Desde la Universidad de Leicester, ciudad británica donde guarda el preceptivo confinamiento, Salvador Macip (Blanes, 1971) aborda las bases moleculares y celulares del cáncer y del envejecimiento pero pasó nueve años en el hospital Mount Sinai de Nueva York estudiando el sistema inmune y las infecciones a través de su colaboración con los virólogos que descubrieron las bases genéticas de los virus de las pandemias de gripe de 1918 y 2009. Una de las consecuencias de aquellos trabajos es Las grandes epidemias modernas (Destino), volumen publicado hace diez años donde ya insinuaba la posibilidad de un escenario como el que estamos viviendo con el SARS-CoV-2. “Aquello debería habernos puesto sobre aviso de lo que puede pasar cuando aparece un virus desconocido contra el cual no tenemos defensas y que nos obliga a actuar rápidamente para evitar una posible tragedia. En cambio, la llegada del Covid-19 aún ha pillado a mucha gente por sorpresa, extrañada ante el hecho de que el mundo se detenga por lo que parece un resfriado un poco fuerte. Realmente, no aprendemos”, señala Macip en el prólogo.

Pregunta. De entre las grandes epidemias modernas, ¿qué lugar ocuparía la actual?

Respuesta. Aunque ha tenido un impacto muy importante en nuestras vidas, no es comparable a otras enfermedades infecciosas como el sida o la gripe, que hace décadas que causan miles de muertos cada año en todo el mundo. Si todo va bien, una vez se controle la pandemia, la Covid-19 dejará de ser un problema de salud global al nivel que estamos viendo ahora. Parece que el virus que la causa es más estable que el del sida y la gripe, lo que nos tendría que permitir diseñar una buena vacuna y mantener una inmunidad que durase largos períodos.

P. ¿Hemos aprendido algo de epidemias anteriores? ¿Cómo se atajó la pandemia de gripe de 2009?

R. Lo que no hemos aprendido es que hay que estar bien preparados por si aparecen nuevos virus, algo que todos los expertos hace tiempo que avisan que es algo probable. La pandemia de 2009 empezó con fuerza, como la Covid-19, pero no tuvo el mismo impacto porque el virus no era tan contagioso y porque contra la gripe tenemos más armas que contra los coronavirus, que son virus menos estudiados.

P. Pese a los avances científicos, ¿cree que hemos bajado la guardia con respecto a este tipo de fenómenos?

R. No veíamos una pandemia como esta desde el siglo pasado, y la gente creía que algo así ya no era posible. A pesar de que los científicos sí que estaban en guardia (y la OMS, por ejemplo, alertaba hace unos años de que debíamos prepararnos para una pandemia causada por un virus nuevo), la sociedad en general no pensaba en este riesgo. Hasta cierto punto es comprensible, porque las pandemias son impredecibles, y no sabemos si va a haber otra en 10 años o en 30 o en 100. Pero a pesar de esta incertidumbre, la amenaza existe.

P. ¿Podía imaginarse esta coyuntura cuando escribió el libro?

R. Sí, y de hecho en el epílogo ya hablaba de que teníamos que estar alerta porque veríamos más pandemias. Mientras lo escribía ya discutía la posibilidad de una pandemia de gripe, algo que todos los expertos con los que hablaba veían muy probable, y sucedió antes de que terminara el libro…

P. ¿En qué consiste la "inteligencia" biológica del virus por sobrevivir y adaptarse?

R. Es la mínima expresión de un ser vivo, hasta el punto de que muchos ni siquiera consideran que esté vivo. Al ser tan simple, está muy adaptado a sobrevivir y a ir cambiando constantemente, mutando sus genes. De vez en cuando una combinación de genes resulta especialmente buena para el virus y entonces puede infectar y propagarse mejor.

P. ¿Y en concreto este SARS-CoV-2?

R. Su gran "virtud" es la capacidad de infectar. Al no tener síntomas los primeros días, los pacientes pueden contagiar y se propaga más rápidamente. Además, los infectados expulsan una gran cantidad de virus, lo que también contribuye a aumentar los contagios.

