Image: 350 años de la primera revista científica: Philosophical Transactions

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Entre dos aguas por José Manuel Sánchez Ron

350 años de la primera revista científica: Philosophical Transactions

11 diciembre, 2015 01:00

Portadas de la revista Philosophical Transactions

José Manuel Sánchez Ron dedica su sección 'Entre dos aguas' a los 350 años de la revista Philosophical Transactions, una publicación de la Royal Society en la que han firmado grandes nombres de la ciencia como Isaac Newton, Anton van Leeuwenhoek, James Clerk Maxwell o Thomas Young.

Aunque cuando intentamos explicar qué es la ciencia, y cómo ha llegado a ser la imponente construcción que es en la actualidad, siempre mencionamos los nombres de los grandes científicos, como Galileo, Newton, Darwin, Cajal, Marie Curie o Einstein, la ciencia es una empresa comunal para la que resulta imprescindible la existencia de medios que permitan la comunicación entre sus practicantes. Esos "medios" pueden ser de diversos tipos: comunicación oral o escrita (antes cartas, ahora correos electrónicos) entre científicos, o a través de libros, revistas, y también asociaciones científicas.

Las organizaciones que reúnen a científicos son importantes porque permiten a éstos interaccionar entre sí, en lugares reservados a tal fin, al igual que ayudarles en sus trabajos. Cuando se repasa la historia de la ciencia, se encuentran antecedentes en algunas escuelas privadas de la Antigüedad (la Academia de Platón, el Liceo de Aristóteles), en las cortes y bibliotecas del Islam o en las universidades de la Edad Media. Pero la "modernidad" de este tipo de ágoras de la ciencia llegó en el siglo XVII con agrupaciones como la Accademia dei Lincei de Roma, fundada 1603 (desapareció en 1630 para renacer en el siglo XIX), o la Accademia del Cimento de Florencia (1657-1667). Estas academias, demasiado dependientes de nobles aficionados al coleccionismo, precedieron a otras cuya transcendencia sería mucho mayor: la Royal Society de Londres (fundada en 1660) y la Académie des Sciences de París (1666).

El 28 de noviembre de 1660 se reunieron en el Gresham College de Londres poco más de una docena de interesados en materias de ciencia (el aristócrata y "filósofo natural" Robert Boyle, el de mayor notoriedad científica), para escuchar una conferencia de Christopher Wren, catedrático de Astronomía en dicho College y, más tarde, afamado arquitecto (a él se debe la catedral londinense de San Pablo). Tras la exposición, surgió la idea de constituir una sociedad en la que poder tratar temas científicos. Dos años después, obtenía el sello real, pasándose a denominar Royal Society of London for Improving Natural Knowledge (Real Sociedad de Londres para la Mejora del Conocimiento de la Naturaleza). Como lema adoptaron Nullius in verba, esto es, "En palabra de nadie", para resaltar que lo que importaba no era la autoridad del comunicante sino la verificación de cualquier afirmación mediante hechos confirmados por experimentos. Sus orígenes fueron, por consiguiente, consecuencia del interés de unas pocas personas, de la sociedad civil, no fue una decisión gubernamental, como sucedió con la Académie des Sciences francesa.

Más aún, mientras que en la agrupación londinense nunca ha existido un número límite de miembros, en la parisina sí, restringiéndose a un pequeño número, que mantenía su puesto hasta la muerte. De los 42 miembros (fellows) de la Royal Society que existían al finalizar 1660, se pasó a 220 en 1666; en la actualidad son, aproximadamente, 1.600, contando también los miembros extranjeros, y cada año se elige un máximo de 62 más. La lista de científicos que han sido miembros de ella incluye nombres sin los cuales la historia de la ciencia habría sido muy diferente: Hooke, Halley, Newton, Faraday, Maxwell, Darwin, Watt, Lister, Babbage, Kelvin, Bertrand Russell, Rutherford, Alexander Fleming, Dirac, Dorothy Hodgkin o Crick y, de entre los aún vivos, Stephen Hawking, Roger Penrose, Michael Atiyah, Richard Dawkins, Jocelyn Bell Burnell o Tim Berners-Lee.

