El catedrático Christopher Field en su despacho de la Universidad de Standford.

El estudio de la gestión de los ecosistemas y su repercusión en el cambio climático ha llevado al biólogo Christopher Field a ser reconocido con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en el apartado de Cambio Climático. El catedrático de la Universidad de Stanford ha hablado con El Cultual sobre los puntos calientes de este fenómeno, en el que destaca de forma sobresaliente la deforestación en los trópicos. Y mira con sospechas la reciente ola de frío en EEUU...

Christopher Field (California, 1953) dirige en estos momentos tres proyectos de investigación y apoya otros tantos de sus propios alumnos. Los que lleva personalmente se centran en los impactos del cambio climático sobre los ecosistemas de pastizales, en los instrumentos para predecir la distribución futura de las especies vegetales y en la influencia de las tecnologías de las energías renovables. Además, participa activamente en la coordinción del II Grupo de Trabajo del IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático). "Este organismo -señala- no es, en sentido estricto, un organismo de investigación, pero pienso que una evaluación crítica de sus estudios puede conducir a nuevos e importantes conocimientos tanto como la experimentación".



-Según esto, ¿diría que el cambio climático es una prioridad científica y política?

-El cambio climático es un problema importante que exige el máximo cuidado cuando se trata de investigar, de evaluar y también de analizar sus políticas. En mi opinión se trata de un proceso que marcará nuestra generación y quizás nuestro siglo. Nuestra forma de actuar en relación con el cambio climático va a impactar decisivamente en el tipo de medio ambiente y economía que dejaremos a nuestros descendientes. El cambio climático debería ser una prioridad científica, pues la ciencia posee toda una batería de potentes instrumentos que permiten a individuos, empresas y naciones tomar decisiones inteligentes y fundadas sobre la energía, la economía y, por supuesto, el medio ambiente. Debe ser también una prioridad política, ya que con el paso del tiempo la acción sobre el clima se volverá más costosa, más compleja y tendrá menos probabilidades de éxito.



¿Es real el cambio climático?



Para Field, muchas naciones se encuentran enredadas en preguntas que ya han sido respondidas, sobre todo en lo relativo a si el cambio climático es real y producto de la actividad humana. "Defender que el cambio climático debe ser una prioridad no equivale a abogar por políticas concretas. Mi trabajo consiste en contribuir a ofrecer una visión lo más clara posible de la evidencia científica y en explicar lo que esa evidencia revela". El biólogo parte de la idea de que si bien es cierto que la elección de políticas se deriva de la ciencia, depende también de los valores que aportemos al debate: "Qué valor damos a unos ecosistemas saludables y llenos de vida, en qué medida nos desentendemos del futuro, cuáles son nuestros planteamientos acerca de las oportunidades futuras de las poblaciones hoy sumidas en la pobreza… Ese es el tipo de interrogantes a los que hay que responder para decidir con qué políticas nos enfrentamos al cambio climático".



-¿Qué evidencias científicas sobre el cambio son peor aceptadas en los ámbitos políticos y económicos?

-La ciencia del cambio climático se nutre de una base sólida de conocimientos y de una corriente continua de nuevos hallazgos. Pero, además, ofrece un abanico impresionante de conceptos y herramientas para comprender y gestionar sus riesgos. A pesar de ello, la transferencia de la comunidad científica a las comunidades políticas y económicas no ha sido fácil. Quizás la mayor complicación provenga de la idea errónea de que las políticas para gestionar el cambio climático han de aguardar la certeza científica en las predicciones futuras. En todas las grandes esferas de la vida -las relaciones, los negocios, la política, la defensa- nos enfrentamos a la incertidumbre, y eso no nos impide actuar. En el caso del cambio climático necesitamos trabajar sobre lo que ya sabemos, pero asumiendo al mismo tiempo que hay cosas que desconocemos. El aspecto científico principal más difícil de aceptar por la comunidad política es el de iniciar una evaluación seria de las políticas a seguir.



-¿Qué papel desempeñan los ecosistemas en el cambio climático?

-Son cruciales, seguramente uno de los elementos del sistema Tierra más sensibles a esta circunstancia. Además, pueden también influir considerablemente en la trayectoria futura del cambio climático. Durante las últimas décadas, algo menos de la mitad de las emisiones de dióxido de carbono derivadas de la actividad humana ha permanecido en la atmósfera y algo más del cincuenta por ciento se ha almacenado -al menos provisionalmente- en el océano o en ecosistemas terrestres. Una gran preocupación para el futuro es si el subsidio que está prestando el océano y el ecosistema absorbiendo carbono se mantendrá, crecerá o disminuirá. Si ese subsidio disminuye, el problema de cómo gestionar el cambio climático se complicará considerablemente, ya que estaremos recibiendo menos ayuda de la naturaleza. Los fuegos en los bosques tropicales y boreales y las pérdidas de dióxido de carbono y de metano por el descongelamiento del permafrost (capas de hielo permanente de las regiones muy frías) podrían desembocar en importantes aumentos del forzamiento radiativo climático.



La acción humana



Según los estudios de Field, algunas de las cosas que los ecosistemas hacen para modificar la trayectoria del cambio climático se pueden gestionar, lo que permite el almacenamiento de carbono y ralentizar el proceso. "Es probable -explica Field- que la medida más importante en cuanto a la acción humana sea disminuir el ritmo de la deforestación, sobre todo en los trópicos. Hacer más lento ese proceso sólo traería ventajas al sistema, ya que mitigaría la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera y protegería las ricas y productivas concentraciones de biodiversidad. Además, contribuiría también a preservar la circulación de la humedad, tan importante para la pluviosidad en estas zonas".



