Image: David Escors: “El ser humano está programado para vivir 130 años”

Image: David Escors: “El ser humano está programado para vivir 130 años”

Ciencia

David Escors: “El ser humano está programado para vivir 130 años”

21 noviembre, 2014 01:00

David escors, en las instalaciones de Navarrabiomed.

Según envejecemos, nuestro sistema inmunitario pierde la actividad de los llamados Linfocitos T, las mejores células que tiene el ser humano para acabar con los virus y las bacterias más peligrosas. Un grupo de científicos de Navarrabiomed y la británica UCL encabezado por David Escors ha publicado en Nature Immunology un estudio en el que identifican los mecanismos de envejecimiento en el sistema inmune y el proceso para reactivarlo. Nos cuenta cómo lo han conseguido.

En medio de la diáspora científica que vive nuestro país, puede decirse que David Escors (Pamplona, 1974) es, en estos momento, una rara avis de nuestra investigación. Desde su marcha en 2005 al laboratorio de Mary Collins (experta en terapias génicas) del University College London (UCL), su carrera ha ido consolidando trabajos de gran impacto en el ámbito del sistema inmunológico. Tres años después formaría su propio equipo de investigación, permaneciendo como jefe de grupo en la División de Infección e Inmunidad de la institución británica hasta 2013, año en el que decide incorporarse a Navarrabiomed-Fundación Miguel Servet.

En su laboratorio acaba de identificar, junto a su equipo y Arne Akbar, del UCL, los mecanismos de envejecimiento del sistema inmunológico humano y el proceso para reactivarlo. Su reciente publicación en Nature Immunology ha sido un auténtico hito. "Nuestro grupo -explica a El Cultural- aportó toda nuestra experiencia en modificación genética y rutas de señalización intracelular, demostrando molecularmente la participación de los ‘sensores' de los Linfocitos T, mientras que el grupo de Akbar aportó su experiencia en el trabajo con Linfocitos T humanos senescentes".

Pequeños soldaditos


Según Escors, los Linfocitos T son unas células, "como pequeños soldaditos de nuestro cuerpo", entrenados para identificar bacterias, virus y células cancerosas. "La eficacia de nuestro sistema inmunológico depende en gran parte de la actividad antiinfecciosa de estas células. Por eso, cuando envejecemos acumulamos Linfocitos T senescentes inactivos y nos hacemos más vulnerables a las enfermedades infecciosas y al cáncer".

Pero el trabajo del equipo de Escors no es sólo importante aplicado a las personas mayores o los muy ancianos. Estos "soldados" de nuestras defensas envejecen con una gran rapidez. Los investigadores de Navarrabiomed quisieron averiguar el porqué y el cómo y descubrieron el mecanismo dentro de las células que hace que se inactiven cuando envejecen. Lo más sorprendente es que han sido capaces de hacer que los Linfocitos recuperen sus actividades antiinfecciosas. "No los hemos rejuvenecido -precisa-. Hemos logrado que recuperen la ‘energía de la juventud' y demostrado que estas células envejecen debido a dos causas: por el estado metabólico de la célula y por el daño del ADN, algo que sucede de forma irremediable cuando envejecemos. Vendría a ser como lo sucedido en la película Cocoon, donde los ancianos no recuperan la juventud, pero sí la energía y la actividad propias de esa etapa de la vida".

Genes específicos


-¿Sería exagerado decir que han tocado la tecla de la eterna juventud?
-Esa es una pregunta muy frecuente. Hay que dejar claro que el envejecimiento es un proceso biológico muy regulado, genética y metabólicamente. En contra de muchas creencias, no envejecemos exclusivamente debido a los daños que nuestro cuerpo sufre durante la vida, aunque estos daños y el estilo de vida pueden acelerarlo. Nuestro cuerpo tiene un "reloj interno" que va controlando los cambios propios del envejecimiento. Genéticamente, el ser humano estaría "programado" para vivir hasta los 130 años aproximadamente. La combinación de genes específicos, nuestro estilo de vida y las enfermedades hacen que el envejecimiento acelere y la vida se acorte.

-Parecen claras las consecuencias clínicas de este trabajo. ¿Podría aplicarse al proceso invasivo del cáncer u otro tipo de enfermedades similares?
-Las consecuencias clínicas, una vez desarrollados los medicamentos adecuados para reactivar estas células, pueden ser enormes. Se podría cambiar la manera en la que los tratamientos se administran a los pacientes. Por ejemplo, el sistema inmunológico en una persona con cáncer suele estar fuertemente inactivado, y este hecho hace que las terapias antitumorales convencionales no sean tan eficaces como deberían. Se podría, en primer lugar, reactivar el sistema inmunológico del paciente y aplicar las terapias convencionales. De hecho, se han realizado unos avances importantísimos recientemente en el campo de la inmunoterapia tumoral. La potenciación del sistema inmunológico en pacientes con cáncer utilizando fármacos de última generación (anticuerpos monoclonales dirigidos frente a PD-L1, CTLA4, PD-1, etc) puede incluso curar cánceres en personas para las cuales no había esperanza con tratamientos convencionales. Hay que remarcar que estos fármacos activan los Linfocitos no senescentes, por lo tanto la reactivación de los Linfocitos senescentes incrementaría sustancialmente las respuestas antitumorales.

-¿Cree que se podría llegar a revertir procesos severos de la enfermedad?
-Depende. Cada enfermedad es un mundo diferente. Algunas son causadas precisamente por una hiperactivación del sistema inmunológico, como es el caso de alergias y enfermedades autoinmunes… En nuestro caso, se podría reforzar el efecto protector de las vacunas contra patologías infecciosas y cáncer.

-¿Qué escenario se nos presenta en el ámbito farmacológico con su hallazgo?
-Para responder a esta pregunta hay que profundizar un poco en el mecanismo que hemos descubierto. El ‘sensor' de los Linfocitos T pregunta constantemente a la célula: "¿Tienes suficientes nutrientes?, ¿tu ADN está dañado o está bien?" Este sensor se llama AMPK. Una vez identificados estos ‘sensores' se pueden diseñar fármacos que actúen específicamente sobre ellos. De hecho, ya existen fármacos que actúan sobre AMPK, pero lo hacen de una forma indiscriminada en todas las células. Lo que queremos es actuar sólo en los Linfocitos T y ahora sabemos cómo.

-¿Cuál ha sido su experiencia a la hora de trabajar con equipos internacionales?
-La ventaja de colaborar con este tipo de grupos es la posibilidad de intercambiar conocimientos y que los investigadores jóvenes españoles se quiten lo complejos, que se den cuenta de que ahí fuera no son mejores que nosotros. Es nuestro deber cambiar la percepción en las instituciones extranjeras de que España es un país de fiesta y vacaciones. Puedo afirmar que trabajamos aquí tanto, si no más, que en la UCL, por poner un ejemplo. Pero la actitud es... diferente. Allí también han pasado dificultades económicas.