largo de todo el tablero. Creo que, como la Reina en el ajedrez, la tendencia a desarrollar un gran cerebro nos ha convertido en un linaje extremadamente versátil, capaz de colonizar ambientes muy diversos y a dispersarse a través de grandes distancias. Definitivamente, si hubiese que elegir una pieza del ajedrez que fuese comparable a la especie humana, ésa sería la reina.

Historia de un linaje
-¿De qué forma han influido los cambios climáticos en la evolución humana?
-En la historia de la Tierra se han producido etapas de una notable estabilidad climática, que han llegado a durar millones de años, algo impensable desde la perspectiva de un linaje como el nuestro, cuya historia principal se ha desarrollado en los últimos diez millones de años. La parte más significativa de nuestra evolución se ha producido en los últimos tres millones de años, que es cuando comienzan a desarrollarse las glaciaciones en el hemisferio norte, un acontecimiento que ha marcado la evolución de todo el planeta. Y no hay duda de que esta sucesión de cambios climáticos ha sido el principal motor de nuestra evolución, tanto física como cultural.

-¿Y cómo llegan a combatir las especies por el futuro de forma inconsciente?
-Bueno, realmente como usted apunta, la competencia entre individuos o especies no es un acto consciente o voluntario, sino que es un producto de la acción de la selección natural. El tema tal vez es delimitar cuál es realmente el objeto (que no el sujeto) de esa selección. La posición del darwinismo clásico es que la selección natural se opera únicamente sobre los organismos individuales. Ahora bien, diversos investigadores a lo largo del siglo XX apuntaron que la selección natural individual, por sí sola, no permitía explicar algunos procesos evolutivos, como por ejemplo el origen del sexo, y que había que contar con un nivel superior de selección, la selección de grupo, para dar cuenta de esos fenómenos. La selección de grupo y su derivación más extrema, la selección a nivel de especie, ha sido duramente criticada por numerosos biólogos de poblaciones, quienes han puesto de manifiesto que esos mismos fenómenos podían ser explicados por la selección natural en sentido clásico.

El problema de la predicción
-¿Se pueden predecir los cambios evolutivos? ¿Qué factores intervienen en su estudio?
-Bueno, predecir los cambios evolutivos constituyó en su momento una pretensión de la incipiente teoría evolucionista, como por ejemplo en el caso de Ernst Haeckel, quien pretendía llegar a algo así como una tabla periódica de los seres vivos. Esto iba en el fondo en contra de los preceptos del propio Darwin, cuya idea seminal, la selección natural, es absolutamente ciega con respecto al futuro y no permite ningún tipo de predicción (es el "relojero ciego" de Dawkins). Ahora bien, predecir, sobre todo después de las ideas de Karl Popper sobre lo que es ciencia y lo que no es ciencia, se ha convertido en uno de los objetivos de lo que llamaríamos las "ciencias duras". El problema de los científicos que nos las vemos con sistemas complejos (y no existe sistema más complejo que la vida y el ser humano) es que este carácter de predictibilidad es bastante problemático.

-¿Puede considerarse la desaparición del neandertal una "extinción en masa"?
-Al neandertal le corresponde el dudoso honor de haber sido la primera de las especies que se vio afectada por la expansión de nuestra especie, el Homo sapiens. Poco después vino la extinción de casi todos los grandes mamíferos que poblaban nuestro continente, las dos Américas y Australia. Sea como fuere, tras una fase de coexistencia -que no de convivencia- entre 40.000 y 30.000 años, los neandertales se vieron abocados a la extinción. En realidad, este proceso de extinción no debió de ser muy diferente al de los otros grandes mamíferos, máxime cuando neandertales y humanos modernos competíamos por los mismos recursos. Gracias a algún tipo de diferencia en el ámbito biológico o cultural (tal vez la formación en nuestro caso de grupos más numerosos y mejor estructurados) el área de distribución de los neandertales en Europa fue mermando, hasta quedar reducida a unas cuantas bolsas (una de ellas, en el sur de España), que terminaron por desaparecer hace poco menos de 30.000 años. Se trata de un modelo clásico de extinción, pero en el caso de los neandertales está el morbo de que se trata de nuestra especie hermana.

Pautas que se repiten
-¿Sería posible hablar entonces de una lógica común para todas las extinciones?
-Le diría que así como el origen de las especies, es decir, la evolución, ha merecido una gran atención en los últimos 150 años, el proceso opuesto, la extinción, no había sido objeto hasta hace poco de una atención parecida. Darwin mismo consideró que se trataba de un tema accesorio, irrelevante, sobre el que no podían sacarse conclusiones generales. Hay que pensar que el catastrofismo de Cuvier y de otros paleontólogos, en flagrante contradicción con las ideas de Lyell, estaba ahí y todavía representaba una amenaza para el darwinismo incipiente. En la segunda mitad del siglo XX, de la mano de la geología y de la paleontología, el tema de las extinciones en masa se reabrió de una manera, yo diría, "masiva", sobre todo a partir del descubrimiento de que algunas de estas extinciones estaban asociadas a la caída de meteoritos y otros cuerpos celestes. Pero más allá del agente causal concreto, creo que es posible encontrar pautas generales que se repiten en cada proceso de extinción masiva, algo así como una "lógica de las extinciones".