Hay una institución en nuestro país que ha dedicado su historia al cultivo y difusión de la ciencia: la Residencia de Estudiantes. Por sus dependencias pasaron Einstein, Marie Curie, Blas Cabrera, Miguel Catalán o Arthur Eddington. Su ejemplo histórico, aún vivo, ha marcado un camino a seguir a otros muchos organismos que han hecho de la ciencia uno de sus mayores motivos programáticos, transitando, como señala el neurólogo Antonio Damasio en su reciente Sentir y saber (Destino), por la idea de que “tanto las extraordinarias hazañas de la mente consciente humana como sus asombrosas innovaciones sean dignas de admiración e incluso de ser exaltadas” para crear un mundo regido, como deseaba Ramón y Cajal, “por la férula humanística, severa y grata, del saber”.
“La generación de conocimiento es uno de los mayores retos de la sociedad actual”. Borja Baselga
El testigo de esta “exaltación” ha sido recogido por numerosas instituciones españolas, fundaciones de carácter privado en su mayoría, que se han propuesto como objetivo apoyar la ciencia y difundir sus hitos a través de programas de divulgación o de galardones (es el caso de los Premios Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA) que ya no tienen nada que envidiar a instituciones parecidas de Europa o Estados Unidos. Su reto es equilibrar el panorama científico, corregir la secular falta de presupuesto que los distintos gobiernos han dedicado a nuestros laboratorios (liderados por el CSIC) y conseguir que la ciencia y sus avances calen definitivamente en la sociedad.
Un ejemplo de esta permeabilidad es la exposición que puede verse en estos momentos en el Espacio Fundación Telefónica, La gran imaginación. Historias del futuro, un claro paradigma de la línea con la que la Fundación Telefónica busca hacer posible que la sociedad reflexione y acceda al conocimiento en la era digital. “Creemos que la educación y la formación son claves para el desarrollo de una sociedad inclusiva, justa y más humana”, explica a El Cultural Pablo Gonzalo, su responsable de Conocimiento y Cultura.
Concienciar a los ciudadanos
“Para nosotros, la promoción de las habilidades STEAM es muy importante y ponemos el foco tanto en aquellas que tienen que ver con la tecnología como con todas las que proporcionan una base sólida para el desarrollo científico”. Ciclos como Científicamente, Repensando el mañana o el Foro Telos (citas que han contado con investigadores como Juan Luis Arsuaga y María Blasco) son algunos ejemplos de sus programas de difusión de conocimiento, plasmado en la revista Telos, publicación con tres ediciones al año que aborda temas como los ‘Escenarios de Futuro’, el más reciente. Una muestra del interés que despiertan sus propuestas es que el año pasado tuvo una audiencia de 13,7 millones de personas. “Probablemente, la pandemia haya contribuido a concienciar a los ciudadanos sobre la importancia de la investigación científica”, concluye Gonzalo.
“Queremos que los investigadores puedan realizar excavaciones fuera de españa”. Carolina Bähr Vollenweider
Desde hace más de 40 años, la divulgación científica es uno de los rasgos distintivos de la Fundación ”la Caixa”. La red de centros CaixaForum (nueve en total) y CosmoCaixa de Barcelona, museo inaugurado en 2004 con más de 30.000 metros cuadrados de extensión, han dedicado sus instalaciones a mostrar la diversidad del universo o los paraísos naturales de la Tierra. Su programación se ha volcado en exposiciones como Espejos, dentro y fuera de la realidad, Apollo 11. La llegada del hombre a la Luna o Nikola Tesla. El genio de la electricidad moderna, entre otras, y ha contado con la presencia de nombres como Jane Goodall o el Nobel de Física Peter Higgs.
“Queremos ser un punto de encuentro entre la ciencia y la sociedad –señala Elisa Durán, Directora General Adjunta de la Fundación ”la Caixa”–. La divulgación es prioritaria para nosotros junto con la acción social, educativa, cultural y el apoyo a la investigación. Concebimos la divulgación como una poderosa herramienta para promover la igualdad de género y las vocaciones científicas”. Otra tradición de la Fundación ”la Caixa” es el apoyo a proyectos de investigación en el ámbito de la biomedicina y la salud. Destacan las convocatorias CaixaResearch, la colaboración con más de 150 instituciones y el apoyo continuado a centros como el Instituto Global de Barcelona (ISGlobal), IrsiCaixa, Vall d’Hebron Instituto de Oncología, Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, CNIC y el CSIC, entre otros.
Susana Solano y Pedro Alonso
“La generación de conocimiento y su incorporación a procesos que puedan incidir en el crecimiento económico y la cohesión social es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la sociedad actual”. Las palabras de Borja Baselga, Director Gerente de la Fundación Banco Santander, marcan la forma en la que su institución se relaciona con la ciencia. Se materializa en iniciativas como CNIOArte, que reúne a prestigiosos artistas y científicos como Susana Solano y Pedro Alonso, protagonistas de la edición de este año. Destaca también su Premio Talento Emergente, del que acaba de presentar su séptima convocatoria, proyecto desarrollado en colaboración con la Sociedad de Científicos Españoles en el Reino Unido (SRUK/CERU) que reconoce la carrera de un joven investigador (el más reciente, Rodrigo Ledesma, del Imperial College de Londres), al que ha dedicado ya cerca de 200.000 euros, y su colaboración con la Fundación Renal Íñigo Álvarez de Toledo.