P. ¿Qué caracteriza la supervivencia de este patógeno?

R. Entre otras cosas, sobrevivir horas y hasta días en la mayoría de superficies. Los virus son normalmente frágiles y sobreviven mal fuera de un organismo, pero este es bastante resistente, por razones que no están aún claras.

P. No descarta en su libro la llegada de un virus más letal. ¿De qué forma debemos prepararnos? ¿Qué debemos aprender de esta pandemia?

R. Tendríamos que ser capaces de organizar una respuesta rápida y contundente a nivel global. No podemos dejar este tipo de decisiones a los políticos de cada país, porque ya hemos visto que muchos toman decisiones nefastas, especialmente al principio, cuando es más importante reaccionar de la forma adecuada. Es normal que los políticos no sepan como actuar ante una crisis de esta magnitud, pero para esto hay expertos en todo el mundo que pueden proponer protocolos para evitar que un brote de una enfermedad nueva tenga un impacto tan importante. Esto será especialmente relevante si aparece un virus más agresivo que el SARS-CoV-2, que sin duda es una posibilidad, porque cuanto más tardemos en actuar, más muertes habrá.

P. ¿Depende nuestro futuro de estos microorganismos?

R. Compartimos planeta con ellos, hay que tenerlo claro. La gran mayoría no nos causan enfermedades, algunos incluso son imprescindibles para la vida. Pero hay que tener presente que pueden aparecer variantes nuevas que nos causen problemas importantes. Hasta cierto punto, esto es inevitable, aunque si reducimos el contacto con animales salvajes reduciremos las posibilidades de que salte un virus a los humanos. Lo que sí que podemos hacer es prepararnos para intentar cortar cualquier brote infeccioso en la raíz.

P. ¿Cree que SARS-CoV-2 podría llegar a convertirse en una enfermedad de invierno como la gripe? ¿Qué esperanzas deposita en las altas temperaturas?

R. Es una de las posibilidades, pero aún tardaremos en saberlo. Parece que las altas temperaturas hacen que el virus sobreviva menos tiempo en las superficies y así se reducen las probabilidades de contagio. Los países más cálidos han tenido menos casos, pero no se han librado de la pandemia, por lo que habrá que seguir siendo cautelosos incluso en verano.

P. ¿Está España preparada para fabricar vacunas en cuanto se halle una eficaz?

R. Este será el problema principal: fabricar suficientes dosis cuando se tenga la vacuna. De eso se encargan normalmente las farmacéuticas, que tienen fábricas repartidas por todo el mundo. Seguramente habrá una competición entre los países para conseguir el mayor número de dosis lo más rápido posible. 

P. ¿Qué considera más eficaz, la vacuna o los antivirales?

R. La vacuna. Es la que protege para evitar infecciones y será la que nos permitirá relajarnos. Pero los antivirales son también útiles, especialmente para tratar los casos más graves y reducir el número de víctimas mortales.

P. ¿Podría ser útil el famoso Tamiflú adaptado a este virus?

R. Seguramente no, porque es más específico del virus de la gripe, pero se está probando todo, desde fármacos que se estudiaron para el SARS hasta otros que se usan contra el Sida. Es probable que alguno funcione.

P. ¿De qué forma acabaría la cuarentena? ¿Qué medidas tomaría para que no haya repuntes?

R. Mientras no haya una buena parte de la población que sea inmune al virus, el riesgo de rebrotes existirá. Esto solo se conseguirá con la vacuna o si mucha gente se pone enferma y supera la enfermedad (en teoría, ya no se pueden volver a infectar). Por tanto, hay que ser prudente con terminar la cuarentena drásticamente. Sería mejor hacerlo de forma escalonada.

P. ¿Es el distanciamiento social la única salida?

R. Hasta que no tengamos la vacuna o unos buenos antivirales, es la única arma que existe. Por eso es importante que todo el mundo lo entienda y contribuya.

P. ¿Qué debería hacer el gobierno español urgentemente?

R. Que escuche a los científicos. Todos los políticos reciben presiones y tienen que considerar muchos factores antes de tomar una decisión, pero ahora lo más importante es hacer caso a los que saben. Hay muchas vidas en juego.

@ecolote