Entre las iniciativas que puso en marcha la Royal Society, hay una de la que ahora se cumplen 350 años, pese a que se pudiese pensar que se disponía de ella desde mediados del siglo XV, cuando Gutenberg inventó la imprenta de tipos móviles: una revista de aparición periódica dedicada a publicar trabajos científicos. Me refiero a las Philosophical Transactions, cuyo primer número apareció en marzo de 1665. Es interesante citar parte del primer editorial: "Dado que para fomentar el progreso en las cuestiones filosóficas no hay nada mejor que la comunicación de todo cuanto se descubra, o se ponga en práctica, a todos los que dedican sus estudios y sus esfuerzos a esas mismas cosas, parece lógico servirse de la imprenta como procedimiento idóneo para complacerles, puesto que su entrega a tales estudios y su pasión por el progreso del saber y las invenciones útiles les hace merecedores de conocer los frutos de cuanto en este reino y en otras partes del mundo se produce".

En las Philosophical Transactions, Isaac Newton presentó por primera vez (1672) su teoría de que la luz está compuesta de colores "elementales"; Anton van Leeuwenhoek sus observaciones (1677) sobre "pequeños animales" basadas en la utilización del microscopio, cuyas ventajas ya había difundido la Royal Society al publicar bajo su sello el pionero libro de Robert Hooke, Micrographia (1665); Hans Sloane una descripción de la vacunación como medio de protección contra la viruela (1755); Joseph Priestley experimentos que mostraban que existían "diferentes tipos de aire" (1772), uno de ellos el que más tarde Lavoisier bautizó como "oxígeno"; Thomas Young una descripción del sistema óptico del ojo (1801); Humphry Davy una lámpara que podían utilizar con seguridad los mineros (1816); James Clerk Maxwell la presentación más completa de su electrodinámica (1865); Frank Dyson, Arthur Eddington y Charles Davidson (1919) resultados que confirmaron la predicción de la teoría de la relatividad general, según la cual la luz se curvaba debido a la acción de la gravedad, resultados que hicieron del autor de la teoría, Einstein, un personaje de fama mundial; William Lang investigaciones que revelaron una diversidad de organismos fósiles de pequeño tamaño y gran simplicidad, que arrojaron luz acerca de la naturaleza de las primeras plantas terrestre conocidas (1937); Alan Turing sus ideas sobre las bases químicas de la morfogénesis (1952); Peter Medawar estudios cuantitativos sobre la inmunidad en trasplantes de tejidos (1956); y David Marr su influyente teoría sobre la formación de recuerdos en el hipocampo (1971).

Hace ya tiempo que la Royal Society ha diversificado mucho su actividad en la edición científica. Transactions continúa existiendo, dividida en dos series, pero su incidencia actual es probablemente menor que otras revistas que también publica la sociedad: Proceedings, A y B, Interface e Interface Focus, Open Biology, Biology Letters y Open Science (aparte, de carácter histórico, están Notes and Records y Biographical Memoirs). Su entrada en el mundo de la edición y consulta electrónica se produjo en 2006, haciendo posible el acceso en red (open access) a los subscriptores de sus revistas. Open Biology, fundada en 2011, fue su primera revista exclusivamente electrónica, a la que siguió en 2014 Open Science. En esto, al igual que en la diversidad de sus intereses, y en el rigor con que los afronta, la Royal Society muestra que no es únicamente una organización de gran y dilatado abolengo, sino también una organización abierta y sensible a todas las novedades científicas y tecnológicas. Porque poseer una larga historia no es sino una circunstancia casual, que no justifica continuar existiendo. La permanencia se tiene que ganar continuamente, como hace la Royal Society. Claro que también hay que tener en cuenta la disparidad del cuidado que el Gobierno británico pone en la investigación científica. Ya en el siglo XIX, el Parlamento británico introdujo un sistema de ayudas que permitía a la Royal Society contribuir económicamente al desarrollo científico, permaneciendo al mismo tiempo como organismo independiente. En la actualidad, distribuye casi 42 millones de libras para proyectos de investigación, un dinero procedente de ayudas gubernamentales y también de donaciones individuales. ¡Qué diferente todo en España!