Doctor en Biomedicina, jefe de laboratorio en el Grupo de Enfermedades Neurológicas y Neurogenética del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Barcelona) y de su Hospital Universitario, Pol Andrés Benito (Castelldefels, 1990) estudia las alteraciones moleculares en las enfermedades neurodegenerativas.
La semana en la que el investigador participaba en el VII Encuentro Internacional de la ELA en España –el pasado 4 de octubre, organizado por la Fundación Francisco Luzón y la Fundación Ramón Areces bajo el título 30 años de aprendizaje sobre la ELA: nuevos escenarios– se encuentra sumergido en las fases de experimentación de su línea de trabajo: buscar nuevos biomarcadores y desarrollar innovadores estudios epidemiológicos que combina con experimentos propios y la redacción de informes y artículos científicos.
Sobre la ELA, motivo del encuentro, considera que actualmente las causas son desconocidas, pero, sentencia, “pueden deberse a una combinación de múltiples factores genéticos y ambientales”.
"Alrededor del 5-10% de los casos de ELA se deben a mutaciones genéticas heredadas en la que un solo gen puede causarla"
A pesar de no conocer su origen, añade Andrés Benito, “sí sabemos lo que estos factores desconocidos provocan en las neuronas de enfermos de ELA. Y es que, como en casi todas las enfermedades neurodegenerativas, la ELA se caracteriza por el depósito de unos agregados proteicos que resultan tóxicos para la célula y que acaban alterando su función”. A día de hoy, señala, “nos falta encontrar el vínculo entre cómo múltiples factores, tanto genéticos como ambientales, son capaces de alterar el funcionamiento celular y convertir esa proteína funcional en individuos sanos en una proteína mortal”.
Pregunta. ¿Qué porcentaje de la enfermedad es genético?
Respuesta. La ELA tiene una componente genética clara, pero no se puede atribuir a un porcentaje específico. Se estima que alrededor del 5-10% de los casos de ELA se deben a mutaciones genéticas heredadas en las que un solo gen defectuoso puede causar la enfermedad. Sin embargo, la presencia del gen no se asocia a una causa directa, sino a un aumento del riesgo de sufrir la enfermedad.
P. ¿Está la genética presente en todo el proceso?
R. Supone el substrato de todo. El código genético tiene las “instrucciones” de cómo estamos diseñados, por lo que supone la base de nuestra configuración como organismos vivos. Aun así, en la ELA si bien la genética desempeña un papel en algunos casos, no es la única causa ni el único factor.
P. ¿Existe algún factor ambiental que la cause?
R. Así como la genética desempeña un papel importante en la ELA, también se ha investigado la posible influencia de factores ambientales. Sin embargo, aún no se comprende completamente y está en proceso de investigación. Se han postulado como posibles factores de riesgo la exposición a toxinas, el haber sufrido traumas físicos, el estilo de vida, los factores dietéticos o la exposición ocupacional (fábricas, ambientes de trabajo concretos, etc.). Se necesitan más estudios para comprender completamente cómo estos factores pueden interactuar con la predisposición genética pero estos son muy dificultosos, ya que implica conseguir la información de toda una vida de cada paciente, una tarea compleja, pero que desde nuestro laboratorio estamos intentando llevar a cabo.
P. ¿Podrá, puede, abordarse la ELA desde la epigenética? ¿qué esperanza hay depositada en ella?
R. En el momento en que averigüemos la causa o causas exactas de la ELA, creo que sí que podremos abordarlo desde una aproximación epigenética, ya que podríamos ser capaces de leer o silenciar aquellos factores genéticos que estuvieran implicados en la enfermedad, bloqueando uno de los elementos capaces de desencadenarla y frenando su aparición.
[Neurociencia: cerebro y percepción]
P. Hablemos de tratamientos. ¿Vendrá su curación o cronificación de distintos ámbitos?
R. En la ELA, como en cualquier enfermedad, su posible tratamiento debería diseñarse en la investigación básica, pero también con el acompañamiento de médicos, para poder llevarlo a su aplicación clínica de una manera asentada y consolidada, y con más posibilidades de éxito. Cada uno debe trabajar en su ámbito, pero de manera conjunta. En mi opinión, tenemos que evitar gastar recursos en ensayos o tratamientos que no tengan unas bases sólidas y consolidadas a nivel científico, y dejar de probar por probar. Por ello es necesario un abordaje multidisciplinar por igual (a nivel epigenética, genética (genes), transcriptómica (expresión de genes), lipidómica y metabolómica (lípidos y metabolitos), proteómica (proteínas), modificaciones proteicas, etc.), hasta de disciplinas que puedan parecer lejanas, para poder dar lugar a una imagen completa, con todas las piezas del puzle, que sea capaz de mostrarnos la realidad, y una vez lo tengamos claro, poder saber sobre que actuar de manera precisa y exitosa.
P. ¿Cómo ayudan las nuevas tecnologías?
R. Son cruciales. Han permitido avances significativos en la recopilación y el análisis de datos genéticos y epigenéticos y tienen el potencial de proporcionar una imagen más completa de la enfermedad. A medida que ganemos resolución y precisión molecular en todos los niveles, desde el DNA a proteínas, podremos definir mejor qué alteraciones y mecanismos participan para acercarnos a posibles tratamientos.
P. ¿Qué papel está jugando la farmacología? ¿Se avanza?
R. La farmacología en la ELA es un área de investigación y desarrollo de tratamientos que busca abordar los síntomas de la enfermedad y ralentizar su progresión. Actualmente, se están investigando diversas estrategias farmacológicas para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas, que abarcan desde la reposición de fármacos al uso de de la tecnología de oligonucleótidos antisentido (ASOs), las terapias para el manejo de los síntomas, o la aplicación de cuidados paliativos y de apoyo al enfermo. Sin embargo, de poco sirven estas aproximaciones actuales si no invertimos más medios y esfuerzos en entender la patología y saber dónde atacarla, porque, como coloquialmente se dice, no podemos empezar la casa por el tejado.