“La ciencia en España goza de una buena salud y merecido prestigio, a pesar de las dificultades de financiación que viene sufriendo en los últimos tiempos”, afirma Baselga.
Terapias, envejecimiento...
Cuestión esta de la falta de financiación que equilibra la Fundación Ramón Areces a través de líneas de investigación para enfermedades raras, terapias para el cáncer y envejecimiento que lideran, entre otros científicos, Luis Montoliú, Eva Ortega Paíno y José Viña. Dentro de su programa Ciencias de la Vida y la Materia, cubre también ámbitos como el cambio climático, nuevos materiales o biotecnología.
“Introducimos en el sistema de ciencia y tecnología lo que podríamos denominar ‘financiación semilla’, que permite a equipos de investigación trabajar sobre una idea original y de riesgo”, puntualiza Raimundo Pérez-Hernández y Torra, director de la Fundación Ramón Areces, institución que centra también sus esfuerzos en apoyar a científicos españoles que trabajan en el extranjero y en facilitar periodos formativos para postgraduados y postdoctorados españoles en las mejores universidades extranjeras.
“Introducimos en el sistema de ciencia y tecnología financiación semilla”. Raimundo Pérez-Hernández
Para cubrir las necesidades de los proyectos biotecnológicos se creó, hace once años, Mind the Gap, un programa de la Fundación Botín que este año invertirá 1,5 millones en tres nuevas startups que se sumarán a las ocho con las que trabaja la institución. Una de ellas es Cyclomed Technologies, dedicada a facilitar la producción de radiofármacos. Cabe destacar que la cartera de empresas Mind the Gap alcanzó el año pasado una facturación conjunta de cerca de 19 millones de euros y mantuvo 100 puestos de trabajo. Desde su creación, el programa ha invertido cinco millones de euros.
“Es el primer proyecto de ‘inversión de impacto’, un nuevo modelo de colaboración público, privado y social que demuestra la capacidad de la ciencia española de atraer capital privado”, precisa Pepa Limeres, responsable de Mind the Gap. La Fundación Botín dedica también a la divulgación su Boletín de Ciencia y Papeles, de los cuales destaca Biomedicina, la oportunidad de convertir ciencia en riqueza, de Pedro García Barreno, y Si queremos más ciencia, necesitamos vocaciones científicas, de Juan Valcárcel.
Cueva de La Garma
Si la biotecnología es la disciplina científica que cultiva la Fundación Botín, la arqueología y paleontología es la especialidad de la Fundación Palarq. En 2020 invirtió cerca de medio millón de euros en equipos de investigación, a lo que hay que sumarle los 80.000 euros con los que dota al Premio Nacional de Arqueología y Paleontología, que en su última edición ha recaído en el proyecto La montaña del tiempo. Exploración de un campamento paleolítico en La Garma, liderado por Pablo Arias y Roberto Ontañón en la cueva cántabra. Su directora, Carolina Bähr Vollenweider, señala que el apoyo de su fundación va destinado “tanto a la realización de análisis de bienes paleo-arqueológicos como a que los investigadores puedan realizar proyectos de excavación fuera de España y de Europa”.
Estos apoyos se han realizado en ocasiones en forma de becas, como las que creó a mediados de los años cincuenta de forma pionera la Fundación Juan March y que dieron impulso a talentos como Margarita Salas o Valentín Fuster. Hoy mantiene el pulso convocando a grandes de la ciencia como el Nobel Sydney Brenner, Rafael Yuste, Juan Ignacio Cirac o José María Bermúdez de Castro, cuya conferencia Claves biológicas y culturales de la evolución humana ha superado las 800.000 visualizaciones en YouTube. “Existe un interés mutuo por parte de los científicos y de la sociedad”, sentencia Lucía Franco, directora de programas de conferencias de la Fundación Juan March.
'Trivulgando' desde lo público
No solo de la iniciativa privada vive nuestra ciencia. Hay algunos organismos públicos (o semipúblicos) que también hacen una labor directa en la difusión científica. Destaca la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación, que tiene como misión impulsar el crecimiento de la cultura científica española.
Iniciativa del Gobierno de la Comunidad de Madrid es la Fundación para el Conocimiento madri+d. Creada en 2002, su propósito es fomentar la ciencia a través de eventos como La Noche Europea de los Investigadores, la Semana de la Ciencia o la Feria Madrid es Ciencia. Federico Morán, su director, explica a El Cultural que “en los últimos años hemos observado un incremento del interés por la divulgación científica aunque es cierto que en algunos países europeos, y especialmente en Estados Unidos, esta actividad goza de una mayor tradición”.
Pero si hablamos de tradición pocas instituciones ganan a la Residencia de Estudiantes, organismo estrechamente vinculado al CSIC. Alicia Gómez-Navarro, su directora, destaca encuentros como El porvenir de la Cultura, ciclos como Ágora para la Ciencia o Matemáticas en la Residencia y las tres ediciones de Trivulgando. “Queda mucho por hacer. España se encuentra en un buen momento de creatividad y competencia pero hay que divulgar más y mejor para que la sociedad sea consciente de la importancia del conocimiento científico. Es necesario que los lazos entre ciencia y empresa se estrechen”, dice Gómez-Navarro.