Neil Armstrong (Apolo 11), John Young (Apolo 16), Russell Schweickart (Apolo 9) y Alan Shepard (Apolo 14) son los astronautas que más han influido en la carrera de Pedro Duque (Madrid, 1963). El actual ministro en funciones de Ciencia, Innovación y Universidades protagonizará en noviembre en Sevilla, de continuar en su puesto, el Consejo Ministerial de la Agencia Espacial Europea, organismo con el que ha viajado en dos ocasiones al espacio (en 1998 dentro del transbordador Discovery y en 2003 dentro de la Misión Cervantes). En total, 19 días en el espacio que le han colocado en los primeros puestos de la historia de la ciencia española y que le han hecho merecedor de galardones como el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación de Internacional de 1999 junto a los astronautas Chiaki Mukai, John Glenn y Velery Polyakov por ser “artíficies de la exploración pacífica del universo”.
Duque vivió el hito del 20 de julio de 1969 con seis años en la localidad guipuzcoana de Cestona –lugar donde veraneaba su familia– gracias a una televisión en blanco y negro. De padre controlador aéreo (del que heredó su vocación) y madre maestra, este ingeniero de la Politécnica de Madrid creció oyendo hablar de la carrera espacial entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética. Dos años antes de nacer nuestro astronauta, Yuri Gagarin se convertía en el primer ser humano en llegar al espacio con la Vostok 1 y su compañero de Príncipe de Asturias, John Glenn, se convertía en el primer estadounidense en orbitar la Tierra con la nave Friendship 7 un año antes. Pocos días después del nacimiento de Duque, Valentina Tereshkova pasaría a la historia como la primera mujer en llegar al espacio con la Vostok 6 y en marzo de 1965 Alexéi Leónov realizaba el primer paseo espacial. Faltaba poco para su tercer cumpleaños cuando la sonda soviética no tripulada Luna 9 completaba el primer alunizaje controlado de la historia en la zona llamada Océano de las Tormentas.
Pregunta. Usted creció en plena carrera espacial ¿Cómo valora con perspectiva el hito de pisarla finalmente en 1969?
Respuesta. Fue, claro, la consecución de un objetivo largamente buscado. Para un astronauta es un hito técnico que permitió hacer una serie de investigaciones sobre el terreno que de otra manera serían imposibles. Desde un punto de vista político significó, obviamente, la victoria tecnológica del bloque occidental.
P. ¿Qué hizo única la misión Apolo 11 y qué rutas abrió para viajes posteriores?
R. Lo bueno de esa misión es que sucedieron muchas cosas que fueron únicas. Nadie había ido antes a la Luna, por lo tanto hubo que inventarlo todo de la A a la Z. Se desarrollaron procesos de control de proyectos que antes no existían. Hubo una cantidad inmensa de hitos tecnológicos que abrieron puertas, no solo para proyectos posteriores sino también para el resto de las industrias que intervinieron y que se aprovecharon de todo ese desarrollo.
Astronomía óptica
P. Con toda la información que ya tenemos de nuestro satélite, ¿qué le llama más la atención en estos momentos?
R. La Luna ya llama la atención por sí misma. Ahora lo más importante es mandar alguna misión de científicos a los polos con medios suficientes para hacer experimentos en todas las áreas. Entre ellos, estudiar si se pueden utilizar los recursos lunares para poder vivir allí más tiempo. Y, por supuesto, la cara oculta, que es un lugar donde pueden realizarse investigaciones sobre radioastronomía y astronomía óptica.
P. ¿Qué tiene la Luna de especial? ¿De qué forma nos facilita la vida en la Tierra su conocimiento?
R. Se entiende que el sistema Tierra-Luna es especial a través de procesos como las mareas… No todos los planetas tienen condiciones para albergar vida, y la Luna forma parte de esas condiciones.
P. ¿Piensa seriamente que algún día el ser humano podrá establecer bases allí?
R. El caso es que no hay ninguna dificultad técnica insalvable. Es cuestión de poner recursos y voluntad. También capacidad de absorber fallos y superarlos (como se hizo, por cierto, en la época de los Apolo). Con las tecnologías actuales y con lo que hemos aprendido en la Estación Espacial Internacional por supuesto que lo podríamos conseguir.
P. ¿Qué piensa de los proyectos de países como China que han puesto en marcha una especie de “reconquista”?
R. Todos los países empiezan a darse cuenta de que el fomento de este tipo de misiones con fondos públicos es rentable a largo plazo. Proporciona un caldo de cultivo en mucha gente, que se entusiasma por la ciencia. Tenga en cuenta que las misiones de este tipo entran por los ojos. Son enormemente útiles para el desarrollo de un país. China se ha dado cuenta. Espero que Europa dentro de poco tome la decisión de participar también en programas de exploración espacial.
“No hay ninguna dificultad técnica insalvable para que el ser humano pueda establecerse en la Luna. Es cuestión de recursos y de voluntad”
En este contexto, una de las medidas estrella del ministro de Ciencia –además de un significativo incremento de las subvenciones directas a líneas de investigación– ha sido el aumento en un 30 % de la aportación de España a la Agencia Espacial Internacional, que se traduce en 700 millones más. En total, un cifra histórica de 1.658 milloes de euros para la ESA (7% de todo su presupuesto) para el período 2020 y 2026.
P. ¿Cree que España está bien situada política y tecnológicamente en la nueva carrera espacial?
R. Sí, se ha hecho mucho esfuerzo en lo que respecta a inversiones. Ahora mismo se podría hacer bastante más gracias al potencial de nuestros ingenieros. Dentro de la ESA, España es un país importante al que se le toma en cuenta. Solo falta, como en todo lo demás, subir los recursos hasta el nivel medio europeo.
P. También se acaban de cumplir 50 años de la fotografía Earthrise. ¿Hasta qué punto se ha sentido identificado con esa imagen? ¿Qué le sugiere?
R. Me siento muy identificado no porque estuviera allí (que ya hubiese querido) sino porque es una imagen extrema de lo que ya vemos desde la ISS: una “nave” redonda donde vivimos y que tenemos que cuidar y compartir.
P. ¿Qué recuerdos guarda de sus dos viajes?
R. Bueno, la preparación previa es muy enriquecedora y la experiencia misma del vuelo… De ese instante, casi todo: desde que se enciende el cohete hasta el momento en el que cambian las fases. El olor de las puertas que han estado expuestas al vacío y la sensación del aire, pero, sobre todo, mirar la Tierra y ver esa enorme porción… Es cuando te das cuenta de lo que tenemos.
P. ¿Qué hito cultural en torno a la Luna le ha marcado especialmente?
R. Las aventuras de Tintín cuando era pequeño. Milú con el traje espacial y todo eso me marcó mucho.