El Ártico está desapareciendo debido al cambio climático. No es una opinión. Es un hecho que cada vez más su fisonomía es la de un área subártica. Es un hecho que los cambios de temperatura hacen que especies de plantas y animales perfectamente adaptadas al clima polar casi no pueden sobrevivir. Es un hecho que el deshielo en verano y la pérdida de hielo viejo están poniendo en serio peligro a un ecosistema entero. El hecho es que este proceso, que repercute también en el modo de vida y la cultura de sus habitantes, hace que el tiempo y el clima en el resto del mundo sufra variaciones alarmantes y que pueden testarse, sin irnos muy lejos, en las recientes lluvias torrenciales caídas en Alemania o en China. Hechos.
“Todo el Ártico está afectado. Es un ecosistema integrado. Llegaremos a veranos sin hielo entre 2035 y 2050”
De esta situación parte el trabajo de científicos como el suizo Francis K. Wiese, director técnico para las ciencias marinas de Stantec, que estudia los ambientes costeros y los usos sostenibles del mar monitoreando el efecto de las actividades humanas en estos ecosistemas. Todo ello lo ha reflejado en diferentes publicaciones. La más reciente ha sido su participación en Whither the Arctic Ocean? (¿Hacia dónde va el Ártico?), volumen publicado por la Fundación BBVA que ha sido coordinado por el ecólogo marino Paul Wassmann y que incluye artículos de treinta grandes experos en diversas áreas para analizar la situación de esta zona del planeta.
En su artículo, ¿Por qué no colapsó el Ártico?, Wiese viaja al año 2050 para, con un documentado ejercicio de imaginación, casi de ciencia ficción, describir desde esa década por qué no llegó a destruirse por completo la zona ártica debido a las medidas que la humanidad tomó a tiempo para evitarlo… Una utopía, si se quiere, didáctica y aleccionadora.
Pregunta. ¿Cree que hemos pasado ya el punto de no retorno en lo que respecta a la supervivencia del Ártico?
Respuesta. Es muy difícil saberlo. Normalmente nos damos cuenta después de pasarlo. Parece que con todos los gases que ya emitimos a la atmósfera acabaremos con veranos sin hielo entre 2035 y 2050. Pero si hacemos algo ahora para combatir el cambio climático y transformar nuestra sociedad de manera sostenible, dependiendo de la energía renovable en vez de la basada en combustibles fósiles, puede volver el hielo de mar en verano, y con ello el hielo más viejo y espeso. Yo soy optimista. Nuestra necesidad de actuar puede evitar todavía un futuro catastrófico.
P. ¿Diría que existen intereses para que siga el proceso de deterioro en el Ártico?
R. No lo creo. Aunque es evidente que el deshielo ártico trae consigo ciertas ventajas económicas, como el transporte marino más económico por ser la ruta más corta entre Europa y Asia, o nuevos recursos naturales a los que no podíamos acceder anteriormente. El precio para el mundo entero desde el punto de vista climático es demasiado grande. Mientras se deteriora el Ártico también lo hace el resto del mundo, provocando más desastres naturales (sequías, inundaciones…), desplazando a millones de personas, refugiados climáticos, y desestabilizando la sociedad global. Ninguna ventaja económica o política que el deshielo ártico trae consigo vale la pena a ese precio. Las consecuencias económicas y geopolíticas ya son una realidad, incluyendo el transporte marino y la explotación de recursos naturales hasta ahora inaccesibles. La apertura del Ártico también quiere decir que necesitaremos una nueva forma de colaboración internacional.
P. ¿Qué consecuencias o efectos podría llegar a sufrir el resto del planeta?
R. No es que “podría”, es que ya lleva tiempo que los está sufriendo. El tipo de consecuencias depende de la geografía de la que hablemos. En ciertas regiones se traduce en más lluvias. En otras, más sequías, subida de nivel del mar, tormentas más fuertes, fenómenos raros (como la gran nevada que se produjo recientemente en Madrid), días de calor extremo…
P. ¿Cómo influye el cambio climático en su deterioro?
R. Es el agente primordial. El aumento de concentraciones de gases de efecto invernadero en el mundo ha provocado que las temperaturas en el Ártico hayan aumentado cuatro grados centígrados y eso ha causado una cascada de sucesos que ha ido transformando todo el ecosistema.
P. ¿Cómo se están viendo amenazadas las especies? ¿Peligra alguna en concreto?
R. Con estas transformaciones también vienen cambios en su distribución y eso ha desembocado en la proliferación de especies invasivas, que podrían llegar a hacer mucho daño a la fauna y la flora nativa (y con ello también desencadenar impactos sobre la gente y su seguridad alimentaria). Nos preocupan las que dependen del hielo de mar, como focas, morsas y numerosos peces e invertebrados. Ellos tienen dependencia para ciertas etapas de sus vidas (para reproducción y alimentación, por ejemplo) y con el deshielo su supervivencia está claramente amenazada.
P. Parece obligada la pregunta: ¿hacia dónde va el Ártico a la luz de esta situación?
R. Si no cambian las cosas estaremos ante un sistema que no hemos visto antes. Ciertamente habrá muchas especies que podrán vivir muy bien pero el ecosistema estará fundamentalmente transformado. Se producirá una mezcla de especies y hábitats árticos que se pueden adaptar y subárticos que ahora se encuentran más al sur. Recientemente he publicado junto a mi equipo un artículo en Nature que profundizaba en esta transformación. Es difícil predecir dónde estará el final pero no cabe duda que perderemos algo muy precioso por el camino.
P. ¿Qué zonas del Ártico están en peor situación?
R. Todas están afectadas. Es un ecosistema integrado y controlado por la temperatura y la presencia de hielo marino. Con cambios tan drásticos en estos ámbitos, el sistema completo ha sido modificado.
Hechos. El volumen de la Fundación BBVA recoge también, entre otros, los análisis de Marcel Babin, de la Universidad Laval de Canadá, de David A. Balton, del Woodrow Wilson Center’s Polar Institute (Washington DC), y Edel O. Elvevoll, de la Universidad de Tromso (Noruega). “Ellos nos demuestran lo interconectados que están nuestros sistemas ecológicos, sociales y económicos. Tenemos que trabajar juntos. Es un problema global”, señala Wiese.