40 años cumplen los Premios Princesa de Asturias celebrando la que ha sido sin duda la edición más anómala de toda su historia. Como viene ocurriendo en las últimas semanas, y vimos ayer mismo en la gala del Planeta, el coronavirus ha trastocado, junto a todo lo demás, ceremonias de entrega como la celebrada esta tarde por primera vez en el Salón Covadonga del Hotel de la Reconquista de Oviedo —donde se constituyó en 1980 la Fundación Princesa de Asturias— en lugar de en el tradicional y multitudinario Teatro Campoamor.
Además del cambio de localización, la situación actual de la pandemia, tanto a nivel global como específicamente en España y la capital asturiana, ha impedido viajar a buena parte de los premiados, que han enviado sus discursos pertinentes grabados o se han conectado de forma telemática. Así, los únicos presentes en la gala han sido Cristina Fuentes y María Sheila Cremaschi, representantes del Hay Festival, galardonado junto a la FIL en la categoría de Comunicación y Humanidades, Andrea Morricone, que representa a su padre Ennio, fallecido en julio y galardonado junto a John Williams en la categoría de Artes; y el piloto Carlos Sainz, premiado en la categoría de Deportes.
Pero más allá de estas cuestiones, los Princesa, que de nuevo ha entregado como el año pasado la princesa Leonor arropada por sus padres y su hermana, siguen su marca de reconocer “la labor científica, técnica, cultural, social y humana realizadas por personas, equipos de trabajo o instituciones en el ámbito internacional”. Todos los ganadores deben tener reconocida trascendencia internacional en cada una de las ocho categorías que reconocen los galardones. Además, cada premio está dotado con una escultura de Joan Miró, 50.000 euros, un diploma y una insignia.
Una gratitud recíproca
Tras el inicio formal del acto y la entrega de la mitad de los galardones, la palabra correspondió a la galardonada en la categoría de Letras, la poeta canadiense Anne Carson que, en su habitual estilo escueto, aunque con chispazos de humor ha iniciado su discurso, emitido en una grabación, hablando sobre su primera visita a nuestro país en 1983 realizando el Camino de Santiago. "A lo largo del camino, noté una cosa en particular acerca de los españoles: que no eran de sonrisa fácil. El rostro español es un rostro serio, un rostro severo; no sonríe sin una razón para hacerlo", ha recordado la escritora. “Hasta que me acostumbré a ello, me preocupaba todo el tiempo estar haciendo algo mal. Los rostros norteamericanos, como saben, sonríen continuamente, con todos los dientes, sin motivo alguno. Pero una sonrisa española es difícil de ganar”.
Por eso la autora, que acaba de publicar en España el ensayo Economía de lo que no se pierde (Vaso Roto), ha afirmado estar absolutamente agradecida porque "hayan elegido sonreírme hoy con la entrega de este asombroso y extraordinario premio", antes de perderse, como buena profesora de griego, en sus tradicionales reflexiones etimológicas, en este caso dela palabra gratitud, “que deriva del latín gratia, que a su vez proviene del griego antiguo kharis. Por lo general, se traduce como ‘gracia’ o ‘favor’. La gracia es tanto objetiva como subjetiva: tanto el favor otorgado como la gratificación que siente el receptor. En otras palabras, la gracia es siempre recíproca. Va y viene entre el que da y el que recibe, igual que una luz o un sonido. Ninguno podría existir sin el otro. Así que les agradezco profundamente esta gracia que hemos intercambiado entre nosotros”, ha expresado Carson.
Acto seguido, en un arranque de hilaridad, la poeta ha propuesto como juego, "con el fin de consolidar nuestra nueva relación de gracia", la lectura de "un poema interactivo, lo que significa que yo digo una parte y ustedes dicen una parte y las dos se unen, en algún lugar del ciberespacio, para dar forma a un pequeño significado". De este modo, Carson ha pedido a los asistentes que griten: "¡Comprémoslo! ¡Qué ganga!", tras pronunciar ella misma las siguientes palabras: "Bueno, ya saben, eso podría ser el verdadero amor corriendo hacia mi vida con los brazos en alto gritando...".
En defensa del libro
Tras Carson, ha sido el turno de palabra de Raúl Padilla López, presidente de la FIL de Guadalajara, la segunda feria del libro más importante del mundo, galardonada junto al Hay Festival con el premio de Comunicación y Humanidades, que ha hablado también en vídeo desde México. "El Premio que se nos concede fue creado para honrar valores universales. El libro, las letras, la lectura lo son en muchos sentidos. Recordemos que de ellos surgió un movimiento de ideas que, al apostar por la razón, la libertad y la tolerancia creó las instituciones que aún nos rigen y gracias a las cuales podremos superar la crisis que hoy vivimos", ha comenzado el mexicano, que ha dedicado el galardón a la memoria de las víctimas de la pandemia.
“Los libros, y en general la letra impresa, se alimentan de la libertad y a la vez la amplían. La modernidad política apareció con la libertad de imprenta, con el derecho a escribir y publicar sin restricciones. Defendamos este valor fundamental, con más razón frente a los gobiernos populistas que hoy ponen en riesgo la democracia”, ha apuntado el gestor cultural en referencia a las sacudidas sociopolíticas que vive en los últimos tiempos el mundo entero y América Latina.