Field es una auténtica fuente de propuestas para evitar las consecuencias que año tras año produce el cambio climático. Considera que en latitudes altas existen oportunidades reales para mejorar la gestión de los incendios, sobre todo mediante políticas que recurren a los fuegos de baja intensidad que permiten minimizar sus riesgos. "El paso más importante del ser humano -añade- consistiría en limitar la proporción de cambio climático de modo que las emisiones del ecosistema dejaran de ser un problema grave. Unos niveles de cambio climático intensos harán que estas emisiones sean más probables y, por tanto, inmanejables".



-¿Estamos preparados para remediar las alteraciones en la cubierta vegetal?

-Sí, y en general, para restaurar aspectos importantes de la estructura o el funcionamiento de todo el ecosistema. En muchos casos la restauración más efectiva consiste en dar un paso atrás y dejar que la naturaleza siga su curso, quizás interviniendo sutilmente, sólo de vez en cuando. Además, eliminar la presión humana y permitir que los sistemas se regeneren por sí mismos resulta más económico.



-¿Cuáles han sido los efectos de cuantificar la fotosíntesis a escala global?

-Comprender un proceso como el de la fotosíntesis global nos ofrece una visión profunda y hermosa sobre la función de ese tapiz. A ello se añade el hecho de que cuantificar la fotosíntesis a escala global abre una serie de posibilidades para gestionar mejor el planeta, justo en un momento en el que asistimos a un proceso acelerado de cambio climático. Por ejemplo, la fotosíntesis es el punto de partida para desarrollar un sumidero de carbono. Las mediciones de fotosíntesis nos dicen muchas cosas sobre la localización y la fuerza de los actuales sumideros, pero también sobre los riesgos de que los sumideros sean en el futuro más pequeños. Las mediciones pueden funcionar también como poderosos instrumentos para supervisar y detectar cambios.



-¿Cómo ha dañado el cambio climático a los ecosistemas terrestres?

-Los impactos en los ecosistemas están presentes en todos los continentes, e incluyen cambios de distribución. Algunos de esos impactos han sido ya claramente reconocidos como un daño.



-¿A qué conclusiones ha llegado durante sus estudios relacionados con el intercambio de CO2 entre los ecosistemas y la atmósfera?

-La mayor parte de mis conclusiones, basadas en más de treinta años estudiando la biosfera de la Tierra, tienen que ver con su grandiosidad y con su belleza. La posibilidad de disfrutar el mundo natural y de explorarlo constituye un privilegio maravilloso, pero también lo es tomar conciencia de la vulnerabilidad de nuestro planeta y la necesidad de desempeñar un papel en su corrección.



Satélites para el CO2



- ¿Qué información novedosa han aportado los satélites para el estudio del CO2?

-Durante las últimas tres décadas los científicos han recurrido a datos de satélites para describir el estado de la vegetación y hacer deducciones sobre funciones como la fotosíntesis o la respiración. Se trata de aspectos centrales de los ecosistemas. En estos momentos empezamos a ver satélites que miden directamente el CO2. Tanto los datos sobre vegetación como los relativos al CO2 pueden ser un poderoso instrumento para monitorizar la recuperación de los ecosistemas.



- ¿Con cuáles de las actividades humanas nocivas para el planeta acabaría de forma fulminante?

-Mi filosofía personal para salvar el planeta pasa por estimular aquellos comportamientos positivos que conduzcan a una conservación sostenible, a la eficiencia y a las nuevas tecnologías. Necesitamos alejarnos gradualmente de las fuentes de energía que emiten CO2 y, al mismo tiempo, garantizar la existencia de alternativas viables. Entre las actividades que suprimiría de inmediato se encuentra, ante todo, la deforestación en los trópicos.



- ¿Veremos en los próximos años más olas de calor e inundaciones?

-Sí. En 2012 el IPCC concluyó un informe, Gestión de eventos extremos y desastres para adelantar la adaptación al cambio climático, que incorporaba los conocimientos científicos más recientes sobre cambio climático y acontecimientos extremos. La conclusión es que habrá más probabilidad de olas de calor en casi todas partes. Pero además, es muy probable que aumente también la proporción de lluvia registrada en acontecimientos extremos prácticamente en todas partes.



-¿Qué nos puede decir sobre los recientes acontecimientos de EEUU y Europa?

-Preguntarnos sobre el posible rol del cambio climático en cualquier acontecimiento meteorológico extremo resulta bastante oportuno. El clima de nuestra era ha cambiado ya, y ese clima alterado es responsable de las condiciones meteorológicas que estamos viviendo. Ahí hay que incluir la reciente ola de frío que ha afectado al norte de los Estados Unidos. Pero la pregunta que nos gustaría responder -la de si el cambio climático es el responsable de este o aquel acontecimiento- es mucho más difícil de contestar. Se trata, de hecho, de una pregunta sin respuestas claras. Pero sí podemos ofrecer una imagen útil de cómo las probabilidades de diferentes sucesos climáticos han ido cambiando como consecuencia de los cambios climáticos que ya han tenido lugar. En el caso de lo ocurrido en EEUU hay signos que apuntan a la existencia de una relación entre la congelación marina en latitudes altas en el otoño y las bajas temperaturas invernales. Pero la investigación para demostrar esto con experimentos y usando modelos bien fundamentados está aún en marcha.



-Por último, profesor Field, ¿cómo se ve en Estados Unidos la ciencia española?

-A lo largo de mi carrera he tenido la suerte de colaborar estrechamente con bastantes españoles, desde estudiantes y profesionales jóvenes a científicos experimentados. En mi trabajo más reciente en el IPCC agradezco el trabajo de colegas españoles como José Moreno, Gerardo Benito o Íñigo Losada, entre otros. Aunque se enfrenta a una serie de desafíos económicos, a la ciencia española no le faltan investigadores de talento.