En referencia a la feria que preside, Padilla López ha indicado que “es una empresa cultural pública, creada y sostenida por la Universidad de Guadalajara. Esta fórmula parece un error para quienes desean que la suerte del libro se deje entera en manos del mercado, pero también a los gobiernos que creen que la cultura es prescindible y que los libros, la ciencia, la educación deben sacrificarse por otros ideales. Vivan los libros, porque ahí donde cualquier libro hace que dos personas se encuentren, existe también la posibilidad de un mundo mejor”, ha concluido.
La música como legado
Tras los discursos de Seth Berkley (CEO de GAVI, THE Vaccine Alliance) y galardonado en la categoría de Cooperación Internacional, Carlos Sainz y el economista turco Dani Rodrik, premio de Ciencias Sociales, ha sido el turno del compositor John Williams, ganador ex aequo del Premio de las Artes que ha enviado su discurso desde Los Ángeles en un tono mucho más coloquial. "Lamento mucho no poder estar con ustedes esta noche en Oviedo, pero ciertamente el virus hace que viajar sea muy difícil, sino imposible", ha apuntado, antes de agradecer a la familia real y a la fundación "el papel fundamental que las artes juegan en la vida de todos nosotros".
"Siento realmente que poder dedicar toda la vida a escribir música es un gran privilegio para cualquier compositor, que nos hace a todos muy afortunados. Y el hecho de que mi música pueda ser apreciada en otras partes del mundo es algo más... una bendición más allá de cualquier cosa que pudiera haber anticipado", ha continuado Williams, que ha tenido unas palabras para su amigo y compañero en el premio, Ennio Morricone. "Como saben, Ennio ha fallecido recientemente; pero el mundo ama su música icónica, poderosa y enérgica y aunque ya no tenemos a Ennio entre nosotros, tenemos su espíritu y su música, que nos acompañará siempre". Precisamente la música de Morricone, interpretada por un cuarteto de cuerda dirigido por su hijo Andrea, que ha recogido el premio, ha sonado a continuación.
Una llamada a la esperanza
Ha sido tras las intervenciones del resto de los premiados —Ingrid Daubechies, una de las cuatro matemáticas premiadas en la categoría de Investigación Científica y Técnica, y José Eugenio Guerrero Sanz, jefe de la UCI del Hospital Gregorio Marañón y del Grupo Hospitalario Privado HM, que ha representado a los sanitarios españoles premiados con el galardón a la Concordia— cuando la princesa Leonor, que preside la Fundación Princesa de Asturias, ha tomado la palabra para recordar su primer discurso público celebrado en este mismo acto el año anterior. Y también para referirse a la actual situación de pandemia, aludiendo al sentido de la responsabilidad y solidaridad de una juventud muy cuestionada en los últimos meses y haciendo una llamada a la esperanza que ofrecen los trabajos y creaciones de los galardonados.
Tras sus palabras, el rey Felipe VI, encargado que clausurar la ceremonia, ha recogido el guante lanzado por su hija y ha hecho hincapié en que "es este un momento en el que, de forma más necesaria, precisamos valor y esperanza. Esta ceremonia, las circunstancias en las que se celebra, la experiencia de los últimos meses, son la prueba de que nada ha sido fácil, de que la Humanidad entera está sometida a una presión y una tensión muy duras", ha recalcado.
"Esta crisis sanitaria ha puesto a prueba las capacidades de los Estados, ha mostrado sus debilidades y carencias como también sus fortalezas, e igualmente la trascendencia de los altos valores que deben regir la vida democrática". En este sentido, el rey ha aludido a "la importancia que, para todos, sin distinción alguna, tienen la solidaridad, la unión, en definitiva, el afecto". Acto seguido ha ido enlazando los méritos de todos los galardonados, elogiando su ejemplo: "Todos tenemos que pensar en seguir adelante, sin dejar que nos invada el desánimo. Dejando, al contrario, que nuestra vida se construya desde el compromiso. Dejando que nuestro día a día se llene de generosidad, de ayuda. Que sea la firme voluntad de construir, entre todos, lo que nos impulse y nos lleve hacia ese futuro que anhelamos".
Tras escogidas y emotivas palabras para cada uno de los premiados, especialmente para los fallecidos Morricone y los premiados en 2014 Quino y Joseph Pérez, Felipe VI ha continuado su discurso haciendo referencia a sus palabras del pasado marzo. "En aquel mensaje a los españoles dije que hay momentos en la Historia de los pueblos en los que la realidad nos pone a prueba de una manera difícil, dolorosa y a veces extrema". Palabras que ahora recoge asegurando que hoy, "cuando tantas personas se han enfrentado y se siguen enfrentando a situaciones tan graves y complejas por la pandemia; cuando muchos ciudadanos sienten una gran incertidumbre y preocupación por su situación económica, es necesario que todos hagamos un gran esfuerzo colectivo, un gran esfuerzo nacional, de entendimiento y de concordia".
Y en este sentido, el rey concluye su discurso, plagado de llamadas a la unidad, el esfuerzo y la esperanza, asegurando que "este tiempo nuestro de incertidumbre es, quizá más que nunca, un tiempo de todos y de cada uno de nosotros. Sigamos recorriendo nuestra historia por los caminos de encuentro con la razón, el respeto y la palabra que definen la esencia y el compromiso de la Fundación con nuestra España democrática. Y que juntos celebremos el valor de la vida".